Las nominaciones a los Game Awards 2025 son un reflejo de lo que llevamos viendo a lo largo de todo el año: un juego creado por presupuestos humildes y equipos muy reducido (aunque con las ideas claras) como Clair Obscur: Expedition 33 o Hades 2 pueden comerle la tostada al tándem de Hideo Kojima con PlayStation o la propia Nintendo. Y no solo en ventas, que también, sino en la manera de calar en los jugadores. De modo que esto ya no es un David contra Goliat, sino un Ryu vs. Sagat. ¿Qué es lo que ha pasado?
La versión corta es que se ha democratizado radicalmente la creación y publicación de videojuegos y, mientras los equipos más reducidos han sabido aprovechar el momento, muchas de las grandes compañías se han enrocado en producir secuelas, abrazar fórmulas de éxito y, en según que caso, hasta tratar de expandirse -sin suerte- a audiencias que celebraban decisiones creativas pero no han sabido corresponder con la billetera o tiempo de juego. Y ojo, que titanes de diferente calibre, como Capcom o Embark Studios, siguen siendo imparables.
¿Existe una fórmula exacta y universal para determinar qué va a ser un éxito y qué caminos no tomar? En absoluto. De hecho, cada empresa (grande, pequeña, mediana o formada por una sola persona) juega con las cartas que le tocan. Sin ir más lejos, en Xbox Game Studios tienen dos barajas completas y lo mismo te lanzan un Keeper, que un Grounded 2, un Ninja Gaiden 4 o Call of Duty: Black Ops 7. La cuestión aquí para por entender si la revolución indie está en su mejor momento o si nos hemos inmunizado a las expectativas de los grandes Triple A.
Porque, como referencia, toca recordar que el lanzamiento de Hollow Knight: Silksong paralizó la industria del videojuego, desbordó las tiendas digitales y, lo que parece todavía más imposible, logró alcanzar las brutales expectativas despertadas. Mientras tanto, las 12 millones de copias de Monster Hunter Wilds y el récord de tener el pico de jugadores más alto de Steam en 2025 no son suficientes para Capcom. Y pese a que el juego no es un fracaso, lo cual es imposible con esas cifras, la otra realidad es que los de Osaka esperaban incluso más.
El pulso de los indies frente a los gigantes
Partamos de lo más básico: 2025 se quedó sorprendentemente despejado tras el retraso de GTA 6 con una enorme excepción: el lanzamiento de Nintendo Switch 2. Sin embargo, los juegos de la Gran N no suelen cuadrar con el concepto de esas superproducciones a lo God of War o Forza Horizon, ni tampoco sería justo meterlos en los mismo saco que los doble A o los títulos indie. Juegos como Animal Crossing o el último Pokémon son juegos hechos a medida para la consola y para darle el gusto a sus fans. Ni más, ni menos.
Dado que el camino quedó relativamente despejado sin el pelotazo de Rockstar Games, nos encontramos con que este ha sido el año en que los videojuegos independientes han demostrado que pueden competir de tú a tú con las superproducciones: su originalidad, precios accesibles y ese impulso extra de creatividad han conquistado tanto a la crítica como al público, marcando un antes y un después en la industria.
Lógicamente, este movimiento ha sido algo gradual: durante años, los videojuegos independientes fueron vistos como propuestas alternativas, pequeñas joyas que convivían en la sombra de los grandes lanzamientos. En cierto modo, todos teníamos interiorizado (en el buen sentido) que una de las plazas de los nominados a Juego del Año en los Game Awards se reservaba específicamente para reconocer al mejor juego independiente. Si nos fijamos en la lista de este año veremos que esa percepción ha cambiado radicalmente.
La cosa va mucho más allá de los nominados y títulos como Blue Prince, Despelote o Ball x Pit han logrado situarse en el centro del debate cultural y comercial. No solo han recibido elogios por parte de la crítica especializada, sino que también han alcanzado cifras de ventas que rivalizan con producciones multimillonarias.
La clave está en que los indies han sabido aportar frescura y riesgo creativo en un momento en que muchas superproducciones parecen atrapadas en fórmulas repetitivas. ¿Todos los buenos indies han sabido calar? Definitivamente no. El efecto colateral de democratizar el desarrollo de juegos es que hay una enorme saturación de propuestas y destacar en Steam o la eShop es una odisea. La otra realidad, como ya comenté al principio, es que ahora los más jugados comparten por méritos propios el mismo escaparate de los Tripe A.
Mientras los grandes estudios afrontan como pueden el ocaso de la era de los exclusivos, tratan de encontrar su propio espacio con un juego como servicio capaz de retener el interés durante meses y años o apuestan por secuelas seguras (a veces innecesarias) con presupuestos desorbitados, los independientes han sabido brillar ofrecido experiencias únicas, narrativas arriesgadas y estilos visuales que rompen con lo establecido.
