Hace 15 años del lanzamiento de Metal Gear Solid y, a pesar del tiempo transcurrido, sigue siendo uno de los mejores juegos de la historia, así como uno de los más influyentes.
El 3 de septiembre de 1998 llegó a las tiendas Metal Gear Solid, la obra maestra de Hideo Kojima. Es decir, han pasado 15 años desde el lanzamiento de uno de los juegos más importantes e influyentes de la historia. Metal Gear Solid mostró al mundo lo que muchos otros habían enseñado antes: los videojuegos también pueden estar dirigidos a un público adulto que busca historias maduras. Pero lo hizo como nadie lo había hecho hasta entonces. Y mientras lo hacía, sentó las bases de los juegos de infiltración.
A pesar de ello, Metal Gear Solid no era un juego original, ya que anteriormente se habían publicado dos entregas. Sin embargo, esta secuela recibió un lavado de cara completo; algo así como lo que ocurrió con Grand Theft Auto III en la siguiente generación de consolas.
Además, obviamente, están todos los homenajes y la influencia del cine de acción de los ochenta y los noventa. De hecho, el propio Solid Snake era una mezcla de Jean-Claude Van Damme y Christopher Walken (con el paso de los años se acercaría cada vez más al otro Snake; el interpretado por Kurt Russell en Escape from L. A.). Pero Metal Gear Solid, con todos sus clichés y los enrevesados giros de su guion, revolucionó la industria.
¿Qué hace grande a Metal Gear Solid? La respuesta no puede ser más simple: todo. Jugabilidad, historia, gráficos (para la época, claro)... Absolutamente todos los elementos están cuidados hasta el más mínimo detalle y a lo largo del juego se intercalan momentos de tensión, acción y humor. Ese peculiar sentido del humor —muchas veces oculto— es otra de sus señas de identidad.
Y, por supuesto, también hay que hablar de los personajes. Solid Snake se convirtió rápidamente en un referente y en uno de los protagonistas más carismáticos de la historia, pero estuvo muy bien acompañado. Algunos de los mejores personajes únicamente aparecían a través del codec, el sistema de comunicación del juego que en muchas ocasiones servía como hilo conductor de la trama, pero aun así revelaban detalles de su personalidad. Por su parte, Otacon y Meryl, dependían de las decisiones del jugador para sobrevivir y humanizaban aún más a Snake. Ninja (Gray Fox) merecería un capítulo aparte, pues consiguió eclipsar al mismísimo Solid.
Los enemigos a los que había que enfrentarse tampoco se quedaban atrás. Fox Hound era una organización llena de villanos estereotipados, sí, pero con el suficiente carisma y personalidad como para que no se notase. Vulcan Raven es enorme —en todos los sentidos— y Liquid Snake lo tiene todo para ser uno de los mejores jefes finales de la historia.
Aunque parezca mentira, ya han pasado 15 años desde que por primera vez aparecimos en la base de Shadow Moses en la piel de Solid Snake; un escenario que ya conocíamos después de haber jugado cientos de veces a la demo de Metal Gear Solid. 15 años desde la primera vez que utilizamos una ración, oímos la alerta de los soldados al descubrir nuestro rastro, usamos cigarrillos para descubrir rayos láser ocultos, nos escondimos en una caja o escuchamos al Coronel Campbell gritar nuestro nombre por el codec al ser derrotados. 15 años desde que Hideo Kojima escribió un nuevo capítulo en la historia del videojuego.
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