Los rompecabezas son, junto con los juegos de azar y el deporte, uno de los primero medios de entretenimiento de la historia. Su acercamiento al mundo de los videojuegos a veces se ve escueto y corto, ya que no aprovecha del todo el soporte donde se encuentra. No es ese el caso de Shift Quantum, que busca, centrándose enteramente en una jugabilidad basada en puzzles, contarnos una historia sobre cómo se puede comercializar la felicidad. ¿Mejorará nuestra calidad de vida al sumergirnos en Shift Quantum?
La otra cara de la moneda
El juego comienza imitando una pieza publicitaria de Axon Vertigo, la empresa que se ha convertido en una autoridad mundial. Esta empresa nos presenta Shift Quantum, un programa que (se supone) va a tratar de mejorar nuestra calidad de vida y hacernos felices. Con esta interesante premisa, y aceptando participar en el programa de programación mental, es como empieza este título.
El juego no tiene miles de enfoques jugables, ya que se basa enteramente en una idea y la verdad es que consigue insuflarle una sensación de novedad constante a través de ligeros cambios y añadidos que iremos viendo poco a poco. Encarnaremos a un hombre adulto y rodeado de una aura de misterio, que tendrá que llegar hasta el final (una extraña puerta) de cada pantalla. Se tratan de escenarios en 2D bastante sencillos, que destacan por el añadido de fondo que tienen, mostrándonos una ciudad en blanco y negro con una estética muy cercana al cyberpunk de Blade Runner o incluso la Neo-Tokio de Akira.
El verdadero puzzle de cada pantalla consiste en llegar a la puerta de salida, y para ello podremos saltar con B (nos agarramos automáticamente a los bordes que alcancemos), con Y empujamos las plataformas móbiles, y (aquí viene la salsa del juego) podemos cambiar la realidad pulsando A (o los gatillos). Cambiando esta “realidad”, cambiaremos nuestra gravedad y haremos que las paredes, plataformas y obstáculos se conviertan en espacios vacíos, mientras que el espacio vacío de la primera realidad se convertirá en las nuevas plataformas y paredes. De esta forma podemos vivir 2 realidades diferentes, una especie de negativo fotográfico de la otra, e ir cambiando entre ellas será la parte principal del enfoque jugable. Si a esto le añadimos que cada “realidad” tiene, por ejemplo, cajas que se pueden mover para crear nuevos caminos (y que tienen que su propia gravedad) conseguimos que cada realidad tenga sus propios obstáculos y huecos donde colarnos, esto nos da un nivel con combinaciones variables casi ilimitadas que corren a nuestra cuenta. Además, todo resulta lógico en el juego, ya que para entrar en una puerta debemos hacerlo siempre con una plataforma debajo, no podemos empujar cosas sin contar un punto de apoyo (el suelo, por ejemplo), lo que le convierten en un juego muy intuitivo.
Innovando en la base
El juego se estructura en ramas diferentes que contienen entre 5 y 8 niveles cada una. Poco a poco iremos descubriendo la historia detrás de los niveles e iremos descubriendo una extraña relación entre el hombre al que encarnamos y los niños que nos vamos encontrando y que nos ayudan a superar los niveles. Niveles, que, por cierto, van aumentando poco a poco su complejidad (no necesariamente su dificultad). De hecho, además de los ya anteriormente mencionados cubos que sirven de plataforma, existen interruptores que podemos activar con estos cubos y que generan nuevas construcciones por las que trepar, otros cubos nos cambian la gravedad (y sin necesidad de cambiar de realidad). Es más, solo podremos cambiar de realidad si nos encontramos sobre una superficie negra (o blanca en el caso de la realidad de “negativo”), por lo que a lo largo del juego aparecerán paredes y suelos con materiales que no nos permiten realizar el cambio, complicándonos las cosas y haciendo que nuestra cabeza eche humo.
Sin embargo, lo innovador en lo jugable se puede llegar a quedar corto, y lo es aún más si tenemos en cuenta que el aspecto gráfico es el mismo una y otra vez. El fondo se repite numerosas veces, cambiando ligeramente un cartel de aquí y allá, y la apariencia de los niveles es cada vez diferente, pero puede llegar a hacerse pesado ese predominio del negro y el blanco constantemente.
