Noticia Xbox One: análisis

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Bueno, ya la tenemos aquí. La primera representante de la que será la próxima generación de consolas ya ha desembarcado en nuestro país y llevamos un montón de horas probándola. Xbox One se adelanta a PS4 por unos días y consigue golpear primero, algo que le funcionó con Xbox 360 y que en Microsoft esperan volver a repetir ahora.

Y tras unos días con ellas debo ser sincero y compartir un secreto con todos vosotros: si esto es la nueva generación de consolas me temo que no debo ser el target potencial. Y es que aquella sensación de incredulidad que me embargó al pasar de PSX a PS2 o de PS2 a Xbox 360 no se ha vuelto a repetir. Aquel deseo por jugar a todas horas, por explorar los rincones más escondidos de la interfaz de usuario, por mirarla y pensar en el montón de horas que teníamos por delante y en el tremendo cambio que había experimentado desde la generación anterior.


Quizá es una tontería pero aquella Xbox 360 recién sacada del horno o aquella increíble PS2 que acaba de comprar me hacían sentir orgulloso de poseerlas. Era un ¡por fin la tengo aquí! El tiempo ha pasado y parte del problema puede que sea mío al haber perdido la candidez de hace unos años, la mirada infantil ante este tipo de productos… no lo se. El caso es que sin restarle mérito a Xbox One, no siento lo mismo.

Microsoft a la conquista del hogar

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Claro, algo tendrá que ver el enfoque de la consola. Microsoft ya no pretende simplemente crear una consola buena y duradera, lo que quiere es conquistar el salón. Esto es una guerra por el comedor, por llegar y nombrarse caudillo del entretenimiento en casa. Una situación diseñada por Microsoft para que Xbox One se convierta en el epicentro de todo aquel contenido de ocio que pase entre esas cuatro paredes.

“Una guerra por el comedor, por llegar y nombrarse caudillo del entretenimiento en casa.”

Sólo así se entiende esa vocación híbrida de la que hace gala Xbox One. Es un centro multimedia, un dispositivo para navegar por internet, para consumir música, películas y experiencias sociales (todas compradas en su respectiva tienda on-line), una forma de contactar con tus amigos, de subir y compartir contenido y bueno, también es una consola con juegos.

Pero es que esta guerra en la octava generación de consolas no se librará sólo en los juegos y en las características técnicas de las máquinas, esta guerra será más compleja. Posiblemente girará en torno a los servicios agregados que cada consola pueda ofrecer y Microsoft, consciente de lo que se juega y de cuales son sus herramientas, ha preparado a Xbox One para luchar a largo plazo contra todo tipo de eventualidades.

“Será una guerra a largo plazo y puede que no la gane ni el que presente la máquina más potente ni el que tenga mejores juegos.”

En el fondo, si lo pensáis, Xbox 360 empezó siendo simplemente una consola y durante sus últimos meses de vida aspiraba a ser algo más. Un “hub” de servicios online al que las características técnicas de la consola se le quedaban pequeñas. Con Xbox One la compañía de Redmond sigue esa misma tendencia y parece que el hardware de la consola está sobradamente preparado para lidiar con los servicios actuales y los que estén por llegar. Como decía, esta será una guerra a largo plazo y puede que no la gane ni el que presente la máquina más potente ni el que tenga mejores juegos.

Otro punto que juega a favor de Microsoft es la existencia de un cada vez más poblado ecosistema Windows 8. Aplicaciones para sus PC’s, tabletas y smartphones que acabarán conviviendo con Xbox One a la larga. Una relación de dos direcciones que puede acabar beneficiando a todos.

Xbox One, hardware y diseño

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Lo primero que llama la atención de la nueva consola de Microsoft es su tamaño. Es grande, demasiado grande, y sólo puede colocarse en posición horizontal. Algo a lo que deberemos acostumbrarnos cuando redistribuyamos el espacio que ocupará.

Pero pese al tamaño (274 × 79 × 333 mm) Xbox One no pesa demasiado y realmente es fácil de colocar. Eso si, da la sensación de que la mayoría de su carcasa está vacía y que lo que tenemos entre manos no es más que un PC de diseño. Un PC que ventila por los laterales e incluso por la parte superior así que tened cuidado y no coloquéis nada en la superficie estriada.
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El frontal de Xbox One y su parte superior

En cuanto a su diseño sólo puedo decir que es elegante. Formas armoniosas y rectangulares que vienen acompañando a todo lo que rodea la consola. Desde el cargador hasta los menús de la interfaz. Digámoslo así, la forma rectangular lo es todo en esta Xbox One y aunque su diseño es sencillo y hasta aburrido si me apuráis, es cierto que encaja como un guante en la mayoría de salones.

