No acostumbro a darle demasiada coba al tema de los Early Access. Entiendo la necesidad de algo así en la industria, pero acostumbro a verlo como un cuadro sin acabar, quiero que cuando lo vea por primera vez ya sea con todos los detalles sobre el lienzo para maravillarme con la estampa. Sin embargo lo vivido con ‘Nuclear Throne’ ha conseguido que cambie bastante mi opinión.
Han sido dos años de desarrollo en los que, semana tras semana, Vlambeer seguía poniéndole cara y ojos al juego para que, pese a mantenerse con una estructura básica, fuese creciendo hasta convertirse en el gigante que es hoy. Lo que en su día era un ‘Wasteland Kings’ que acababa de salir de una Jam, hoy es un GOTY del sector indie llamado ‘Nuclear Throne’.
Nuclear Throne: el GOTY perpetuo
Me cuesta bien poco reconocer que los creadores de ‘Super Crate Box’ o ‘Ridiculous Fishing’ son para mí el equivalente a Platinum Games de los juegos pequeños.
Son títulos hechos con mucho amor en los que, frente a todo lo demás, prima el diseño de su jugabilidad con la intención de que quienes estén a los mandos lo disfruten al máximo.
Rami Ismail, una de las cabezas visibles de Vlambeer, ha comentado ya en más de una ocasión que ‘Nuclear Throne’ es el culmen del trabajo del estudio, el punto en el que todos los juegos anteriores convergen para convertirse en un monstruo de Frankenstein que asusta en el primer vistazo y te enamora tras dedicarle suficiente atención.
Está, por ejemplo, la combinación de armas y timing de los enemigos de ‘Super Crate Box’, la adictiva combinación de experiencia y reto que presentaba ‘Ridiculous Fishing’ partida tras partida y la suma de habilidades que daba vida a un ‘Luftrausers’ que le debía todo a ese crecimiento personal.
A medio camino entre el arcade de doble joystick y un roguelike se encuentra ‘Nuclear Throne’, que suma la experiencia del equipo en el resto de áreas para crear una combinación explosiva que, espero, dará que hablar lo mismo (o más) que ya hemos comentado los que hemos seguido de cerca el desarrollo.
El otro yermo
Distintos personajes, cada uno con una habilidad propia y otras esperando a ser desbloqueadas durante la partida (desde la planta que frena a los enemigos con raíces colocadas en el suelo hasta el que sólo puede sobrevivir a un toque pero te permite hacer explotar los cadáveres enemigos), se lanzan al asalto de un Trono que deben vencer y conquistar para convertirse en reyes de su particular yermo.
La matanza de enemigos nos brindará experiencia que podremos intercambiar por mutaciones (perks) para nuestro personaje, así como munición o armas que se sumarán a las que encontremos en los cofres que pueblan cada zona.
No habrá posibilidad de aprenderse el juego de cabo a rabo, y es que aunque las distintas armas mantienen una probabilidad constante en cada zona, todo lo demás, incluida su aparición, será completamente procedural, obligándonos a jugar cada partida como si fuese la primera al no conocer dónde aparecerá cada enemigo.
Cada zona tiene sus propios peligros, la mayoría enfocados a llenar la pantalla de proyectiles como si de un shmup se tratase, así que la velocidad, la agilidad e intentar pensar antes de dar el próximo paso son las tres claves que necesitamos en nuestra estrategia para salir airosos y llegar hasta el final del juego.
Oda al diseño de videojuegos
Visto así sería el típico juego al que le coges el punto en dos tardes, pero como suele ocurrir en estos casos, y como ocurre también en los juegos de Platinum, la diferencia entre jugar y jugar bien es lo suficientemente grande para que sea fácil discernir entre un meta y otra.
Toca cogerle el truco a los poderes de cada personaje que vayamos desbloqueando, controlar qué cadencia, alcance y gasto de munición nos aporta cada arma y, por descontado, también aprendernos lo bueno y lo malo de cada elección en la pantalla de mutaciones que veremos cada vez que subamos de nivel y saltemos a la siguiente zona.