La música a veces es excesivamente definitoria de una secuencia de acción, lo que rompe un poco con la estética calmada, sosegada y agobiante del juego (exceptuando algún que otro nivel) y se crea una cierta discrepancia entre la banda sonora y el juego. A pesar de este contraste tan extraño, lo cierto es que es una banda sonora trabajada y que cumple notablemente.
La historia, ingeniosamente hilada entre las mecánicas del juego, no llega a ser lo suficientemente atractiva y nos pasaremos los niveles más pendientes de cualquier otra cosa que del hilo narrativo, y es una pena, ya que es una premisa interesante, pero el juego nos llega a contar más por si mismo que por la intención narrativa que hay detrás. De hecho, la sensación de estar viendo una historia de corte noir y futurística se nota claramente en su música y jugabilidad, a veces dando una sensación de agobio y de estar encerrados muy lograda; algo que se transforma en una enorme satisfacción al salir airoso de un nivel complicado.
No estamos solos
El juego tiene cierto toque rejugable ya que en cada nivel hay un coleccionable que es una especie de anomalía digital que deberemos recoger. Sin embargo, la mayoría de las veces estos coleccionables no suponen mucho esfuerzo extra, ya que son relativamente sencillos y se consiguen, a veces, sin pretenderlo. Otros sí que suponen un reto adicional y que necesitan un nuevo camino alternativo para llegar hasta ellos.
Pero es que además de estos niveles de “campaña”, que son ya bastante numerosos de por sí, contamos con un editor de niveles que nos permite, de forma muy intuitiva y sencilla, montar nuestros propios puzzles. Y lo mejor es que podemos compartirlos con los demás jugadores en el apartado de “Comunidad”, donde podremos jugar los demás niveles más populares de los fans, lo que añade una vida muy extendida al título.
Conclusión
Shift Quantum se convierte en uno de los títulos más innovadores y creativos dentro del género de los puzzles en los últimos años. Su enfoque original se puede ver un poco perjudicada por su repetitivo estilo visual, pero lo cierto es que Shift Quantum nos mantendrá con los ojos fijados en la pantalla, deseando escapar de esta “prisión mental” en la que Axion Vergo nos prometía la felicidad.
Os dejamos con su tráiler para Nintendo Switch:
Podéis encontrar Shift Quantum en la eShop de Nintendo Switch a un precio de 19,99$/19,99€. Necesitaréis 1,2 GB de almacenamiento libre para descargarlo.
La entrada [Análisis] Shift Quantum se publicó primero en Nintenderos.com - Nintendo Switch, 3DS, Wii U.
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La otra cara de la moneda
El juego comienza imitando una pieza publicitaria de Axon Vertigo, la empresa que se ha convertido en una autoridad mundial. Esta empresa nos presenta Shift Quantum, un programa que (se supone) va a tratar de mejorar nuestra calidad de vida y hacernos felices. Con esta interesante premisa, y aceptando participar en el programa de programación mental, es como empieza este título.
El juego no tiene miles de enfoques jugables, ya que se basa enteramente en una idea y la verdad es que consigue insuflarle una sensación de novedad constante a través de ligeros cambios y añadidos que iremos viendo poco a poco. Encarnaremos a un hombre adulto y rodeado de una aura de misterio, que tendrá que llegar hasta el final (una extraña puerta) de cada pantalla. Se tratan de escenarios en 2D bastante sencillos, que destacan por el añadido de fondo que tienen, mostrándonos una ciudad en blanco y negro con una estética muy cercana al cyberpunk de Blade Runner o incluso la Neo-Tokio de Akira.
El verdadero puzzle de cada pantalla consiste en llegar a la puerta de salida, y para ello podremos saltar con B (nos agarramos automáticamente a los bordes que alcancemos), con Y empujamos las plataformas móbiles, y (aquí viene la salsa del juego) podemos cambiar la realidad pulsando A (o los gatillos). Cambiando esta “realidad”, cambiaremos nuestra gravedad y haremos que las paredes, plataformas y obstáculos se conviertan en espacios vacíos, mientras que el espacio vacío de la primera realidad se convertirá en las nuevas plataformas y paredes. De esta forma podemos vivir 2 realidades diferentes, una especie de negativo fotográfico de la otra, e ir cambiando entre ellas será la parte principal del enfoque jugable. Si a esto le añadimos que cada “realidad” tiene, por ejemplo, cajas que se pueden mover para crear nuevos caminos (y que tienen que su propia gravedad) conseguimos que cada realidad tenga sus propios obstáculos y huecos donde colarnos, esto nos da un nivel con combinaciones variables casi ilimitadas que corren a nuestra cuenta. Además, todo resulta lógico en el juego, ya que para entrar en una puerta debemos hacerlo siempre con una plataforma debajo, no podemos empujar cosas sin contar un punto de apoyo (el suelo, por ejemplo), lo que le convierten en un juego muy intuitivo.
