El miedo y riesgo asociado es que estos dispositivos podrían ser hackeados para espiar a los usuarios, esperialmente los que tienen información secreta. Los expertos en seguridad advierten que esta posibilidad no es tan descabellada y que los ejecutivos de grandes empresas deberían tomar precauciones. Según Craig Young, investigador de la firma de seguridad Tripwire, un wearable tienen micrófono incorporado, sensores y comunicación inalámbrica, por lo que presentan una superficie de ataque valiosa para el espionaje.
Los expertos en seguridad han demostrado maneras para que el micrófono en smartphones se pueda utilizar para grabar conversaciones de manera secreta, robar datos de un usuario o, incluso, identificar contraseñas basadas únicamente en las vibraciones hechas en un teclado cercano. Los relojes inteligentes se podrían llegar a utilizar de la misma manera y por ello el temor en el Reino Unido. A principios de este año, los investigadores encontraron un bug con el que un Apple Watch podría ser hackeado para registrar los movimientos de la mano del usuario, incluso robar números PIN tecleados en un cajero automático.
Aún así, el reloj de Apple no se ha convertido en un objetivo real para el malware. El foco del mercado del malware se sigue encontrando en Windows, Android y, poco a poco, cada vez más en Mac. La pregunta que lanzamos desde aquí es: ¿Podría ser que el wearable se convierta en un arma de espionaje?
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