El beat’em up está de moda y el pixel art todavía más. Este título, aunque su corta duración podría hacernos desestimar su compra, ofrece altas dosis de acción y diversión a partes iguales. Nos encontraremos riéndonos cual tontos por los hilarantes comentarios de sus personajes y, acto seguido, estemos ejecutando un combo de 200 golpes como si fuera sencillo. La sensación de poder es maravillosa y nos sentiremos, a los pocos minutos de empezar, como un verdadero héroe anónimo que busca acabar con los enemigos que se encuentren a su paso.
¡Repartir mamporros como nunca!
No es sencillo crear un título de este estilo, puesto que el jugador tiene que tener pleno control de la acción que se está sucediendo, así como poder sentir los golpes que da y que recibe para poder mejorar en la siguiente pelea. Los combos tienen que ser factibles y dar un tanto de dificultad para que no se sienta un simple “machacabotones”. I am the hero ofrece esto y mucho más, combinar los directos con los golpes aéreos podría parecer que es demasiado fácil, pero, a poco que rasquemos su superficie, nos daremos cuenta de que dominar al 100% el juego es muy complejo, pero igualmente satisfactorio.
Sin embargo, uno de los pocos problemas que dispone el título es que no es complicado pasárselo en los dos primeros niveles de dificultad. En una gran cantidad de combates nos sentiremos como si fuésemos dioses, repartiendo golpes a diestro y siniestro sin que nos toquen los enemigos, algunos incluso ni nos atacan, simplemente se alejan de nosotros sin querer entrar en trifulca. Este hecho también sucede en las fases finales con, supuestamente, los enemigos más difíciles, final bosses que no pueden faltar en títulos como el que analizamos hoy. Estos jefes finales disponen de ataques únicos y de una IA un tanto más avanzada y puñetera que los enemigos normales, pero tampoco supondrán nada del otro mundo a poco que nos sepamos un par de combos. A todo ello, sumar el modo cooperativo que, aunque es muy divertido, reduce la dificultad a niveles insospechados.
Un carrusel de guantazos
La historia no es algo que vayamos a recordar pasados los días, ya os lo digo, para nada estamos ante un adalid de la cinemática o de la narración, pero tampoco lo pretende y es de agradecer que no se tome enserio, porque lo que hemos venido a hacer aquí es a repartir estopa. El título nos pone en la piel de un héroe que, si bien no sabemos ni cómo se llama, sí sabemos que es toda un hacha en lo que a artes marciales se refiere. La cinemática inicial nos pone en antecedentes, estamos ante un título divertido y que bromea continuamente consigo mismo. Sabe que el jugador no ha pagado para una historia de venganza o redención, sino para ponerse frente a enemigos cada vez más bizarros y acabar con los malos malosos de turno. Este hecho me recuerda muy mucho a las míticas arcade de los 90 que nos encontrábamos en los bares, aquellas en las cuales pasamos la infancia más de uno.
Durante el transcurso de los niveles iremos sobrepasando un conjunto de fases de lo más dispar y estrafalaria, desde un hotel lleno de mugre y sangre, hasta las alcantarillas más profundas o una estación de metro. Los enemigos irán variando en función de dónde nos situemos y, como ya cité anteriormente, nos reiremos muchísimo con el diseño y las animaciones de todos y cada uno. No obstante, es fácil llegar al final y, en mi opinión, demasiado rápido. No son muchos los niveles de los que dispone el juego y, muy a mi pesar, llegué al final antes de lo que me hubiera gustado. Es un juego del que queremos más al acabarlo, el típico que nos deja una sensación agridulce, puesto que nos lo pasamos demasiado bien como para que se “agote” tan efímeramente. Ahí entran los otros niveles de dificultad o el desbloqueo, al final de cada nivel, de nuevos personajes o nuevas habilidades (deberemos elegir entre una de las dos), lo que ofrece algo de rejugabildiad, pero, al menos en mi humilde opinión, no es suficiente.
Maravilla visual y auditiva
No, no estamos ante The Legend of Zelda: Breath of the Wild, eso está claro, pero su diseño artístico entra por los ojos y su banda sonora engancha muchísimo. El estilo pixel art le sienta a las mil maravillas y nos evoca una nostalgia noventera que, al menos a mí, me ha ganado. Es cierto que ocurre un problema en la mayoría de los combates, que durante el transcurso de la batalla nos llevará hasta los márgenes de la pantalla, lo que hace que se pierda mucha acción; además, los nuevos héroes son clónicos a los esbirros contra los que nos enfrentamos y más de una vez no sabremos quiénes somos nosotros en el fragor de la batalla. A todo ello, hay que indicar que la bajada de fps es muy potente en esas situaciones donde hay más cantidad de personajes en pantalla, algo que me ha sacado mucho de quicio particularmente en modo dock, donde más se nota.
El aspecto sonoro es otra pieza clave. Al igual que títulos como Hotline Miami, la música acompaña tanto la acción que no podemos jugar sin sentirnos embaucados por la misma. Os avisamos, más de una vez os encontraréis moviéndoos al ritmo de la música mientras repartís caña como si fueseis el mismísimo Chuck Norris… ¡Una gozada!
Conclusiones finales
I am the hero es un título diferente a lo que podéis encontrar en la eShop, es una oda a los beat’em up más clásicos de los 90, pero dándole una verticalidad y una velocidad infinitamente más alta y con un control de la acción pleno. Sus gráficos y su magnífica banda sonora os enamorará y no os podréis olvidar de ellos hasta que completéis el título en sus tres niveles de dificultad posible, como mínimo. Su escasa duración, facilmente completable en 2-3 horas en su nivel de dificultad más bajo, le hace demasiado daño a un juego que te hace sentir un Dios.
