Noticia ¿Qué son los “árboles de la vida” y cómo se obtienen?

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El árbol de la vida es una representación del parentesco que tenemos todos los seres vivos. Descubrir la forma de sus ramas, moldeadas por la evolución, es el trabajo de los biólogos sistemáticos y taxónomos.


"La afinidad de todos los seres de la misma clase ha sido representada, en ocasiones, por un gran árbol". Este fragmento del Origen de las Especies, escrito por Charles Darwin en 1859, muestra el comienzo de los llamados "árboles de la vida", lo árboles filogenéticos, que no son otra cosa que una forma de representar, como decía Darwin, la relación que nos une a todos. Pero, realmente, ¿en qué consisten? ¿Para qué sirven? Y, ¿cómo se hacen? La taxonomía es una rama científica que depende de la sistemática biológica y que se dedica a la clasificación de todos los seres vivos que habitan este planeta así como a definir las normas de clasificación. Por tanto, es a esta disciplina a la que le corresponde tener la última palabra sobre los "árboles de la vida".

El árbol de la vida


"La afinidad de todos los seres de la misma clase ha sido representado, en ocasiones, por un gran árbol... Así como las ramas se alzan a partir de los brotes frescos, y estos, si son vigorosos, se diversifican y crecen en ramas más delgadas y finas, así, por generación, creo que ha ocurrido con el gran árbol de la vida, que llena con sus ramas muertas y rotas la corteza de la tierra, y cubre la superficie con cada una de sus hermosas ramificaciones".

El nombre de árbol de la vida es una manera romántica, inspirada en las palabras del Origen de las Especies, para llamar a la no tan romántica clasificación de todos los seres vivos. Esta clasificación, imaginaba Darwin, colocaba a cada ser vivo en una posición del árbol, conectados a través de ramas que, según vamos ascendiendo en la línea temporal de la evolución, más se acercan al tronco común. Lo cierto es que el símil es bastante acertado. Aunque a estas alturas se ha quedado un poco obsoleto, la línea evolutiva parece ir de menor a mayor complejidad con el tiempo, como es obvio, creando más y más ramas que nos relacionan.

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Pero como decíamos, la única finalidad de este árbol de la vida es la de presentar la biodiversidad existente y su interrelación. Por ello, actualmente, más que un árbol se suele emplear un diagrama esquemático que surge de un centro circular. Estos tipos de esquemas son más precisos y permite mostrar más especies y su relación. Gracias a los medios digitales, actualmente es más fácil organizar estos diagramas. Pero, aún así, es bastante complejo abarcar la inmensidad que suponemos todos los seres vivos del planeta. Según la clasificación que se estudia, a día de hoy, el árbol de la vida en realidad está dividido en tres grandes dominios: Archea, Bacteria y Eukarya (aunque una versión más moderna divide a los seres vivos solo en Prokarya y Eukarya). Dentro de estos dos dominios, según la clasificación taxonómica más reciente, encontramos siete reinos, donde están las arqueas, bacterias, protozoos, cromistas, hongos, plantas y animales.

¿Cómo se clasifica la vida?


Los reinos a su vez van diversificándose en nuevas ramas. Estas ramas crean nuevas clasificaciones, denominados taxones, que engloban características y organismos similares. El nombre en latín como Homo sapiens indica prácticamente el final de la rama y se refiere al género y la especie de un organismo vivo. Entre medias existen ramas que van creciendo en grosor: familia, orden, clase... De esta manera, y con unos cuantos nombres que definen sus características podemos identificar la posición exacta (más o menos) de un ser vivo con respecto del resto. Pero ¿cómo decidimos a qué taxones pertenece cada ser vivo? La forma clásica de realizar esta clasificación consistía en determinar sus características morfológicas y ecológicas. Mediante similitud y diferencias se determinaba qué lugar ocupa el ser vivo dentro de la rama, o taxón, adecuada.

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Sin embargo, este proceso puede ser bastante engañoso y falaz. Para ponerlo más difícil, a veces es complicado distinguir donde "comienza" una especie y dónde "termina". Así, las técnicas moleculares y genéticas son la medida más efectiva, actualmente, de determinar la posición en un árbol filogenético. Aunque la fisionomía puede engañar, las proteínas y los genes son bastante más sinceros. Para poder realizar la clasificación, normalmente, se analizan diversos marcadores y su parecido con el de otras especies que parecen similares. Así se puede trazar un "mapa" genético y molecular que nos permite saber hasta qué punto están emparentadas dos especies. En esto juegan un papel fundamental los genomas. Secuenciar un genoma nos facilita la comparación entre diversas especies, aunque no es siempre es suficiente para determinar la posición en el árbol de la vida.

Existen proyectos particulares, estudios e iniciativas de todo tipo que tratan de ahondar en el parentesco existente entre los seres vivos. Así el proyecto Tree of Life aúna la colaboración de biólogos de todo el mundo y diversos métodos para crear un árbol de la vida lo más preciso posible. Recientemente, un artículo afinaba la clasificación en el complicado mundo de las bacterias, demostrando, por cierto, su parecido con un verdadero árbol. En definitiva, la creación de los árboles de la vida nos sirve para comprender mejor la biodiversidad que nos rodea, entender algo más los secretos de nuestro mundo y, por supuesto, satisfacer nuestra curiosidad innata sobre la vida.

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