Noticia Agua fría, puños calientes y corazones en guerra. Crítica de Ranma 1/2, Temporada 2 en Netflix

Agua fría, puños calientes y corazones en guerra. Crítica de Ranma 1/2, Temporada 2 en Netflix


El caos romántico de Rumiko Takahashi nunca pasa de moda. ¿Una fórmula secreta? Algo de eso hay, pero incluso sin ella pocas autoras han sabido capturar el caos humano con tanta ligereza como la princesa del manga. Décadas después de su debut, Ranma 1/2 sigue funcionando porque entiende algo esencial: el humor nace del conflicto, y el romance, de la incapacidad de expresarlo. Una premisa que, tras haber colocado las piezas principales en su temporada inaugural, brilla más y mejor en la segunda hornada de episodios.


La mezcla de artes marciales absurdas, malentendidos sentimentales y personajes exagerados no es un capricho, sino una coreografía perfectamente medida que convierte cada episodio en una comedia de errores deliciosa. Ahora bien, la clave del éxito duradero de Ranma 1/2 está en su tono. Takahashi nunca trató su historia como una epopeya ni como una parodia pura, sino como un terreno intermedio donde todo es ridículo… ¡pero importa!

Porque en la segunda temporada de Ranma 1/2 las peleas son todavía más exageradas, pero los sentimientos son incluso más reales. Superando holgadamente los hitos de la serie original en los momentos clave con los que se busca y logra conectar con los personajes. Con la ridiculez de los acontecimientos o el dramatismo de lo inimaginable. Y esa dualidad permite que el espectador ría mientras reconoce inseguridades, celos y deseos que siguen siendo universales.

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Porque el gran reto de la nueva Temporada siempre ha estado a la vista: expandir la galería de personajes sin descuidar aquellas emociones que comenzaban a brotar tímidamente al comienzo de la serie. Y es que Ranma, Akane, Shampoo y compañía no evolucionan de forma tradicional, pero sí se revelan poco a poco. Y cada transformación, cada rival nuevo y cada técnica imposible sirve para desnudar una emoción. Con una narrativa basada en la repetición con brillantes variaciones, pero también una estructura que hoy sigue siendo divertidísima sorprendentemente efectiva.


Y es que en un panorama actual dominado por el dramatismo extremo o la ironía cínica, Ranma 1/2 destaca por su sinceridad. No pretende ser profunda, pero lo es; no busca ser moderna, pero lo resulta. La Temporada 2 de Netflix, animada por Mappa, entiende perfectamente este legado y lo abraza sin complejos. demostrando que el humor absurdo, el romance imposible y las artes marciales más delirantes pueden convivir en perfecta armonía.

Culminando en una temporada de 12 episodios que no busca grandes clímax, sino una acumulación constante de situaciones cada vez más ridículas. Más emocionantes y, a la vez, divertida cuya fórmula nace del caos que nace al combinar tres ingredientes: corazones en guerra, puños calientes... ¡Y agua fría!

Más caos. Más romance. Más artes marciales

Ranma 1/2


La Temporada 2 de Ranma 1/2 retoma la historia justo donde terminó la primera, con Ranma y Akane intentando mantener una tregua emocional que, por supuesto, está condenada a desmoronarse a la mínima: la llegada de nuevos pretendientes, nuevas maldiciones y nuevas técnicas marciales convierte cada episodio en una escalada de enredos que homenajea al manga sin perder ritmo televisivo. La serie abraza el espíritu episódico, pero con una continuidad emocional más marcada que en la adaptación clásica.


De hecho, la serie aprovecha este punto de partida para intensificar los enredos, dejando claro que aquí nadie aprende nunca la lección… y eso es parte del encanto. De modo que su fórmula, aparentemente caótica, es en realidad una maquinaria precisa donde cada gag, cada malentendido y cada combate tiene un ritmo casi musical.


Y es que Takahashi nunca pretendió construir un drama romántico tradicional, sino un carrusel emocional donde los personajes tropiezan, discuten, se enamoran sin querer y se transforman (literalmente) en versiones de sí mismos que revelan sus inseguridades. Y esa mezcla de slapstick, ternura y artes marciales imposibles sigue siendo irresistible para nuevas generaciones.


