Un mes después, la vida con los AirPods no tiene vuelta atrás. No son perfectos, tienen carencias y se pierden cosas respecto a los AirPods. Pero compensa.
Ya hemos pasado la barrera psicológica del primer mes con un nuevo producto. Hace más de treinta días comenzamos a utilizar los AirPods, y no ha hecho falta seguir pensando más tiempo sobre su viabilidad a largo plazo. Algunos productos del mercado gozan de una aceptación inicial rápida y casi unánime, pero tienen en común un alto nivel de desgaste de esa aceptación. Consiguen un interés por parte del consumidor muy rápido al que sigue un desinterés progresivo que termina con dicho producto en un cajón, con la batería descargada y cogiendo polvo. ¿Les suena eso con alguna pulsera cuantificadora? Son, quizás, el mejor ejemplo.
Con los AirPods podía ocurrir algo similar. Tienen algunas desventajas frente a los auriculares con cable, frente a los mismos EarPods, y solo el tiempo podría responder a la pregunta de si merecen lo suficientemente la pena sus ventajas como para compensar el agravio frente a los EarPods de siempre. Un mes después, no hay vuelta atrás: simplemente merecen la pena, no dejan la puerta abierta a una vuelta atrás. Una vez uno se ha acostumbrado a su uso, volver al cable se hace demasiado difícil.
Uno de las incomodidades habituales en los auriculares Bluetooth era el emparejamiento, tedioso y lento. Lo que hace distintos a los AirPods empieza ahí: los abres junto al iPhone, y están listos para funcionar. Fin. La alternativa más lógica a los AirPods, por factor de forma y funcionamiento, son los Gear Icon X, de Samsung. Bueno, para hacer funcionar de forma completa estos auriculares hay que emparejarlos vía Bluetooth, descargarse la app Samsung Gear, y luego el plugin Gear Icon X, también en la Play Store. Y la comparación no se queda ahí: la autonomía de estos es muy inferior. A su favor hay que decir que tienen sensores de monitorización de la actividad y 4 GB de almacenamiento.
Apple
Sobre esto último, Apple no ha seguido esos pasos. Parece, en su lugar, que quiere emparejar poco a poco a los AirPods con el Apple Watch. En su estrategia a largo plazo estaría colocar el Apple Watch como "el nuevo iPod" en la medida en que sea un dispositivo que llevar a hacer deporte. Y los AirPods, sus auriculares por excelencia. No es descabellado, con la presentación de los Series 2 Apple se cargó la gama Edition, de oro, y anunció un modelo realizado de forma conjunta con Nike. Un movimiento claro: el lujo no es el camino, el deporte sí.
En cualquier caso, detalles como el emparejamiento instantáneo y simple entre varios dispositivos son lo que marca la diferencia, además de otros aspectos como la sincronización vía iCloud para no tener que realizar emparejamientos dispositivo a dispositivo. Luego, la autonomía acompaña: cinco horas con los auriculares, veinticuatro por parte de la caja. A partir de ahí, el proceso de acostumbrarse a la música sin cables por parte de todos quienes nunca habían usado auriculares inalámbricos de forma regular. En el caso del iPhone 7, con el que antes o después podía aparecer el problema de querer usar auriculares mientras se cargaba el terminal, tiene un valor doble.
Lo que se pierde
Los AirPods no son perfectos. Respecto a los EarPods, se pierden algunas cosas. Para empezar, la seguridad de que mientras el iPhone esté cargándose, siempre podremos usarlos. En un viaje muy largo en el que queramos pasar los kilómetros escuchando música o viendo vídeos, a partir de las cuatro o cinco horas tendremos que reposar para cargarlos. Pero compensa: la carga a través de la funda es muy rápida.
También se echa de menos, y mucho, el pequeño control remoto del cable de los Ea rPods. El sustituto natural, más que Siri, es el Apple Watch. Es más fácil con él pausar la canción (también se puede hacer quitándonos un auricular) o sobre todo ajustar el volumen a un nivel exacto. También pasar a una pista anterior o siguiente. Siri funciona bien con el doble toque, pero estaría bien poder dar un solo toque para pausar el sonido sin tener que quedarnos con un auricular en la mano. Además, la funda de los AirPods es algo gruesa para llevarla en un bolsillo. Sigue compensando, insistimos, pero los EarPods eran mucho más discretos para llevar encima.
La implicación no evidente
Cuando uno ya está acostumbrado a salir de casa con los AirPods puestos, se olvida de cómo se ve con ellos. De lo llamativos que pueden resultar para quien no está familiarizado con ellos a estas alturas, tan temprano. Cuando vas por la calle, en el metro, etc. con los AirPods, hay gente que te observa, se vuelve, fija su mirada en ellos. Muchos deben creer que son unos auriculares blancos de toda la vida a los que les has cortado el cable, o no saben que existe un modelo así. Si eres alguien tímido, prepárate para atraer algunas miradas, al menos hasta que se conviertan en un producto más conocido fuera de nichos tecnológicos.
Los AirPods no van acerca del sonido, van acerca de la tecnología
Sobre la ergonomía: intenta probártelos antes de comprarlos. Cada oreja es un mundo. En el caso personal de quien escribe estas líneas, tiene la suerte de que nunca se le han caído ni los EarPods (en cuatro años) ni los AirPods (en treinta días). Pero hay casos en los que puede ser más o menos fácil que acaben cayéndose. De hecho, los propios EarPods son una buena guía para saber si será una buena opción hacerse con ellos o acabarán cayéndose en un giro repentino de cuello o al salir a correr.
En cuanto al sonido, no esperes nada espectacular: su precio no tiene nada que ver con el sonido, sino con la tecnología. Si quieres disfrutar de música en alta calidad, los AirPods no son la opción ideal, y por ese dinero hay opciones que dan muchas vueltas al sonido. Si quieres la "experiencia Apple" total, con la integración perfecta en el ecosistema, ahí si se justifica ese precio. Sobre todo si vemos lo que cuestan las alternativas con ese mismo formato, como los Gear Icon X, entre 200 y 220 euros.
Los AirPods son parte de ese futuro de la tecnología invisible. No son los primeros ni inalámbricos ni con ese formato, pero sí condensan las funciones que los hacen, hasta ahora, únicos. A veces no sabríamos decir si los llevamos puestos o no, simplemente olvidamos que están ahí. En todo caso, hasta que se les agota la batería. Como con Santa Bárbara, que solo nos acordamos de ella cuando truena. Con los AirPods, solo nos acordamos de los auriculares con cable cuando nos quedamos secos de batería u olvidamos recargarlos. Para todo lo demás, supone volver al pasado.
Continúar leyendo...