Noticia Mitos de la salud creídos comúnmente

Desde tiempos inmemoriables, existen ciertos mitos relacionados con la salud, que no tienen ninguna demostración científica. Hoy te vamos a enseñar un par de ellos, y te los vamos a desmotar, para que no vuelvas a caer nunca más en ello.


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Nuestras abuelas no son doctores

Hemos visto muchas veces cómo la sabiduría de nuestras madres y abuelas nos han llevado lejos. El problema es que no siempre han llevado razón, y el avance de la ciencia y de la tecnología, han demostrado que a veces, no es sabiduría lo que tenían, sino simple y llanamente, superstición.

Muchos de estos mitos que vamos a ver, tienen relación con engordar, y con propiedades de algunos alimentos. Algunos tienen fundamentos que, en principio, hacen que tuvieran razón, pero no todos ellos. ¿Cuántos mitos te creías hasta ahora?



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Comer por la noche engorda

Da igual a qué hora comas, si siempre consumes las mismas calorías: el factor de la hora del día no influye. El problema de este mito, son sus condicionantes. Comer por la noche no engorda, pero hábitos como no dormir las horas necesarias, pueden conllevar a una mala alimentación.

Así, si una persona tiene un horario de trabajo nocturno, y el resto de sus hábitos giran en torno a ello, no hay ningún problema, porque seguirá descansando bien. Pero si la persona, no duerme demasiado, el cuerpo cree que estamos quemando calorías cuando no es verdad, y como consecuencia, pide más comida. Se tiene más hambre, y al final comemos más calorías de las que consumiríamos si tuviéramos unas horas de sueño adecuadas.



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Los carbohidratos engordan

Todos los alimentos engordan. Es verdad que algunos alimentos tienen más valor energético que otros, pero si consumimos un determinado número de calorías al día, repartidos entre los distintos tipos de alimentos, el comer carbohidratos no tiene por qué engordar.

Es decir, todo en exceso es perjudicial. No podemos alimentarnos únicamente de carbohidratos, pero tampoco deberíamos alimentarnos únicamente de lechuga y tomate. Así que la clave, como siempre está en mantener una dieta equilibrada para sentirnos mejor.



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Hay que beber ocho vasos de agua al día

También es el mito de “se debe beber dos litros de agua al día”. En realidad, claro que hay que beber mucha agua al día, pero los humanos estamos acostumbrados a cuantificarlo todo, y necesitamos tener un objetivo para seguir funcionando. De ahí que se dijeran los dos litros u ocho vasos.

Como ya hemos dicho antes, la clave está en el equilibrio. Debemos tomar la cantidad necesaria para hidratarnos, y aunque el agua es lo más habitual, solemos tomar también parte de esta agua en cafés, refrescos, y otros líquidos. Aunque perdemos agua por necesidades fisiológicas, uno de los mejores métodos para saber si debemos añadir más agua en nuestro día a día, es que observemos nuestra orina, que debe ser de un amarillo pálido.



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Los refrescos light son sanos

Puede que los refrescos light tengan menos azúcar y menos conservantes, pero esto no quiere decir que sean sanos. Son sanos en comparación a los refrescos originales. Es como si comparamos un refresco light con un zumo de brick. Los dos tienen conservantes, pero el zumo tiene más fruta. Eso lo hace un poquito menos dañino, pero no sano.

Además, nos dan la falsa sensación de que estamos adelgazando, cuando no tiene por qué ser verdad. Es decir, si consumimos únicamente refrescos light, y nos olvidamos del ejercicio, y de hábitos saludable, nuestro peso podría aumentar todavía.



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La margarina es más sana

Más sana que la mantequilla, al menos. Se dice que porque la margarina tiene origen vegetal, no consumimos tanta proteína animal. Pero el problema es que para convertir el aceite vegetal, que tiene buenas propiedades, en margarina para untar, se pasa por ciertos procesos que pueden ser dañinos para el cuerpo humano.

Es el llamado “proceso de hidrogenación”, donde se añaden algunas grasas que son tóxicas y malas para nuestro cuerpo. Seguro que has oído hablar de ellas: son las grasas “trans”.



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Alimentos con cero calorías

Otro mito muy extendido es que existen alimentos con calorías negativas, es decir, que el esfuerzo por comerlo es mayor que el aporte calórico del alimento. En este caso, el alimento más conocido es el apio. Sin embargo, esto no es verdad.

Marion Nestle, un nutricionista británico, afirmó que era un mito, que aunque la teoría es posible, la práctica demuestra que no es viable, puesto que aunque solo haya unas pocas calorías en un trozo de apio, no quemas tanto al masticarlo. Eso sin contar con que no podemos vivir a base de apio durante mucho tiempo, y no muchos podemos soportar comérnoslo crudo.



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Productos light

Lo mismo que los refrescos light. Si tu dieta “normal”, se transforma en una dieta light, sí que podemos empezar a adelgazar, a base de esos sustitutivos. Pero si creemos que “como esto tiene menos calorías, me puedo comer dos”, no adelgazaremos ni bajaremos de peso para nada.

Es ya más lógica, pero nuestro cuerpo, cuando estamos a dieta, no suele creernos. Así que nos hacemos bocadillos gigantes, con la excusa de que es un producto dietético, y que en realidad, no estás consumiendo tantas calorías.



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Los huevos y el colesterol

Hubo un tiempo en el que nuestras madres nos decían que no podíamos comer huevo porque el día anterior ya habíamos comido, y nos subiría el colesterol. Aunque no deberíamos consumirlos demasiado, porque efectivamente, la yema es una gran fuente de nutrientes y de colesterol, comer un huevo al día no aumenta los valores del colesterol malo.

Como todo, en su justa medida, porque si lo consumimos con moderación, puede resultar beneficioso.



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El mapa de la lengua

Antes estudiábamos que la lengua tenía su propio mapa, y que algunos sabores solo podríamos distinguirlos por una zona en concreto. Pero nos lo creíamos, porque hacíamos la prueba con la sal y el azúcar. Según esta teoría, solo la punta de la lengua podría saborearla. Así que poníamos un poco de sal en otra parte de nuestra lengua y lo comprobábamos.

Al final, no es tal, puesto que eso estaba basado en un estudio poco fiable, que se tradujo del alemán a principios del siglo XX.



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La píldora engorda

Este mito se debe a que las primeras píldoras anticonceptivas que se crearon, tenían una gran cantidad de hormonas, que harían que nuestro cuerpo sufriese grandes cambios. Sin embargo no es así, puesto que esas primeras píldoras tendrían 100 veces más hormonas que las que se consumen actualmente.

De hecho, ahora las píldoras podrían tener efectos beneficiosos, además de los obvios, y se recetan, por ejemplo, para problemas de piel y de desajustes menstruales. Además, según una experta, la doctora Iza, algunas de esas pastillas impiden la retención de líquidos, que es lo que hace que las mujeres aumenten de peso cuando estén a punto de menstruar.



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La leche cura la acidez

Nos decían que para la acidez, lo mejor es que tomáramos un vaso de leche. Algunos expertos, como la doctora Campos, del Hospital Universitario Austral, afirma que este mito tiene su base lógica, y es que la leche neutraliza el ácido del estómago, y por eso, a veces nos alivia. Pero como tiene calcio, al final, estimulamos la secreción gástrica, y la acidez es mucho mayor.

Así que ya sabes, no tomes leche cuando tengas problemas de acidez, porque irá a peor.


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