Originalidad y precio: armas de impacto frente a las las superproducciones
Uno de los factores más determinantes ha sido el precio accesible. Las cosas como son. En un mercado donde los videojuegos triple A superan con facilidad los 70 euros, los indies han ofrecido propuestas entre 15 y 30 euros, lo que los convierte en opciones atractivas para un público amplio. Es más, que Team Cherry lanzase Hollow Knight Silksong, un juego eternamente esperado, a tan solo 20 euros fue una sorpresa.
De hecho, muchos de los mejores indies de 2025 han aparecido de lanzamiento en el catálogo de Game Pass o PlayStation Plus como Blue Prince, Silksong, The Alters o Ball x Pitt. Pero no se trata solo y exclusivamente de la economía: la originalidad ha sido el verdadero motor.
- Juegos como Expedition 33, con su mezcla de combates tácticos por turnos y estética de Belle Époque y una trama que atrapa nos recuerdan todo lo que Square Enix ha olvidado en dos décadas respecto a la saga Final Fantasy.
- Dispatch, que ha sido desarrollado y producido por AdHoc Studio por veteranos, nos han recordado el poder de una narrativa bien planteada frente a tantísimos Shooters de Extracción
- Y lo de Death By Scrolling, que reinventa el legado de roguelite y lo trolea con descaro, convirtiéndolo en una señal de que incluso entre los indies hay sobresaturación, está rebosante de estupendas ideas.
Todos estos juegos y muchísimos más que han sido lanzados en 2025 han demostrado que se puede innovar sin necesidad de presupuestos colosales. Que puede llegar a aportar un valor adicional ante la cada vez mayor indiferencia que supone llegar tarde y de cualquier manera a subgéneros sobreexplotados. Que debe aspirarse a algo mayor que respaldar una idea que ha funcionado con un presupuesto astronómico: dejar un calado en el jugador. Incluso si es obsesionándolo con el delicioso espíritu arcade de Ball x Pit.
Además, la creatividad de los estudios pequeños ha brillado en la forma en que conectan con sus comunidades. Los indies no solo venden un producto, sino que generan un diálogo constante con los jugadores, escuchando feedback y adaptando sus obras en tiempo real. Esa cercanía ha sido decisiva para fidelizar audiencias. Como comentamos en VidaExtra, Hades 2 ya era excelente cuando salió en Early Access y ahora compite por ser el mejor juego del año.
Mientras tanto, las grandes producciones de 2025 han enfrentado un panorama complicado. Muchos Tripe A han llegado con retrasos, problemas técnicos o críticas por falta de innovación. No necesito señalar a nadie en concreto. El contraste ha sido evidente: mientras los indies se celebraban como soplos de aire fresco, los gigantes parecían perder parte de su brillo.
El resultado es que la conversación cultural del año ha girado más en torno a los indies como Silksong que a los blockbusters como Mafia: The Old Country o Civilization 7. ¿Y qué pasará en 2026?
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Mirando hacia 2026: un panorama a la sombra de GTA 6
Devolver Digital, Annapurna, Kepler o Raw Games no nadan en la piscina de los mayores, pero como editoras no tienen las mismas cartas. Eso sí, han sabido ganarse al mismo perfil de jugador: a quien enciende su consola o PC buscando probar algo nuevo. Algo diferente o un tipo de obra con calado mientras, como ya comentamos, la nueva gran prioridad de las mayores compañías es competir por el tiempo de juego frente a referentes son muy claros: Fortnite, EA Sports FC, Counter Strike... ¡Y Grand Theft Auto 6 a partir de 2026!
El próximo año traerá un desafío monumental para grandes y pequeños desarrolladores y editoras: Rockstar Games prepara un lanzamiento que promete redefinir el estándar de las superproducciones, con un presupuesto y expectativas sin precedentes. La pregunta es si los indies podrán mantener su protagonismo en un año dominado por un titán de la industria. Sin embargo, y entre tú y yo, los creadores de GTA 6 hoy aspiran a cumplir las expectativas... como lo hizo Silksong.
Lo más probable es que 2026 sea un año de contrastes: GTA 6 acaparará titulares y ventas, pero los indies seguirán siendo el espacio donde se experimenta y se innova. Si todo sale según lo esperado Toby Fox lanzará en quinto capítulo de Deltarune y jugaremos a las secuelas de Slay the Spire o Human: Fall Flat. Y es que si 2025 nos ha enseñado algo, es que el público está dispuesto a mirar más allá de los grandes nombres, y que la variedad en las propuestas es donde hoy se encuentra la verdadera riqueza del medio.
2025 quedará en la memoria como el año en que los videojuegos independientes le echaron el pulso a las superproducciones y en los Game Awards veremos hasta qué punto salieron victoriosos, pero ya han demostrado que la industria no necesita siempre presupuestos desorbitados para brillar, sino ideas frescas, pasión y cercanía con la comunidad. Y aunque 2026 traerá el huracán GTA 6, los indies ya han conquistado un espacio que difícilmente perderán: el de ser la voz más creativa y vibrante del videojuego contemporáneo.
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La noticia 2025, el año en el que los juegos indies le echaron el pulso a las superproducciones fue publicada originalmente en Vida Extra por Frankie MB .
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