Desde el primer día que comencé a consumir el cine de superhéroes me encontré con una lucha interna: lo visto en la gran pantalla no reflejaba fielmente los acontecimientos de los cómics. Spider-Man lanzaba telarañas desde su muñeca y Donald Blake no era más que un guiño en las cintas de Thor, pero eso no debía calificarse como un error.
Las adaptaciones actuales simplemente siguen otros derroteros creativos que, respetando ciertas bases, pueden crear otras formas de proyectar los mismos acontecimientos. En esta línea se sitúa la saga del Guantelete del Infinito en el UCM, que arroja por la ventana cualquier adoración de Thanos hacia la Muerte y lo presenta como un ser cuya filosofía extremista debe cumplirse.
Revisando el material original, comprendí que Disney no podría atreverse a llevar a cabo exactamente lo que Jim Starlin, George Pérez y Ron Lim imaginaron entre julio y diciembre de 1991. Aquellos seis números son considerados una de las sagas fundamentales de Marvel, pues reunieron una vez más a los mayores héroes del universo para enfrentarse a una amenaza común.
El poder, tiempo, alma, realidad, mente, y espacio son las gemas del infinito que conceden un poder colosal a Thanos en su búsqueda de contentar a la Muerte. Tal es la magnitud de su omnisciencia que el todopoderoso Mefisto se postra a sus pies, por lo que las alertas deben dispararse. Silver Surfer aterrizando en mitad del Santa Sanctorum de Doctor Strange, desesperado, es una imagen icónica que muestra al antiguo heraldo de Galactus solicitando ayuda.
Es a partir de este momento cuando comprobé que el UCM jamás se hubiese atrevido a ser tan explícito como su contrapartida en los cómics. La Muerte rechaza, sin ninguna palabra, mostrar afecto alguno hacia Thanos, el cual se desespera y convoca a Nébula para torturar a su nieta. La mantiene en un limbo entre la vida y la muerte insoportable, el cual va más allá del dolor que le inflige en Endgame.
El chasquido sí que es igual de cruel, pero sus consecuencias son todavía peores. Los Kree y los Skrull inician otra guerra creyendo que todo se trata de una estratagema de la especie enemiga. Mientras, los Vengadores comienzan a reunirse bajo el liderazgo de un Adam Warlock que está sencillamente espectacular. No revela todas sus cartas a sus compañeros para que no se produzca ningún fallo, pero también sirve para mantener en tensión al lector en todo momento sobre sus intenciones reales.
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El Tribunal Viviente, el Vigilante, Eternidad y otras innumerables entidades cósmicas se reúnen para discutir sus próximos movimientos, pues incluso ellos están amenazados por la figura de Thanos. Además, en un arrebato de pura rabia, Thanos sacude el guantelete y crea semejante onda de energía que arrasa con sistemas solares enteros y produce un temblor en la Tierra que desajusta al planeta de su eje de traslación. El efecto es tal que provoca maremotos, terremotos por doquier, incendios y una catástrofe seguramente superior al hecho de evaporar a la mitad de la población.
Con todo, hasta este momento, hay suficientes viñetas para dejar claro que a principios de los 90 se destilaba otro tipo de contenido que es casi imposible de ver un escaparate tan global como el cine. Los héroes rudos, poderosos y una tendencia salvaje hacia la violencia comenzaba a destilarse por aquellos tiempos y se nota en los enfrentamientos. El mejor ejemplo es el de la Viuda Negra viendo impotente cómo no puede rescatar a todos aquellos que sufren en mitad del caos o al mismísimo Iron Man contemplando cómo toda California y la costa Oeste estadounidense se hunde bajo el mar; por no hablar de la simple presencia de la Muerte como concepto y como ente físico.
Evidentemente, los héroes no dan abasto, por lo que solo los más fuertes están preparados para lanzarse a la batalla contra Thanos. Aún así, son reducidos de formas tremendamente ingeniosas, como cubrir con una masa dura a Namor y a Hulka, convertir el adamantium de Lobezno en goma o encerrar la cabeza de Cíclope en un cubo. Hay una puesta en escena realmente potente que tan solo se ve salpicada por un lugar para la batalla que no está a la altura. Una suerte de panteón bastante pequeño en mitad de la absoluta nada del cosmos no parece el terreno predilecto para un combate.
Pero por fortuna hay suficientes giros de guión en muy pocas páginas que demuestran la inventiva de Starlin para poner en jaque cualquier posible final. Nébula roba el guantelete, pero no es capaz de dominar su poder; Thanos parece perdido, pero regresa en el último momento; todas las entidades cósmicas atacan a la vez, pero palidecen frente al poder del guantelete. Una concatenación de acontecimientos geniales que terminan con un Adam Warlock apoderándose del objeto más deseado.
Bien es cierto que le guardo un mejor recuerdo a las Secret Wars con las que Marvel dio el pistoletazo de salida para los macroeventos, pero no se puede negar que el Guantelete del Infinito es un pilar fundamental para comprender la idiosincrasia de La Casa de las Ideas. Por eso ansío la nueva puesta en escena que pueden lograr los hermanos Russo, a pesar de que para ello hayan tenido que recurrir al pasado devolviendo a Robert Downey Jr. a escena.
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La noticia Qué estamos leyendo: el UCM endulzó la mayor masacre que haya visto Marvel en su historia fue publicada originalmente en Vida Extra por Juan Sanmartín .
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