Uno de los grandes aciertos de esta temporada es la introducción de personajes que intensifican el triángulo (o más bien poliedro) romántico. El debut de personajes como Ukyo añade una capa de comedia física y rivalidad femenina muy diferente a la que hay en otras propuestas y que la serie explota con inteligencia.

Ranma 1/2


Sin embargo, la tercera gran estrella de esta tanda ha sido el personaje de Shampoo. Poderosa, apasionada, infinitamente cruel con sus adversarios y con una actitud tan decidida como enternecedora. Junto con su bisabuela, Takahashi se apoya en ella para elevar el nivel de caos y picaresca de una serie que ha aumentado su ritmo sin perder la perspectiva.


También destaca la llegada de Mousse, cuya torpeza visual y devoción absoluta por Shampoo elevan el humor físico a niveles gloriosos. Sus técnicas marciales basadas en armas ocultas y su incapacidad para distinguir a Ranma de una farola funcionan como contrapunto perfecto al estilo más directo de Ryoga. Y el estudio Mappa serie aprovecha cada aparición suya para elevar la acción, el humor y el romance, de modo que sin llegar a convertirle en un antagonista, logra soportar el contrapeso de los demás personajes en los episodios centrales y finales.


Ahora bien, como acabas de leer, la gracia es cómo se resuelve el humor de manera certera y la acción con un ritmo trepidante, pero en el terreno emocional lo que se cuece se hace a fuego lento: la temporada profundiza en la relación entre Ranma y Akane sin caer en sentimentalismos. Y eso, quieras que no, afecta a todo lo demás: las peleas siguen siendo el motor de la historia, pero ahora se sienten más maduras, más conscientes de lo que no dicen. La serie logra un equilibrio notable entre el gag y la evolución emocional. Algo que, de hecho, la adaptación original no logró afinar tan bien.

La Temporada 2 se desmarca más de la serie clásica de Ranma 1/2. Y eso beneficia a todos

Ranma 1/2


La nueva adaptación de Mappa de Ranma 1/2 se distancia mucho más de la serie emitida entre finales de los 80s y los 90s en un aspecto fundamental: se apuesta por una fidelidad estructural que elimina rellenos innecesarios, cambios extraños (episodios ambientados en la nieve vuelven a llevar a los personajes a la playa) y hay un ritmo y desenfreno mucho más apegado trabajo original de Takahashi. El resultado: los personajes brillan más sin tener que diluir el ritmo en episodios redundantes, de modo que tenemos una narrativa más coherente, más ágil y mejor conectada emocionalmente.


¿Funciona el mismo humor adolescente del manga ante la sensibilidad contemporánea? La serie no renuncia lo absurdo, a lo provocador ni tampoco a los malentendidos románticos, pero no tiene miedo a llevar las viñetas originales siendo muy, muy selectiva a la hora de eliminar chistes o gestos que hoy resultarían desfasados. En lugar de suavizar la obra, esta actualización la hace más accesible sin traicionar su esencia.


De modo que, por ejemplo, el cambio de género de Ranma al mojarse con agua caliente se aborda cambiando los diálogos o con trucos visuales, pero sigue siendo un recurso cómico. Los cambios están fundamentados y se abordan con más inteligencia y menos burla gratuita.


¿Y qué pasa con el maestro Happosai? Bueno, el eterno candidato a anciano más pervertido de la historia del anime sigue siendo el mismo que vimos en los cómics, pero el modo en que sus costumbres y gestos más bochornosos se han retocado solo lo percibirán los más fans del manga y el anime original. De hecho, algo digno de celebrar cómo se evita una gran autocensura, pero tampoco provoca gratuitamente; simplemente confía en el material. Y eso no es nada sencillo.

Ranma 1/2


Visualmente, la evolución es evidente. La animación moderna permite que las técnicas marciales luzcan como nunca: fluidas, exageradas y llenas de personalidad. La serie original tenía encanto, pero esta nueva versión tiene músculo y esa visión completa de la obra que da una ventaja a Mappa a la hora de recolocar los acontecimientos o introducir pequeños cambios. Eso sí, las grandes ganadoras son las escenas de acción: cada combate es una oportunidad para reinterpretar el estilo de Takahashi con herramientas actuales.