Ante una televisión plana de un tamaño considerable la Xbox One es capaz de buscar su espacio y no llamar demasiado la atención. Algo que habiendo visto otras propuestas de Microsoft en cuanto a diseño industrial (digamos que no es su fuerte) se agradece.

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Xbox One en relación a uno de sus nuevos mandos

Racionalista, grande y rectangular dejando sólo pequeñas pinceladas de alegría en ese juego de doble material entre el negro mate y la superficie negra brillante. Un motivo que, por cierto, se repite también en el transformador de tamaño ladrillo que acompaña a la consola.

Sí, seguimos con un transformador de dimensiones considerables en pleno 2013. ¿Inadmisible?

Lo cierto es que con semejante cacharro, recordad que las dimensiones de Xbox One no son para nada contenidas, se hubiera podido buscar la manera de insertar el transformador dentro de la carcaza y que de ella sólo saliese un elegante y discreto cable. Pero claro, la consola pesaría más y posiblemente la temperatura también se resentiría.

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La parte trasera y los conectores de Xbox One

En cuanto a conexiones Microsoft si se ha soltado la melena y es que encontraremos salida y entrada HDMI, audio digital, dos USB, un tercer USB en el lateral que vendrá de perlas para cargar el mando, la conexión de red Ethernet Gigabit y una entrada especial para Kinect. A nivel interior podemos resaltar el lector Blu-Ray y el disco duro de 500GB. Una cifra respetable en un principio pero que se queda corta enseguida, sobre todo al darnos cuenta de que un juego instalado puede ocupar 40 o 50GB. ¿A que ya no parecen tantas?

Repasemos a nivel de hardware lo que lleva la consola. Recordad que podéis volver a visitar nuestro especial sobre la CPU, la RAM y la GPU de las consolas de nueva generación.

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Algo a destacar de manera positiva es el ruido y la temperatura de la consola. Quizá Microsoft, sabiendo lo mucho que habían sufrido las primeras unidades de Xbox 360, ha decidido cortar por lo sano. Xbox One tiene la mayor parte de su superficie (toda la zona estriada superior y de los laterales) dedicada a disipar el calor. Será normal sentir un flujo de aire calienta siendo expulsado por esas zonas y es algo totalmente normal.

En cuanto al ruido, tres cuartos de lo mismo. La consola, sin ser un cementerio, es mucho más silenciosa que su antecesora y eso es algo de agradecer. Ya no hará falta jugar con cascos a las tantas de la noche con tal de evitar subir el volumen para enterarse de lo que dicen los personajes.

Resumiendo, a nivel de diseño industrial Xbox One parece un producto sólido y bien construido. Está claro que no marcará un antes y un después o que acabará siendo tendencia como ocurre con los productos Apple pero ni lo necesita ni lo pretende. Sí da esa sensación de ser algo de calidad por el precio que cuesta y eso, viendo cómo son las últimas Xbox 360 que se están poniendo a la venta (todas de un plástico horrible y un acabado malísimo si las comparamos con las de hace unos años) es de agradecer.

Xbox One en imágenes

(Haz click en una imagen para ampliarla)































Xbox One, el mando a examen

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Microsoft partía con ventaja en lo que se refiere al mando de Xbox One ya que su antecesor ha sido considerado como uno de los mejores mandos de consola jamás fabricados. Cómodo, grande, espacioso, ergonómico pero con un par de fallos puntuales que en Microsoft se han empeñado en reparar.

El nuevo mando de Xbox One es un poco más pequeño que el mando tradicional de Xbox 360 y llega ligeramente rediseñado pero manteniendo la misma esencia. El botón Xbox se ha desplazado hasta la parte superior, los botones parecen ser más grandes, Start y Back se han convertido en View y Menu, y se ha reajustado el espaciado entre la cruceta y los joysticks.
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Interesante la textura de la goma que recubre las palancas cóncavas

Pero las dos novedades más importantes las encontraremos en los botones superiores, los consabidos R1 y L1 que en esta ocasión parecen un poco más incómodos de pulsar que antes. Eso sí, los gatillos son una auténtica delicia. Más grandes, recogen perfectamente el dedo y además con vibración gracias a dos pequeños motores para que la experiencia sea más inversiva.

