Noticia Tendencias horteras que todos seguimos

Todos sucumbimos a una moda hortera. En ese momento nos parecía de lo más guay, quisimos copiarlo, e incluso ahorramos para poder seguirlo, porque la última chaqueta costaba lo suyo (en pesetas). Ahora lo piensas, y sólo puedes preguntarte: ¿por qué habré hecho eso?


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Pantalones de campana

Y cuanto más de campana, mejor. Como las modas vuelven, de vez en cuando notamos algún pequeño revival, sí, y nosotros vivimos esa época, y la magníficamos. Tenían que ser de campana. Que llegara justo al suelo, combinándolas con tus deportivas con pseudo plataforma.

Y si era de algún color chillón, mejor. Naranja butanero. Rojos. O cualquier otro color que fuese inclasificable.

Para que luego nos dijera nuestra madre que los acortáramos, que si no, íbamos a estar barriendo toda la basura de nuestra ciudad con nuestros pantalones.



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Las hombreras


En cuestión de moda, cuando surge algo nuevo, se intenta maximizar hasta lo imposible. Lo mismo pasó con las hombreras. Comenzó con algo modosito, e incluso pensábamos que no quedaba tan mal. Pero se fue convirtiendo en unas extensiones mucho más inhumanas, incluso hasta llegar a un punto insospechable.

Las usábamos en vestidos, en camisas, e incluso en monos. Con colores chillones, brillantes, para ir a la discoteca y parecer mucho más modernas. Ojo, que no fue cosa de mujeres. Algo mucho peor.

Sabemos que te arrepientes de esas fotos, así que guárdalas bajo llave y tira los negativos.



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Las gargantillas tatuaje

Una moda que corrió entre las niñas de entre 9 y 16 años. Sí, eran esas gargantillas de plástico negro que simulaban un tatuaje. Uf, lo que molaba eso. Y si encontrábamos un modelo nuevo o de otro color, lo comprábamos enseguida, no vaya a ser que quedáramos de retrasadas.

Ahora pensamos que realmente éramos unas petardas al llevar eso. En serio, ¿por qué?

Lo malo de todo es que esa moda no ha desaparecido. Y ahora se puede encontrar no solo la gargantilla, sino también colgantes. Por si fuera poco, aún se está viendo de vez en cuando en alguna serie actual.



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Chupetes de plástico

Todos, todos, todos llevaban algún chupete de plástico. Eran los chupetes de la suerte: o se llevaban en la muñeca a modo de pulsera, en la mochila, de llavero… lo que sea.

Había algunos a los que les ocupaba más el propio llavero. A día de hoy no recuerdo dónde se encontraban: ¿en bolsas de patatas? ¿en los Todo a 100? El caso es que terminábamos con una cuerda con una treintena de chupetes.

Más de una madre tiró sin avisar el manojo mugriento. La mía también. Y le doy las gracias.



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Pantalones globo

Esta es una moda que vimos hace poco. Tanto chicos como chicas, empezaron a llavar estos pantalones globos o “pantalones cagados”. Las chicas decían que eran comodísimos, que para hacer deporte y yoga, estaban bien.

No sé si tenían razón, pero eran más feos que pegar a un padre con un calcetín sudado.

La reinvención fue peor, porque se llegaron a ver diferentes tejidos, a cada cual más feo. Incluso de vestir. Es de esas modas que dices que nunca, nunca, nunca seguirás. Hasta que caes.



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Ropa de la marca Rottweiler

Una marca querida y odiada por todos. Era algo cara, pero vamos, si tenías unos vaqueros, una camisa, o un jersey, eras el amo. Lo mismo pasaba con camisetas de El Niño, especialmente los polos, y otras tantas marcas.

A día de hoy decimos que son de canis y de kinkis. Y no les falta razón.

Pero vamos, no os preocupéis, todos tenemos una etapa de kinki en nuestra vida. Y a nosotros nos tocó esta.



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Las mariconeras

Bueno, o más comúnmente llamadas, riñoneras. Sí, eran muy útiles para los hombres, no decimos que no. Pero el problema es que lo terminaban llevando los mochileros y los señores mayores, en plan deportivo.

Aún así, de vez en cuando se suele ver aún a cierta fauna los sábados por la noche que sigue llevando cosas de estas, con su cartera, e incluso se ha llegado a ver un paraguas.

Pero seamos sinceros: no hay una forma digna de llevar este complemento, por mucho que os empeñéis.