Innovando en la base
El juego se estructura en ramas diferentes que contienen entre 5 y 8 niveles cada una. Poco a poco iremos descubriendo la historia detrás de los niveles e iremos descubriendo una extraña relación entre el hombre al que encarnamos y los niños que nos vamos encontrando y que nos ayudan a superar los niveles. Niveles, que, por cierto, van aumentando poco a poco su complejidad (no necesariamente su dificultad). De hecho, además de los ya anteriormente mencionados cubos que sirven de plataforma, existen interruptores que podemos activar con estos cubos y que generan nuevas construcciones por las que trepar, otros cubos nos cambian la gravedad (y sin necesidad de cambiar de realidad). Es más, solo podremos cambiar de realidad si nos encontramos sobre una superficie negra (o blanca en el caso de la realidad de “negativo”), por lo que a lo largo del juego aparecerán paredes y suelos con materiales que no nos permiten realizar el cambio, complicándonos las cosas y haciendo que nuestra cabeza eche humo.
Sin embargo, lo innovador en lo jugable se puede llegar a quedar corto, y lo es aún más si tenemos en cuenta que el aspecto gráfico es el mismo una y otra vez. El fondo se repite numerosas veces, cambiando ligeramente un cartel de aquí y allá, y la apariencia de los niveles es cada vez diferente, pero puede llegar a hacerse pesado ese predominio del negro y el blanco constantemente.
La música a veces es excesivamente definitoria de una secuencia de acción, lo que rompe un poco con la estética calmada, sosegada y agobiante del juego (exceptuando algún que otro nivel) y se crea una cierta discrepancia entre la banda sonora y el juego. A pesar de este contraste tan extraño, lo cierto es que es una banda sonora trabajada y que cumple notablemente.
La historia, ingeniosamente hilada entre las mecánicas del juego, no llega a ser lo suficientemente atractiva y nos pasaremos los niveles más pendientes de cualquier otra cosa que del hilo narrativo, y es una pena, ya que es una premisa interesante, pero el juego nos llega a contar más por si mismo que por la intención narrativa que hay detrás. De hecho, la sensación de estar viendo una historia de corte noir y futurística se nota claramente en su música y jugabilidad, a veces dando una sensación de agobio y de estar encerrados muy lograda; algo que se transforma en una enorme satisfacción al salir airoso de un nivel complicado.
No estamos solos
El juego tiene cierto toque rejugable ya que en cada nivel hay un coleccionable que es una especie de anomalía digital que deberemos recoger. Sin embargo, la mayoría de las veces estos coleccionables no suponen mucho esfuerzo extra, ya que son relativamente sencillos y se consiguen, a veces, sin pretenderlo. Otros sí que suponen un reto adicional y que necesitan un nuevo camino alternativo para llegar hasta ellos.
Pero es que además de estos niveles de “campaña”, que son ya bastante numerosos de por sí, contamos con un editor de niveles que nos permite, de forma muy intuitiva y sencilla, montar nuestros propios puzzles. Y lo mejor es que podemos compartirlos con los demás jugadores en el apartado de “Comunidad”, donde podremos jugar los demás niveles más populares de los fans, lo que añade una vida muy extendida al título.
Conclusión
Shift Quantum se convierte en uno de los títulos más innovadores y creativos dentro del género de los puzzles en los últimos años. Su enfoque original se puede ver un poco perjudicada por su repetitivo estilo visual, pero lo cierto es que Shift Quantum nos mantendrá con los ojos fijados en la pantalla, deseando escapar de esta “prisión mental” en la que Axion Vergo nos prometía la felicidad.
Os dejamos con su tráiler para Nintendo Switch:
Podéis encontrar Shift Quantum en la eShop de Nintendo Switch a un precio de 19,99$/19,99€. Necesitaréis 1,2 GB de almacenamiento libre para descargarlo.
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