Y también en la cruceta que, atendiendo a las peticiones de los fans, ha sido completamente rediseñada y responde muchísimo mejor. Estas son las características técnicas que ofrece Microsoft sobre el mando de Xbox One, las vemos y os comento un par de cosas que son impensables a estas alturas de la película.

  • Batería: podemos ponerle 2 pilas AA o una batería recargable de Ion-litio.
  • Botones: botón Xbox, botón View, botón Menu, cruceta, botones de acción (Y,B,A,X), R1/L1/R2/L2/R3/L3 y dos sticks analógicos.
  • Conectividad WiFi Direct.
  • Comunicación con Kinect a través de infrarrojos.
  • Puerto USB para cargador.
  • Puerto para el headset.
  • Compatibilidad con Windows prevista para 2014.

Es cierto que el mando de Xbox 360 siempre ha sido impulsado por la potencia de dos sencillas pilas. Y también es cierto que se podía adquirir una batería para sustituirlas que se compraba a parte. Pero claro, ese mando venía arrastrándose desde 2005. ¿Era muy descabellado pensar que el nuevo mando de Xbox One llegaría con una sencilla y cómoda batería incluida? ¿No estamos en pleno 2014 y la consola cuesta casi la mitad de un sueldo?

“Un mando de una consola como Xbox One no puede venir con pilas y sin una batería recargable de serie. No puede.”

Pues lamentablemente no. El mando de Xbox One funciona a pilas (aunque muy inteligentemente integradas esta vez, sin tener que recurrir a la mochila trasera del mando antiguo) y aunque no se han gastado en los tres días intensos que llevo con ella creo que hubiese sido justo añadir una batería recargable y un cable USB dentro del pack. La consola vale 499 euros y no podemos ir, en un producto que se supone a estas alturas casi de lujo (en la situación económica actual comprarse una consola de lanzamiento, sin apenas juegos y por este precio es un lujo), todavía con pilas.

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En el nuevo mando de Xbox One las pilas van integradas en la carcasa

Microsoft quiere que nos acabemos comprando el kit de carga por unos 23 euros. No, no nos vamos a arruinar por ese precio, pero deberían haberlo incluido de serie.

Kinect 2, algo básico en la experiencia Xbox One


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Si me llegan a decir que estaría hablando maravillas de Kinect hace un par de años creo que no me lo hubiera creído. El primer Kinect prometía todo y acabó resultando un absoluto nada. Una cámara que no supo atraer la atención de los desarrolladores ni de gran parte del público jugón (yo incluido). Dos o tres años después de su lanzamiento ya no era más que una anécdota que nos había dejado juegos mediocres por el camino y un montón de lag junto a ellos.

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El nuevo Kinect respeta las formas rectangulares de Xbox One

Por eso nos sorprendió ver cómo Microsoft volvía a la carga con Kinect 2 en Xbox One. Esta vez es parte de la consola, viene de forma obligatoria en todos los packs, y por fin encuentra su razón de ser.

Kinect 2 ha mejorado en todas sus prestaciones. Tiene muchísima más calidad de imagen, enfoca mucho más rápido, capta el sonido en estéreo, detecta la profundidad mejor, a mucha más gente en la sala delante de la consola y además ha reducido el lag muchísimo. Ahora sí que es una herramienta la mar de interesante para que los desarrolladores le saquen provecho.

Algo que Microsoft ha conseguido directamente desde el nuevo sistema operativo de Xbox One. Kinect se convierte así en parte indispensable en nuestra interacción con la consola gracias a los comandos de voz, los movimientos o automatismos tan futuristas como detectar quién sostiene un mando y automáticamente iniciar sesión con él. En muchas ocasiones parecerá estar ante una consola del futuro, algo muy novedoso y que por primera vez sí que nos da la sensación de haber invertido en una next-gen.

En muchas ocasiones parecerá estar ante una consola del futuro.

