Noticia Un científico español, acusado de participar en un “cártel de citas”

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  • La Unión Europea de Geociencias denuncia "una manipulación considerable" en sus publicaciones.
  • La acusación recae sobre Artemi Cedrà, catedrático de la Universitat de València.

Se llama Artemi Cerdà y trabaja como catedrático de Geografía de la Universitat de València. Hasta la fecha el investigador era reconocido como uno de los mayores expertos en España en ciencia del suelo, una disciplina que abarca el estudio de este recurso natural de la superficie de la Tierra analizando su origen, características, composición química, gestión y los seres vivos que habitan en él. Su nombre, sin embargo, se ha visto envuelto en un escándalo que algunos califican de "cártel de la ciencia" con el supuesto objetivo de autopromocionarse utilizando prácticas de dudosa ética, según denuncian.

La organización europea denuncia que Artemi Cerdà ha realizado una "manipulación considerable" de sus publicaciones

La página Retraction Watch fue la primera en dar la voz de alarma. Hubert Savenije, presidente del Comité de Publicaciones de la Unión Europea de Geociencias (EGU, por sus siglas en inglés), anunciaba la dimisión de un editor ante un caso de "mala praxis científica". Savenije explicaba en una carta que había conocido la situación y, tras la pertinente investigación, concluía que la "manipulación era considerable". Pero, ¿quién era el misterioso personaje?

¿Cártel organizado o simple picaresca?


El editor al que aludía Savenije había trabajado como revisor en dos de las publicaciones más importantes sobre ciencia del suelo, Soil y Solid Earth. Pero no era el único caso donde aparentemente había habido una manipulación. Según informó Retraction Watch, una tercera revista se había visto involucrada en la polémica. Wiley, la editorial de Land Degradation & Development, anunciaba que un científico dejaba su puesto al haberse puesto en marcha una investigación por un escándalo de "citaciones irregulares". El acusado era Artemi Cerdà, que aún consta en la página web como editor jefe de dicha publicación.

El investigador está implicado en un escándalo de "citaciones irregulares" supuestamente con el objetivo de autopromocionarse de forma poco ética

El escándalo no se hizo esperar. Los dos misteriosos personajes involucrados en sendas polémicas eran en realidad la misma persona, según las averiguaciones realizadas por Retraction Watch. La página informaba recientemente de que el catedrático de la Universitat de València se había aprovechado supuestamente de su cargo como editor para sugerir la inclusión de trabajos propios en los artículos que revisaba. Las acusaciones iniciales mantenían que Artemi Cerdà había liderado un "cártel de citas" para autopromocionarse de forma poco ética e irregular. Otros científicos conocedores de la polémica opinan, sin embargo, que se trata de "pura picaresca" y que se realiza de forma más frecuente de lo que se piensa. ¿Estamos realmente ante un grupo organizado o, por el contrario, es un truco habitual a la hora de publicar trabajos académicos?

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Portadas de las revistas que edita la Unión Europea de Geociencias. Fuente: EGU

La Unión Europea de Geociencias, que agrupa a 12.500 especialistas de todo el mundo, inició una investigación al descubrir el escándalo. Tras analizar las publicaciones en las tres revistas bajo sospecha, la EGU calificó de "mala práctica editorial" la labor llevada a cabo por uno de sus editores, Artemi Cerdà, y aclaraba que el resto de científicos involucrados en un primer momento estaban libres de culpa. Entre otros, aparecían inicialmente los españoles Antonio Jordán, Jorge Mataix-Solera, Agata Novara, Juan Murillo y otros científicos como Eric Brevik, Paulo Pereira y Saskia Keesstra, según explicó la entidad en un comunicado.

