Noticia Las elecciones vuelven a casa

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Si no puedes vencerles, siempre puedes comprarles.


Después de un año tan convulso en lo que al terreno político se refiere, muchos no quieren ni oír hablar de nada que esté relacionado con ir a votar. De hecho, en España se estuvo cerca de subir la apuesta y elevar las segundas elecciones a unas terceras consecutivas en menos de un año. Y sólo por el módico coste de 130 millones de euros por cada una de ellas.

Dentro de ese presupuesto entran los gastos en transporte, correos, telecomunicaciones y gestión o administración de las mismas. Y, por supuesto, la contabilización de los votos; uno de los pasos más importantes del proceso y por el que pocas empresas están en condiciones de pujar. No todas cumplen los 19 requisitos exigidos por el comité electoral, ni en la esfera económica ni mucho menos en la gestión.

En un país de tradiciones e historia como es España, especialmente en el terreno empresarial, este contrato había estado dominado de forma histórica por una misma compañía: Indra. En las elecciones de diciembre de 2015, esta empresa participada por el Estado perdía, por primera vez, su contrato para las elecciones. Una desconocida Scytl, en colación con Tecnocom, se hacía presente en el panorama tecnológico llevándose el gato al agua. Además de mucha más iniciativa tecnológica, también contaba con experiencia internacional -Scytl había estado ya en el recuento de votos en el Parlamento Europeo, y en las elecciones de Estados Unidos-, estos aportaban un precio más competitivo sin dejar atrás la magnitud de una gran empresa cotizada como es Tecnocom. Se juntaba la experiencia vibrante de una startup con la consolidación de una entidad cotizada. Para estas dos corporaciones recontar los votos suponía algo más de 11 millones de euros; precio que fue rebajado por Indra en la segunda convocatoria de elecciones de 2016; un 40% concretamente. Y cuando no hay mucho dinero de por medio, una rebaja siempre termina decantando la balanza.

Preparando el terreno


No sabemos cuándo habrá unas nuevas elecciones, si se adelantarán o se volverán a convocar para dentro de cuatro años. O si estas tendrán que repetirse hasta el infinito. Lo que sí es cierto es que en esa ocasión, Indra se habrá "deshecho" de uno de los rivales que osó quitarle el contrato en los comicios pasados. Por 305 millones de euros, Indra ha lanzado una OPA sobre el 100% de Tecnocom. De aprobarse la compra, la multinacional española tendría pocos rivales a la hora de lanzar el concurso público.

Scytl por sí sola no está claro que llegase a poder gestionar la magnitud del proceso o llegar a los mínimos que se establecen para optar a llevarse la cuenta. Además del hecho cierto de que dentro de sus 24 soluciones para gestionar los procesos electorales, el voto por Internet es el más destacado. Y esto, en España, aún no tiene cabida. Las puyas que ambas compañías se lanzaron cuando el contrato volvió a estar en manos de su poseedor original es probable que no tengan su réplica en los próximos comicios. Con Scytl perdiendo el apoyo de Tecnocom muy bien tendría que darse para convencer al equipo de contratos de que se lo adjudicasen.

En términos empresariales, la OPA de Indra sobre su competencia y empresa complementaria es todo un acierto. Supone absorber a una entidad competente, mucho más fresca y avanzada, además de sus posibilidades para el futuro. Para los pequeños no está tan claro cómo será este movimiento. De momento, lo que sí es cierto es que las elecciones vuelven a casa.

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