De hecho, esta nueva adaptación no intenta reemplazar a la original, sino dialogar con ella. Es una reinterpretación respetuosa que entiende que la nostalgia no debe ser una jaula, sino un punto de partida. Y que esta nueva serie apueste por una mezcla equilibrada entre episodios autoconclusivos y arcos más largos juega en su favor constantemente: los personajes ahora evolucionan sin perder la frescura frente a aquellos que regresan para reencontrarse con ellos. Y vale la pena.


De modo que, frente al anime que ya había, el remake de Ranma 1/2 (que ahora ha entrado en velocidad de crucero en esta nueva temporada) conserva todo aquello que hacía que disfrutásemos de cada victoria, de cada fracaso, de cada situación bochornosa y de cada uno de esos momentos en los que el romance hace que salten las chispas. Dibujándonos las mismas sonrisas de entonces, ya bien sea por las situaciones ridículas, la emoción de un combate o por la ternura implícita de los actos más sutiles.

El desastroso y encantador romance juvenil de Takahashi alcanza su velocidad de crucero en Ranma 1/2


La Temporada 2 de Ranma 1/2 en Netflix confirma y deja claro que este regreso en clave de remake no intenta modernizar la obra, sino celebrar y reivindicar un clásico. La serie entiende su identidad y la explota con cariño, ritmo y una confianza que no tarda en generar una complicidad en el espectador. El que ya era fan desde hace años, y quien descubre por primera vez los líos de Ranma, Akane, Shampoo y compañía. Aprovechando para animar los acontecimientos y ese humor tan de Takahashi con inteligencia y extra de cariño, sin saturar. Dejando siempre al espectador satisfecho con cada episodio... pero con ganas de un poquito más.

En paralelo, la temporada refuerza el componente marcial con combates más elaborados y creativos en lo que respecta a su despliegue animado. Las técnicas absurdas, los duelos improvisados y los escenarios imposibles recuerdan constantemente que aquí la lucha es tan emocional como física. Cada pelea es una discusión disfrazada de combate. Encauzando el todo hacia el mayor logro del manga: su intachable equilibrio entre humor y emoción, entre fidelidad y actualización, entre el caos del material original y la coherencia de unos episodios bien planteados.


Siendo un recordatorio de que la comedia bien escrita no envejece, solo espera el momento adecuado para volver.

Ranma 1/2


Ranma y Akane siguen siendo un desastre encantador, y eso es precisamente lo que los hace irresistibles como dúo. La serie no intenta resolver su relación, sino celebrarla en toda su torpeza. Y en ese gesto hay una honestidad refrescante. Porque parte del encanto eterno de Ranma 1/2 reside en su capacidad para reírse de sí misma. Algo que funciona porque está lleno de reglas absurdas que todos aceptan sin pestañear: maldiciones que cambian de género, rivales que aparecen de la nada, técnicas secretas que desafían la física. Y esa suspensión de la lógica es parte de su magia.


Como resultado, la temporada 2 de Ranma 1/2 es sólida, colorida y consistentemente entretenida. Es genuinamente divertida y hará las delicias de los fans de cada personaje. Es una auténtica evolución de lo que ya vimos desde el punto de vista técnico y narrativo con la ventaja añadida de que no hay episodios de relleno emocional: todo suma, todo empuja el caos un poco más lejos.


El nuevo universo animado de Ranma 1/2 es demuestra que la obra de Takahashi perdura porque sus personajes son eternos. Ranma, Akane, Shampoo, Ryoga, Ukyo… todos ellos representan arquetipos que siguen funcionando, pero con una humanidad que los hace memorables. La nueva adaptación de Netflix lo entiende perfectamente, y la Temporada 2 lo confirma: Ranma 1/2 sigue vivo porque nunca dejó de ser divertido, impredecible y profundamente humano. Incluso cuando los protagonistas se transforman en pandas, gatos, cerditos y hasta una chica que jamás despreciará un desafío.


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