I am the hero está disponible en la eShop a un precio de 9,90€ y ocupa un total de 400 MB.
La entrada [Análisis] I Am the Hero se publicó primero en Nintenderos.com - Nintendo Switch y 3DS.
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¡Repartir mamporros como nunca!
No es sencillo crear un título de este estilo, puesto que el jugador tiene que tener pleno control de la acción que se está sucediendo, así como poder sentir los golpes que da y que recibe para poder mejorar en la siguiente pelea. Los combos tienen que ser factibles y dar un tanto de dificultad para que no se sienta un simple “machacabotones”. I am the hero ofrece esto y mucho más, combinar los directos con los golpes aéreos podría parecer que es demasiado fácil, pero, a poco que rasquemos su superficie, nos daremos cuenta de que dominar al 100% el juego es muy complejo, pero igualmente satisfactorio.
Sin embargo, uno de los pocos problemas que dispone el título es que no es complicado pasárselo en los dos primeros niveles de dificultad. En una gran cantidad de combates nos sentiremos como si fuésemos dioses, repartiendo golpes a diestro y siniestro sin que nos toquen los enemigos, algunos incluso ni nos atacan, simplemente se alejan de nosotros sin querer entrar en trifulca. Este hecho también sucede en las fases finales con, supuestamente, los enemigos más difíciles, final bosses que no pueden faltar en títulos como el que analizamos hoy. Estos jefes finales disponen de ataques únicos y de una IA un tanto más avanzada y puñetera que los enemigos normales, pero tampoco supondrán nada del otro mundo a poco que nos sepamos un par de combos. A todo ello, sumar el modo cooperativo que, aunque es muy divertido, reduce la dificultad a niveles insospechados.
Un carrusel de guantazos
La historia no es algo que vayamos a recordar pasados los días, ya os lo digo, para nada estamos ante un adalid de la cinemática o de la narración, pero tampoco lo pretende y es de agradecer que no se tome enserio, porque lo que hemos venido a hacer aquí es a repartir estopa. El título nos pone en la piel de un héroe que, si bien no sabemos ni cómo se llama, sí sabemos que es toda un hacha en lo que a artes marciales se refiere. La cinemática inicial nos pone en antecedentes, estamos ante un título divertido y que bromea continuamente consigo mismo. Sabe que el jugador no ha pagado para una historia de venganza o redención, sino para ponerse frente a enemigos cada vez más bizarros y acabar con los malos malosos de turno. Este hecho me recuerda muy mucho a las míticas arcade de los 90 que nos encontrábamos en los bares, aquellas en las cuales pasamos la infancia más de uno.
Durante el transcurso de los niveles iremos sobrepasando un conjunto de fases de lo más dispar y estrafalaria, desde un hotel lleno de mugre y sangre, hasta las alcantarillas más profundas o una estación de metro. Los enemigos irán variando en función de dónde nos situemos y, como ya cité anteriormente, nos reiremos muchísimo con el diseño y las animaciones de todos y cada uno. No obstante, es fácil llegar al final y, en mi opinión, demasiado rápido. No son muchos los niveles de los que dispone el juego y, muy a mi pesar, llegué al final antes de lo que me hubiera gustado. Es un juego del que queremos más al acabarlo, el típico que nos deja una sensación agridulce, puesto que nos lo pasamos demasiado bien como para que se “agote” tan efímeramente. Ahí entran los otros niveles de dificultad o el desbloqueo, al final de cada nivel, de nuevos personajes o nuevas habilidades (deberemos elegir entre una de las dos), lo que ofrece algo de rejugabildiad, pero, al menos en mi humilde opinión, no es suficiente.
Maravilla visual y auditiva
No, no estamos ante The Legend of Zelda: Breath of the Wild, eso está claro, pero su diseño artístico entra por los ojos y su banda sonora engancha muchísimo. El estilo pixel art le sienta a las mil maravillas y nos evoca una nostalgia noventera que, al menos a mí, me ha ganado. Es cierto que ocurre un problema en la mayoría de los combates, que durante el transcurso de la batalla nos llevará hasta los márgenes de la pantalla, lo que hace que se pierda mucha acción; además, los nuevos héroes son clónicos a los esbirros contra los que nos enfrentamos y más de una vez no sabremos quiénes somos nosotros en el fragor de la batalla. A todo ello, hay que indicar que la bajada de fps es muy potente en esas situaciones donde hay más cantidad de personajes en pantalla, algo que me ha sacado mucho de quicio particularmente en modo dock, donde más se nota.
El aspecto sonoro es otra pieza clave. Al igual que títulos como Hotline Miami, la música acompaña tanto la acción que no podemos jugar sin sentirnos embaucados por la misma. Os avisamos, más de una vez os encontraréis moviéndoos al ritmo de la música mientras repartís caña como si fueseis el mismísimo Chuck Norris… ¡Una gozada!
Conclusiones finales
I am the hero es un título diferente a lo que podéis encontrar en la eShop, es una oda a los beat’em up más clásicos de los 90, pero dándole una verticalidad y una velocidad infinitamente más alta y con un control de la acción pleno. Sus gráficos y su magnífica banda sonora os enamorará y no os podréis olvidar de ellos hasta que completéis el título en sus tres niveles de dificultad posible, como mínimo. Su escasa duración, facilmente completable en 2-3 horas en su nivel de dificultad más bajo, le hace demasiado daño a un juego que te hace sentir un Dios.
I am the hero está disponible en la eShop a un precio de 9,90€ y ocupa un total de 400 MB.
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