Si se queda en la anécdota o el efecto permanece es algo que sólo dirá el paso del tiempo. Pero poder interactuar con la consola mediante comandos de voz requiere que el software esté preparado para reconocer casi cualquier cosa. Apple y Google tienen dos asistentes que manejan la mar de bien el reconocimiento fonético, lamentablemente Kinect no está todavía a la altura. Es una cuestión de software así que es de esperar que con sucesivas actualizaciones lo arreglen pero la realidad es que para comunicarse con Xbox One hay que aprender una serie de comandos. Rubén lo explicaba muy bien hace poco.

En resumen, Kinect 2 es un dispositivo que llega hasta donde su predecesor llegaba sólo en los vídeos promocionales. Y eso es algo muy positivo. Por fin parece una herramienta de la que se pueda sacar provecho y que permita que los desarrolladores den rienda suelta a su creatividad. Veremos si la aprovechan.

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La parte lateral del nuevo Kinect 2 tiene las mismas estrías que Xbox One

Por cierto, no podemos cerrar el capítulo Kinect sin mencionar su nuevo diseño. Kinect 2 es mucho más grande que su antecesor, sigue las mismas pautas de diseño que Xbox One y no desentona en el conjunto. Eso sí, es grande como el solo, pesa bastante y requiere de una superficie amplia y estable para funcionar. Puede que tengáis que hacer malabares para instalarlo en vuestras habitaciones.

Lo bueno es que a nivel de altura sólo pide como distancia mínima 60 cm desde el nivel del suelo y podemos elevarlo hasta los 1,80 metros. Eso, junto a la reducción de la distancia mínima a la que jugar hace que el sistema sea más adaptable a la mayoría de habitaciones españolas.

Windows 8 llega a Xbox One


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La nueva interfaz de Xbox One

Xbox 360 sufrió varios cambios de timón durante su vida útil. Empezó siendo una consola que sólo apostaba por juegos y conexión al Xbox Live y acabó queriendo ser un hub multimedia para toda la familia que apostaba, además, por conectarse con las redes sociales y ofrecer servicios de entretenimiento.

Lógicamente su interfaz de usuario fue variando con el tiempo. Minimizándose, adaptándose a las necesidades y ofreciendo el contenido de un modo directo y visual. Xbox One mezcla esa tendencia con los peculiares “tiles” de Windows 8 y el resultado, aunque vistoso, está lejos de ser redondo.

Mediante diversas pantallas se nos ordena el contenido en aplicaciones, juegos, películas y demás. La navegación por ellas es sencilla y Kinect puede ayudarnos si no nos da la gana de usar el mando. Eso sí, configurar y entender el funcionamiento de las aplicaciones y las características de Xbox One exige demasiado. La curva de aprendizaje no es intuitiva ni sencilla, a menudo nos veremos abocados a leer tutoriales y a consultar la sección de ayuda para saber qué demonios significa esto o aquello.

Como por ejemplo el concepto de Acoplar. Algo que quizá los usuarios de Windows 8 tienen muy por la mano pero que en Xbox One, aunque interesante, resulta forzado y tosco. Sobre todo por que nadie nos ha explicado cómo funciona y si realmente tiene ventajas más allá de reducir la pantalla de juego y poder estar viendo el timeline de alguna aplicación social en la parte derecha.

“Una pantalla principal llena de reclamos diversos en la que, al final, no destaca nada.”

Realmente la base es buena y posiblemente se vaya mejorando actualización tras actualización. Es curioso ver como la oferta de entretenimiento en un dispositivo así converge de manera clara. Nuestros juegos, las series de televisión que podemos comprar, las películas o las aplicaciones de moda se mezclan para ofrecernos una pantalla principal llena de reclamos en la que, al final, no destaca nada.

En Windows 8 me siento perdido y en Xbox One también. Será la costumbre y posiblemente a base de horas acabaré acostumbrándome. Pero es que el interfaz de Xbox 360 había llegado a ser tan claro, directo y limpio que este paso adelante parece un paso atrás.

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No es Windows 8, es Xbox One

Imagino que pese a todo es un paso lógico dentro del ecosistema de Microsoft. Que converjan los dispositivos, sus interfaces, sus prestaciones… y que al final la experiencia que ofrecen pueda ser consumida y compartida por todos. Pero, ¿requiere lo mismo una consola que un ordenador personal y que un móvil de última generación?