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Esa camiseta de Cocoloco

Y cuando hablamos de Cocoloco, también hablamos de Pacha Ibiza, y de otras tantas discotecas de moda, que se encuentran en playa, o que son más frecuentadas en verano. De vez en cuando, salía algo de merchandising, dando lugar a estas camisetas con frases pseudo originales, de ligoteo, que eran más propaganda que moda.

No te mientas, en su época tú también te morías por alguna.

Pero ¿a que ahora agradeces no haber conseguido una? Porque si la tuvieras, a día de hoy la estarías usando como pijama.



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El gorro de pescar

Fue una de esas cosas horribles, pero prácticas a la vez. Era uno de esos gorros típicos de pescador, a los que sólo le hacía falta ponerle alguna chapita para personalizarlo. No sólo se usaba de día, sino que también había una versión elegante de color negro. E incluso plastificado para los días de lluvia.

Podía ser peor, porque algunos incluso llevaban una cuerdecita para atar por debajo de la barbilla, y parecer el paleto del pueblo más escondido de toda España.

Nada podía arreglar eso. Tal vez tirarlo a la basura. Pero el recuerdo está aún ahí.



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Gorros de invierno de marca

Otra de las cosas que más suelen avergonzar, aparte del gorro de pescador, es el gorro de invierno. Se trata de uno de esos gorros de hilo, pero con la marca en grande. Ahí, con el logotipo, para que se viera cuánto nos hemos gastado en esa cutrada.

Intentábamos llegar a ser el rapero del barrio, pero no llegábamos ni a mendigo.

Lo peor es que las marcas eran bastante conocidas: desde Versace hasta Armani, ninguna se salvaba. Craso error.



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Pantalones con bolsillos laterales

Llegó a partes iguales para chicos, como para chicas. Los pantalones con bolsillos en los laterales. Y si eran de campana, mejor, por lo menos en el caso de las chicas. Creímos caer en el colmo de las utilidades, pero terminamos viéndonos con todo el bolso metido en el pantalón.

Que si el abono, bien. El monedero, la cartera. El mosquetón con las llaves. Algún papel que necesitáramos. La consola. (que cupiese la última versión de la Game Boy era un logro), y si hacía falta, una pulsera, dinero suelto, el móvil (si teníamos la suerte de tenerlo), y mil cosas más. Todo cabía ahí, porque realmente eran agujeros negros que se tragaban nuestras pertenencias.

De hecho, aún busco unas 3.000 pesetas que perdí ahí en billetes de 1.000.



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Esos polos

En nuestros años, no había tantas tribus urbanas como ahora. Podíamos distinguir algún pijo, o algún bakalilla, pero poco más. Ahora todo es inclasificable. Pero antes se podían distinguir unos de otros por las marcas.

Y los polos fumarel eran los clásicos de los niños pijos. Se les distinguía por el pelo a un lado, el polo de marca, alguna pulserita (mil en el caso del género femenino), y vaqueros ajustados marcapaquete, con zapatillas también de marca.

Lo horroroso de estos polos era la dualidad de colores, que a veces no llegaban a combinar con nada.



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Pantalones de botones

Que levante la mano quien no tuviera esos pantalones de chándal con botones en los laterales. No sabíamos para qué servían, porque en algunos casos no te los podías quitar completamente. Pero aún así, todos queríamos unos.

Los clásicos eran los azules oscuro, pero lo había de infinidad de colores. Y si eras el más molón del barrio, el último botón no se abrochaba para simular que eran de campana.

Genialmente patético, visto con nuestros ojos de siglo XXI.



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Los calentadores

Sí, para las bailarinas eran muy útiles, pero para las chicas normales era todo un dilema: pensábamos que quedaban bien, pero no llegábamos a saber cómo ponérnoslos. Al final el conjunto -tipo Flashdance- quedaba de lo más horrible.

Se combinaban con mallas ajustadas, camiseta holgada, y algún complemento de color chillón.

Y luego se llegaron a usar para cualquier ocasión, lo cual quedaba mucho peor.



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Chándal de táctel

El chándal de los chándales. El Rey Chándal. Igual no te acordabas de decir “chandal de táctel”. Pero probablemente lo sigas viendo por las calles, porque si los vagabundos y yonkis llevaran uniformes, sería este. Y esta ha sido la moda hortera por excelencia.

El tricolor era, además, algo horrible por partida triple. Igual pensábamos que eso molaba, ya que lo veíamos en “El Príncipe de Bel-Air” en Antena 3.

Vuelve a mirarlo y pregúntate si de verdad molaba tanto.



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