Noticia Mitos a los que la tecnología dejó fuera de juego



Allan Stewart Königsberg, más conocido como Woody Allen es uno de los cineastas más prolíficos de las últimas décadas con alrededor de cincuenta títulos dirigidos desde que se estrenó en 1966 con What’s up, Tiger Lilly? en 1966. Manhattan, Delitos y Faltas, Zelig o La última noche de Boris Grushenko son algunas de las obras maestras de uno de los directores intelectualmente más estimulantes. Director que ahora se siente completamente descolocado por las nuevas tecnologías.

El pasado 13 de enero una noticia hizo temblar los cimientos de la industria audiovisual: Woody Allen había llegado a un acuerdo con Amazon para realizar su primera serie de televisión. Esto ocurrió sólo dos días después de que Transparent -también producida por Amazon- se convirtiera en la primera serie emitida por streaming en llevarse uno premio importante al alzarse con la estatuilla a mejor comedia en los Globos de Oro, una Gala en la que Kevin Spacey se llevó el premio a mejor actor en una serie dramática por su papel en House of Cards, producida por Netflix.

Woody Allen, más neurótico de lo habitual por su acuerdo con Amazon




Pero lo que parecía listo para ser un auténtico bombazo tiene al director neoyorkino atacado de los nervios -que por otro lado tampoco sería algo muy difícil-. Así lo ha reconocido el de Manhattan en una entrevista concedida a Deadline durante la promoción de Irrational Man, su nueva película. “No tengo ordenador, nunca he visto nada on line ni tengo un procesador de textos” explica.

A renglón seguido, es preguntado por cómo se reconcilia eso con haber firmado un acuerdo con una plataforma de streaming y Allen asegura que es la primera vez que escucha esa palabra. “Me arrepentí desde el momento en el que dije que sí”. Según el cineasta, Amazon le persiguió durante año y medio ofreciéndole total libertad creativa y mucho dinero. “Pensé en hacerlo como una película y dividirla en seis partes. Pero resulta que no funciona así, espero que no piensen ‘Dios mío, le hemos dado una gran cantidad de dinero y libertad ¿y esto es lo que nos da?'”. En una entrevista al LA Times, Allen lo resume de una forma mucho más contundente: “No sé qué estoy haciendo. Creo que será vergüenza cósmica”.

Puede que estemos ante las neuras del neoyorkino en su estado más puro y real, pero también es un gran ejemplo de cómo las nuevas tecnologías dejan fuera de juego a algunos líderes de sus campos al ver cómo les cambian el tablero.

La prensa de papel, de garante de la información a pollo sin cabeza




Durante más de un siglo, la prensa de papel ha sido la gran representante de la información. Hoy es poco más que una sombra envuelta en una crisis de identidad en la que no sabe muy bien qué dirección debe tomar. Es cierto que se ha visto envuelta en la tormenta perfecta, en la que el cambio en los hábitos de consumo ha coincidido con una crisis económica que ha hecho caer en picado la inversión publicitaria, mermando seriamente sus dos fuentes de ingresos, pero lo cierto es que ningún gran medio ha logrado dar todavía con la fórmula que haga rentables las grandes estructuras que mantienen, mientras que otros medios digitales más pequeños sí que obtienen beneficios, en España tenemos el ejemplo de eldiario.es.

En pleno 2015, cuando medios nativos digitales ya son referencia como el Huffington Post, hay empresas periodísticas que siguen hablando de “proceso de transformación digital”, como ocurre en la nota que Unidad Editorial envió a todos sus trabajadores cuando el pasado 30 de abril cesó al director Casimiro García-Abadillo. Esperemos que para cuando el Sol explote algún medio haya completado este proceso.

A la industria del cine y de la música les ha costado, pero finalmente han aceptado que Internet es su amigo y no su enemigo. Pero sólo después de una larga década gimoteando por las descargas ilegales han abrazado plataformas como Netflix, Spotify o Google Play, dejando de ganar mucho dinero mientras protestaban.

Amazon, al rescate del sector editorial




La industria del libro ha tenido más suerte, la tecnología que permitía consumir libros electrónicos de forma cómoda ha tardado más en llegar, y para entonces Amazon ya tenía lista una infraestructura que les permitió dar el salto al digital de forma rápida, pero este cambio vino de la mano de un gigante de Internet no de las “big five” (Penguin-Random House, Hachette, HarperCollins, Simon & Schuster y Macmillan).

Los maestros relojeros suizos pueden ser los siguientes en verse amenazados por el avance de la tecnología con el auge de los smartwatches y de Android Wear. Durante la pasada Baselworld, la feria más importante de relojería y joyería que se celebra cada primavera en Basilea, había una cierta expectación para ver cómo reaccionaba la industria a la presentación una semana antes del Apple Watch, pero en la feria se pudieron ver más bien pocos signos de reacción, aunque algunas firmas presentaron modelos con algunas características típicas de los smartwatch como sensores biométricos y con capacidad para sincronizarse con smartphones.

Los relojeros suizos y la industria del automóvil se preparan para el temporal




Pero no ha sido hasta el anuncio de Tag Heuer que la industria suiza se ha lanzado de pleno a por el smartwatch con un modelo que costará unos 1400 dólares. No es la primera vez que los relojeros suizos tienen que hacer frente a una amenaza similar. En la década de los setenta la llegada de modelos japoneses mucho más baratos que los suyos redujeron las ventas y parecía condenar a muerte a la industria, pero hicieron de la calidad, durabilidad y tradición su fortaleza y finalmente salieron adelante. Veremos si eso es suficiente para enfrentarse a un cambio tecnológico tan grande como es el salto al reloj inteligente o si esta vez deberán hacer más cambios para evitar la extinción.

La industria del automóvil puede ser la próxima en enfrentarse a un gargantúa tecnológico que amenaza con dejarles atrás de la noche a la mañana. Google lleva años trabajando en un coche autónomo que puede funcionar sin necesidad de conductor que podría empezar a circular por las calles este mismo verano, y los grandes fabricantes ya se están moviendo. Google ha logrado que los grandes fabricantes alemanes -Mercedes, BMW y Audi- unan sus fuerzas para hacerse con HERE Maps, el sistema de navegación de Nokia. Su objetivo es poder desarrollar su propio sistema ante la posibilidad de que Google acabe lanzando un sistema abierto para coches autónomos de forma similar a lo que ha hecho con Android en el mundo de los smartphones.

Tecnología que devora a sus padres




Precisamente Nokia es otro gran ejemplo de un gigante que fue totalmente atropellado por el avance de la tecnología, llamativo tratándose de una empresa del sector tecnológico, pero lo cierto es que en la empresa finlandesa no supieron ver la amenaza en los primeros smartphones y no reaccionaron hasta que era demasiado tarde y su otrora dominante división de móviles acabó siendo absorbida por Microsoft.

Pero sin duda el caso más paradójico fue protagonizado por Kodak, la mítica empresa de película fotográfica que en 2012 suspendió pagos ahogada por el auge de las cámaras digitales… una tecnología que la propia Kodak había desarrollado en primer lugar y que acabó por convertirse en una especie de Golem que obligó a su creador a reinventarse para evitar la desaparición.

“Mejor empieza a nadar o te hundirás como una piedra, porque los tiempos están cambiando” cantaba Bob Dylan en 1964 y el brutal cambio tecnológico de las últimas décadas puede descolocar al más grande, y si no que se lo digan a nuestro adorado Woody. “Tu antigua carretera se desvanece rápidamente y el que ahora va primero puede luego ser último”, cantaba Bob Dylan.

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