Noticia En España, los “muggles” también juegan al Quidditch

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Tras su éxito en países como Estados Unidos el Quidditch, el deporte de Harry Potter, está viviendo uno de sus momentos más dulces en España con la creación de nuevos equipos y la celebración de torneos


Cuando J.K. Rowling pensó por primera vez las reglas del Quidditch mientras escribía Harry Potter y la Piedra Filosofal, seguro que no se imaginaba que en una soleada tarde de sábado de 2005 Xander Manshel y Alex Benepe, dos estudiantes universitarios de Vermont, Estados Unidos, sentarían las bases de lo que hoy conocemos como el “Quidditch Muggle”. Una adaptación, para “no magos”, del deporte por excelencia en Hogwarts en la que se cambian ciertos aspectos del juego y del material para que cualquiera pueda jugar.

El Quidditch es una mezcla de Rugby, Balonmano, Balón prisionero y "pilla-pilla"“El Quidditch es un deporte mixto, con equipos formados por jugadores de ambos sexos, de contacto y rápido que cuenta con toques de Rugby, Balonmano, balón prisionero y el “pilla-pilla” donde dos equipos de 7 jugadores intentan anotar en la “portería” del otro equipo”, explica la capitana de los Gasteiz Gamusins, Marina Salvidea, cuando le pido que me resuma el juego en una frase. Como suele ser habitual en los deportes de equipo, cada jugador cuenta con una posición y objetivo distinto. El guardián se encarga de proteger los tres aros, situados a distintas alturas, que hacen las veces de portería. Los golpeadores, dos por equipo, se encargan de molestar a los jugadores del otro equipo lanzándoles las “bludgers” (una pelota de Dodgeball). Cuando les alcanzan, de forma similar a lo que ocurre en balón prisionero, los jugadores deben volver a su portería y tocar los palos antes de poder reincorporarse al juego. Los cazadores, tres por equipo, son los encargados del ataque. Se van pasando la “quaffle” (una pelota de Volleyball) hasta llegar a los aros del equipo contrario, donde tienen que intentar anotar.

Por último, está el buscador que comienza a jugar en el minuto 18 del partido para atrapar “la snitch”, que en este caso, a diferencia de lo que ocurre en los libros de Harry Potter, no es una pelota sino una persona. Vestido de amarillo y con una pelota de tenis colgada de un calcetín situado en su espalda, la “snitch” no pertenece a ninguno de los dos equipos y su objetivo es evitar que le atrapen y le quiten la pelota. Los buscadores solo le pueden quitar la pelota a la snitch de manera limpia, pero esta puede defenderse de todas las maneras que se le ocurran.

El sistema de juego es bastante sencillo: cada “gol” vale 10 puntos, independientemente del aro por el que pase, y el buscador que atrape la “snitch” consigue 30 puntos para su equipo y finaliza el partido. Cuando llegue ese momento el equipo que más puntos tenga se lleva la victoria.


Puede que estas no sean las mismas reglas (han ido evolucionando en los últimos años) con las que Manshel y Benepe jugaron el primer partido de Quidditch Muggle de la historia, pero seguro que tampoco se imaginaban el impacto que tendría su pequeña idea a largo plazo. Solo dos años después de aquel partido ya se disputó el primer campeonato de Quidditch y a día de hoy Estados Unidos no solo cuenta con una liga a nivel nacional, en la que participan equipos la gran mayoría de universidades del país, sino que también se han llegado a disputar competiciones internacionales, tanto de clubs como de selecciones. Y es que el Quidditch, al igual que Harry Potter, es un fenómeno global con 12 federaciones a nivel nacional ya establecidas, 4 países con torneos regulares (entre ellos España) y otras 5 donde está emergiendo.

Un momento dulce


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A España aún le queda mucho para alcanzar el nivel de otros países, pero en los últimos meses la situación ha mejorado de forma considerable. Con la reciente incorporación de los Gasteiz Gamusins (de Vitoria), el número de equipos asciende hasta los trece. Lo que junto con la regularidad con la que se empiezan a disputar los torneos y la reciente formación de la Asociación de Quidditch de España (AQE), presidida por el capitán de los Bizkaia Boggarts, Yeray Espinosa, supone el inicio de uno de los momentos más dulces para este deporte.