El escándalo salpicó a otros científicos españoles, pero la organización europea les ha eximido de culpa tras realizar una investigación

Los datos ofrecidos parecían no dejar lugar a dudas: Cerdà había revisado 82 manuscritos, y en 41 artículos había sugerido añadir 622 referencias, especialmente para la revista Land Degradation & Development. El científico español también había participado en otros 51 trabajos, en los que en 38 casos había recomendado añadir 423 referencias más. El análisis de la EGU dictaminó que el resto de investigadores habían aconsejado la inclusión de muchísimas menos referencias bibliográficas, ya que en todo caso no superaban las cincuenta sugerencias frente a las 622 y 423 recomendaciones del catedrático de la Universitat de València. La investigación de la Unión Europea de Geociencias concluía su informe afirmando lo siguiente:


Tras nuestro análisis parece que solo un editor, Artemi Cerdà, violó nuestra normativa ética que establece que "cualquier manipulación de citas (por ejemplo, incluir referencias que no contribuyen al contenido científico de un manuscrito, referencias que únicamente pretenden aumentar las citaciones de un autor o revista) se entiende como una mala praxis científica". No hay pruebas que muestren que los otros editores hubieran violado normas éticas relevantes, y no existe evidencia de que un grupo de editores hubiera formado un "cártel" para incrementar las citaciones de sus publicaciones.
Crecimiento artificial y sospechoso del prestigio


La "manipulación considerable" de referencias bibliográficas no solo había provocado presuntamente un beneficio para el editor acusado. La mala praxis también había tenido una consecuencia relevante: el espectacular aumento del factor de impacto de una de las revistas involucradas, Land Degradation & Development. El factor de impacto (IF, en inglés) es un parámetro que mide la repercusión que ha obtenido una publicación en la comunidad investigadora. Por ejemplo, si queremos calcular dicho valor de una revista en el año 2009, se debe estimar el número de veces que los artículos publicados en esa revista durante el período 2008 y 2007 han sido citados en el 2009. Tras la "manipulación" realizada por Cerdà, en palabras de la EGU, ha aumentado el factor de impacto de las tres revistas implicadas en la polémica, como consecuencia del incremento del número de citas.

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Después de sugerir la inclusión de 622 referencias y 423 citaciones aprovechándose supuestamente de su puesto como revisor, se produjo especialmente un crecimiento artificial y sospechoso del prestigio de una de las publicaciones en las que Artemi Cerdà aparecía como editor jefe. El factor de impacto de Land Degradation & Development aumentó desde un 1,991 en 2012 hasta alcanzar un valor de 8,145 en 2015. Estos datos corresponden al índice JCR (Journal Citation Report), una estimación realizada por Thomson Reuters para calcular el factor de impacto de las publicaciones académicas. "Es una locura. Lo normal es subir medio punto o un punto. Dos si es una revista que crece mucho", explica a Hipertextual una fuente que desea mantenerse en el anonimato y que investiga en la misma disciplina que Cerdà. El factor de impacto de las otras dos publicaciones, Soil y Solid Earth, también se incrementó aunque en una proporción menor.

Al aumentar artificialmente el número de citas, el factor de impacto de una revista en la que Cerdà era editor jefe subió como la espuma

A pesar de que la Unión Europea de Geociencias ha descartado la existencia de un "cártel de ciencia", otra de las instituciones implicadas, la Universidad de Wageningen (Holanda) ha abierto una investigación ante las noticias aparecidas. Uno de sus científicos, Roelof Kleis, escribía un artículo en el que apuntaba a Artemi Cedrà como figura clave en todo el escándalo. La polémica ha circulado en los últimos días fuera de España, sin que el catedrático o la Universitat de València hayan realizado ninguna declaración al respecto. Hipertextual se ha puesto en contacto con Cerdà y con la institución académica para conocer su versión de los hechos, sin haber recibido respuesta en el momento de la publicación de este artículo.

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El rastro de la mala praxis científica puede verse todavía en la red. En la revisión de un artículo que fue publicado en Soil en marzo de 2015, se ve cómo Cerdà sugirió a los autores la inclusión de varios trabajos, algunos de ellos propios. Lo mismo sucede en otra investigación difundida en la misma revista o en un tercer artículo en Solid Earth, por citar solo algunos ejemplos. En opinión del investigador y consultor Phil Davis, que edita el blog The Scholarly Kitchen, las víctimas reales del escándalo serán los autores que hayan publicado trabajos en las revistas involucradas en la polémica y que no tengan nada que ver con la "manipulación" a la que aludía la EGU.