Eso sí, a nivel servicios de cara al usuario se han dado varios pasos adelante que son de agradecer. Especialmente llamativa (y viral) es la opción de grabar 30 segundos de vídeo (hasta cinco minutos si descargamos la correspondiente aplicación) con tan sólo ordenarle a Kinect que grabe. Luego podremos editar el vídeo y subirlo a SkyDrive o compartirlo con nuestros amigos.

Todo de un modo fluido aunque, de nuevo, requiere una curva de aprendizaje demasiado compleja hasta llegar a dominar el sistema. ¿Es necesario mostrar aplicaciones, en la pantalla principal, que realmente no tienes instaladas?

SmartGlass, esa segunda pantalla

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Microsoft tuvo claro desde el principio que una segunda pantalla sería algo cada vez más importante en el entretenimiento del futuro. Una estrategia que Nintendo apoya de la manera más decidida posible con su Wii U y que hasta ahora, aunque marginal, también se encontraba en Xbox 360 con la aplicación SmartGlass.

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Una aplicación que ha sido rediseñada por completo para la ocasión y que ahora sí puede considerarse como una auténtica extensión de la experiencia de juego en Xbox One. ¿Cómo lo han hecho? Gracias a la tecnología WiFi Direct. La aplicación ya no se conecta a los servidores de Xbox Live para contrastar la información que le llega, ahora se conecta directamente a la consola.

El resultado es que el lag casi ha desaparecido, la conexión es mucho más rápida y los desarrolladores pueden integrar funciones muy interesantes. Un ejemplo de ese uso es ‘Dead Rising 3’ en donde nuestro teléfono se convierte en una extensión del que tiene el protagonista.

Además con la aplicación SmartGlass podrás decidir qué aplicaciones y juegos están anclados en la pantalla principal, ver los vídeos que hagan tus amigos, consultar los logros e incluso lanzar aplicaciones en la consola desde tu móvil o tableta. Vamos, que con el paso del tiempo y a medida que los servicios televisivos lleguen a España podría convertirse en un auténtico mando a distancia. Tiempo al tiempo.

Ahora que SmartGlass es más potente y, de un modo semejante a Kinect, ya tiene más sentido y utilidad es de esperar que los desarrolladores abracen la tecnología para crear contenido y expandir la experiencia de juego. Nintendo tiene a Wii U, Sony tiene a su PS Vita funcionando junto a PS4 y Microsoft tiene un increíble ecosistema de tabletas y smartphones a su servicio.

Conclusión

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La nueva generación ya está aquí y no estoy muy seguro de si me la esperaba así. Aún quedan unos días para que vea la luz PlayStation 4 y quien sabe si cambiará mi punto de vista. No lo creo.

De cualquier forma Xbox One es una consola sólida, una propuesta muy interesante por parte de Microsoft que viene a dejarle claro a todo el mundo cual es su plan para ganar la consabida batalla por el comedor. Una consola por la que debe pasar todo el entretenimiento de la casa, un “hub” multimedia definitivo que lo mismo te avisa de la programación como te pone una de romanos o, lo que es mejor, te deja jugar al ‘Ryse: Son of Rome’.

Un buen mando, una máquina grande pero elegante, una potencia decente aunque no rompedora y una cámara que viene a ser la versión buena de la que vendían hasta hace no muy poco. ¿Es suficiente para que lo llamemos nueva generación? Debemos pedirle más, debemos pedirles más.

Si esta batalla no la va a librar la potencia y puede que ni los juegos sean un factor clave para ganarse al gran público pidamos pues lo único que queda, servicios. Unos servicios que puede que en Estados Unidos funcionen pero que a España están lejos de llegar. Quizá entonces disfrutemos de verdad de lo que significa una nueva generación de entretenimiento interactivo y sepamos ver todas las bondades en conjunto de propuestas como esta Xbox One.

De momento, las novedades que aporta son pocas aunque luzcan mucho. ¿Realmente el salto a una nueva generación de consolas se puede basar en que Kinect te reconoce mejor y en que puedes grabar vídeos de 30 segundos? Yo le pido más. Creo que Microsoft y Xbox One deben darme más como usuario. No me conformo con lo que ofrece Xbox One en España. Tienen tiempo y margen de mejora, eso sí.

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La noticia Xbox One: análisis fue publicada originalmente en Vidaextra por Dani Candil.

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