Uno de los motivos es que el Quidditch no deja a nadie indiferente. “Cuando les conté a unos amigos que el domingo por la mañana iba a un entrenamiento de Quidditch muchos pensaron que les estaba vacilando, pero cuando les expliqué cómo era todos quisieron probar y algunos están dentro del equipo”, comenta Almudena Esteban una de las jugadoras de los Gasteiz Gamusins. De ahí que a la capitana del equipo, Marina Salvidea, no le haya costado nada encontrar a más de 20 personas dispuestas a participar. “Por suerte conozco a bastantes personas a la que le gusta probar nuevos deportes o simplemente son fans de Harry Potter, por lo que ha sido pan comido”, asegura Salvidea.

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“Alguna vez nos han mirado un poco "raro" al vernos llevar los aros y las escobas”Y aunque los capitanes de los Bizkaia Boggarts y Gasteiz Gamusins insisten en que no hay que ser un fan de Harry Potter para entrar en alguno de estos equipos (o formar uno), solo hay que ver uno de los entrenamientos de estos equipos para darse cuenta de que todos son fan de algo. Un grupo de amigos que se reúne cada domingo para hacer algo de deporte mientras hablan de las cosas que les apasionan sin ningún complejo, ya sea el último trailer de Star Wars o el último capítulo de Juego de Tronos. “A todos nos gusta estar rodeados de gente con nuestras aficiones, cualquiera puede jugar”, asegura la capitana de Gasteiz Gamusins, “no podemos pretender que la gente vea el Quidditch como un deporte serio si solo aceptamos a la gente por sus gustos”.

Pese a las ganas, a día de hoy formar un equipo de Quidditch no es tan fácil como crear uno de fútbol o baloncesto. Y es que a diferencia de estos deportes, los equipos que quieran jugar al deporte de Harry Potter tienen que hacerse no solo con su propio kit de balones, sino también deben hacerse sus propios aros para las porterías. “Al ser bastante material es algo caro, y algunas pelotas como las de dodgeball hay que traerlas desde Inglaterra lo que incrementa el gasto”, comenta el capitán de los Bizkaia Boggarts. “En Vitoria tenemos la suerte de tener parques como el de Salburua para entrenar, pero cuando llegue el mal tiempo nos tocará ir a algún frontón o campo cubierto”, asegura la capitana de los Gasteiz Gamusins.

“Brooms Up!”


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En los últimos meses también ha aumentado la regularidad con la que se celebran los torneos. En el mes de junio se celebrará uno en Valencia, en agosto el “Transpirenaico” se disputará en Tarragona, en septiembre Barcelona acogerá el “Moustaches Time” y en octubre Euskadi celebrará el “Mangamore”. Aún así, todavía queda mucho trabajo por hacer hasta poder crear una liga regular. “Nos gustaría crear una liga regular, pero a día de hoy resulta imposible”, asegura Yeray Espinosa, “con lo lejos que están todos los equipos entre si resulta muy caro viajar de una ciudad a otra”.

“El ambiente en los torneos es genial”, comenta el capitán de los Bizkaia Boggarts cuando recuerda la Copa de Catalunya que se disputó el pasado mes de marzo en Barcelona. “Hay un sentimiento de hermandad que no se puede comparar con ningún otro deporte”, comenta, “es un deporte de amigos en el que todos nos llevamos bien y toda rivalidad se deja en el campo”. Dicho campeonato, disputado en el Parque de la Central Térmica del Bessòs, contó con equipos de Barcelona, Tarragona, Bilbao, Zaragoza y Toulouse.

A día de hoy el Quidditch no despierta el mismo interés de los deportes establecidos, sin embargo, no son pocos los jugadores y capitanes que buscan normalizarlo y convertirlo en un deporte más. Para unos, como la capitana de los Gasteiz Gamusins, su objetivo no solo es “dar a conocer el Quidditch Muggle y que la gente se lo tome en serio como un deporte más”, sino también competir en torneos y que el equipo deje de ser solo “algo que hace un grupo de amigos para pasar el rato”. Para otros, como la jugadora del mismo equipo Almudena Esteban, es otra de sus aficiones, “una afición sana, divertida y estimulante” de la que disfruta cada fin de semana con sus amigos sin tomárselo “muy en serio”.

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