Ni el catedrático español ni la Universitat de València han realizado declaraciones sobre la polémica hasta la fecha

"Land Degradation & Development es una revista buena en según qué temas, pero era del segundo cuartil. Siempre lo fue, hasta que hace dos años empezó a subir y el año pasado pegó el gran aumento", explica a Hipertextual un científico que logró publicar un artículo en ella. "Tienes un trabajo en una revista de factor de impacto 8. Tú no tienes nada que ver, igual ni les has hecho caso en las recomendaciones y el paper ha sido aceptado. Puede que en poco tiempo te encuentres que ese artículo ya no está en el índice JCR de Thomson Reuters", lamenta. Será entonces cuando el resto de investigadores, ajenos a la polémica, sufran los efectos. "Olvídate de poner el trabajo en el curriculum vitae para becas y proyectos, porque no existe. Y ese es el gran problema", dice la fuente anónima.

El problema de inflar el impacto


"La coerción de las citas no es un fenómeno nuevo en las publicaciones académicas", afirma Davis. El origen de escándalos como el que ha salpicado a Artemi Cerdà se centra en la perversión del factor de impacto, una métrica que nació con buenas intenciones pero que ha sido duramente criticada en los últimos años. "No dicen tanto como algunas personas piensan acerca de la calidad de la ciencia que las revistas están publicando", sostenía un editorial publicado en la revista Nature en 2005. La misma crítica era compartida por la San Francisco Declaration on Research Assessment, que recordaba la urgente necesidad de mejorar la evaluación de las publicaciones científicas.

La perversión del factor de impacto no es, por desgracia, un fenómeno nuevo en ciencia

"El uso de los factores de impacto se ha pervertido hasta magnificarse, en mi opinión, demasiado, pudiendo dar pie, en algunos casos, a manipulaciones interesadas y a interpretaciones alejadas de la realidad", opina el Dr. Lluís Montoliu, del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC). "Se ha convertido en un factor determinante en la adjudicación de las ayudas y promociones necesarias para avanzar en la carrera científica", afirmaba por su parte Stephen Curry, del Imperial College de Londres, pero "retrasan el progreso de la ciencia al perseguir una falsa medida de prestigio". Otros investigadores, como Lucas Carey, de la Universitat Pompeu Fabra, considera que el cálculo del factor de impacto es "opaco" y que la estimación no sirve como "medida predictiva", según recogió Science.

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Fuente: Pixabay.

"La fórmula para estimar el factor de impacto, un mero cociente, ya posibilita que editores o editoriales puedan, si lo desean, interactuar sobre ella de forma tremendamente sencilla, con resultados palpables a partir de los dos años", sostiene Montoliu. La manipulación de dicho parámetro, como parece haber sido el caso en la polémica sobre Cerdà según denuncia la EGU, puede hacerse por dos vías. Por un lado, es factible aumentar el numerador (es decir, incrementar el número de veces que los artículos de una revista aparecen citados en un año) o, por otro lado, disminuir el denominador (en otras palabras, reducir el número de artículos citables de una revista en los dos años anteriores). Los expertos coinciden en que este tipo de prácticas para pervertir el factor de impacto tienen un efecto muy negativo, ya que este parámetro es fundamental a la hora de suscitar notas de prensa y es útil a la hora de pedir nuevos proyectos o financiación por parte de los científicos.

La excesiva dependencia de este tipo de parámetros para avanzar en la carrera investigadora ha provocado escándalos similares en el pasado

La problemática afecta también a las propias revistas académicas, dado que siempre se intenta difundir un trabajo en la publicación con mayor factor de impacto posible, lo que repercute económicamente a su vez en las compañías editoriales. "Este es un problema, el de la evaluación objetiva de las publicaciones científicas, muy importante y para nada resuelto, y que sigue impactando, para bien o para mal, en los resultados de las convocatorias y en la medición de la actividad científica", afirma Montoliu. Así lo valoraba también Juan Miguel Campanario, de la Universidad de Alcalá de Henares, que en un informe reconoció que, mientras no haya recursos suficientes para la investigación y a la espera de nuevas formas de evaluación, "nos vemos forzados a recurrir al uso de indicadores bibliométricos". El problema es que en ocasiones, la excesiva dependencia de estos parámetros provocan escándalos como el protagonizado ahora presuntamente por el científico español.

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