Parece fácil, pero a eso hay que sumarle la combinación de todo en un juego en el que la aleatoriedad está a la orden del día. El personaje escogido marca el primer paso de nuestra breve pero intensa aventura, pero luego llegarán las armas encontradas y, tras ellas, las distintas mutaciones que pueden ser de gran ayuda o completamente inútiles dependiendo de nuestra elección.
Eso obliga a jugarlo con una incertidumbre y plasticidad que no tarda en volverse adictiva, llegando al desierto del primer nivel con una estrategia ideal que pocas veces estará a nuestro alcance y, por ende, obligándote a aprovechar cada partida con la intención de seguir aprendiendo sobre todo lo que el juego pone a nuestra disposición.
Ya sea avanzando o viendo jugar a otros descubrirás todo lo que hay más allá, con alcantarillas que llevan al escondrijo de unas improvisadas Tortugas Ninja o furgonetas que te dan acceso a nuevos jefes, loops que te permiten seguir jugando con un aumento gradual de la dificultad de cada zona o armas doradas, skins de personaje y coronas con los que afrontar cada nueva partida con algo de ventaja.
Todo eso vendrá con el tiempo, porque durante los primeros compases estarás lidiando con esa dualidad que te deja alcanzar niveles avanzados casi sin despeinarte y luego te mata en la primera zona sin que sepas de dónde te ha venido el guantazo. Es la fórmula perfecta para el clásico “una más y lo dejo” con la que ‘Nuclear Throne’ se ha metido en el bolsillo a miles de jugadores antes incluso de salir al mercado de forma oficial.
Hazte con él donde quieras, pero pruébalo
Sobre la duda entre PS4, PC o PS Vita, la respuesta por mi parte serían las dos últimas. He jugado más desde el portátil con un mando que con teclado y ratón, así que en gran parte me he acostumbrado al uso del pad pese a ser infinitamente más preciso tirar del combo pecero clásico, pero eso no quita que el recorrido de los gatillos de PS4 me dé muchísimos problemas a la hora de jugar y que la comodidad (o la falta de ella) de PS Vita me haga decantarme definitivamente por el PC.
Todo es acostumbrarse, claro, no hay quejas con el vicio en PS4 más allá de esa preferencia personal y el juego sigue siendo igual de bueno sin importar la plataforma en la que lo disfrutes.
Lo primordial si no lo has jugado ya, y aquí diré algo que pocas veces me veréis repetir, es que te olvides de la posibilidad de verlo en el futuro en PS Plus. No digo que no acabe ahí, digo que esta vez sí merece la pena hacer el esfuerzo.
Dicho de otro modo, llegas con dos años de retraso a uno de los GOTY de 2013, con uno al de 2014 y con días al de 2015. Ya va siendo hora de que le proporciones a ‘Nuclear Throne’ el amor con el que él te va a corresponder desde aquí hasta el fin de los días.
Imprescindible
Nuclear Throne
Plataformas PC, PS4 y PS Vita
Multijugador Sí
Desarrollador Vlambeer
Compañía Vlambeer
Lanzamiento Ya disponible
Precio 11,99 euros
Lo mejor
- Uno de los juegos más adictivos de los últimos años.
- Su rejugabilidad consigue que su precio se amortice con facilidad.
- La variedad de personajes, armas y situaciones consigue que cada partida sea como nueva.
- En PS4 puedes acabar echando de menos tener un ratón.
- Es un juego duro que puede acabar con la paciencia de jugadores menos experimentados.
- Algunos bajones de frames cuando las explosiones empiezan a contarse por decenas.
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La noticia Análisis de Nuclear Throne, el GOTY indie que llevabas dos años esperando fue publicada originalmente en Vidaextra por R. Marquez .
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