Noticia [Análisis] Ultra Hyperball

Recuerdo que, cuando era pequeño, pasaba largos ratos pateando un balón contra la pared. Así aguardaba la llegada de mis amigos, pues acostumbraba a llegar el primero a la plaza. Aquel simple juego me entretenía como pocos. El rebote del esférico contra el muro era hipnótico y adictivo; uno no podía dejar de golpear el cuero conforme se aproximaba. Eso sí, la emoción adicional cuando se jugaba en compañía no tenía parangón. Intentar colocarla con la peor intención posible pero sin abusar de la potencia, la tensión al rematar desde un ángulo muerto, el uno contra uno final… Simple pero eficaz. Un frontón improvisado que generaba gozo por repetición, válido para la solitud, pero fascinante con amigos. Tardes enteras basadas en una lógica aplastante: chutar, chutar y volver a chutar.

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Hyperball: deporte a cabezazos


Una premisa tan sencilla como la de Ultra Hyperball, el indie de Springloaded Software exclusivo para Nintendo Switch. En él, cada jugador controla a un avatar que deberá cabecear la pelota una y otra vez hasta alcanzar la máxima altura posible. Pocas veces una sola mecánica y dos estadísticas (altura y número de rebotes) han proporcionado tanta diversión. Jugar pasa por pulsar el botón inferior. Así de simple: un Joy-Con para cada jugador y entretenimiento instantáneo, como el ramen que prepara el protagonista del anecdótico modo historia.

Eso sí, del mismo modo que el frontón de mi niñez ocultaba mil y un componentes tácticos que enriquecían la experiencia, Ultra Hyperball exige depurar la técnica. Es sencillo, pero ni mucho menos simple. Este party-game nos forma en la práctica de un deporte, el Hyperball, que es el entretenimiento por excelencia en el universo del juego. Tras una breve cuenta atrás, una suerte de cañón dispara una pelota que desciende en picado directa al cráneo del atleta. Entonces, el hábil deportista salta para contactar con el esférico en el punto más alto de su impulso. A partir de ahí, todo consiste en atender al descenso del balón y rematar hasta que termine el tiempo o el número de coscorrones disponibles.

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No sirve golpear la pelota al azar, ya que esa lógica no permitirá siquiera superar el nivel, ni mucho menos obtener una medalla de oro. Cabecear en el momento preciso demanda concentración y coordinación para que se nos recompense con un “¡Perfecto!” que eleve el balón hasta la estratosfera. De este modo, conseguir el metal dorado (y por ende la máxima puntuación) requiere rematar el cuero en el apogeo de nuestro salto. Encadenar rebotes perfectos implica aumentar la distancia que alcanza la pelota y, por lo tanto, dorar el menú de selección de niveles, que se tiñe del color de nuestras medallas.

Primero rematar, luego desbloquear


Nada más empezar tan solo hay cuatro avatares disponibles, variaciones cromáticas de un jugador de Hyperball con una vestimenta, casco inclusive, calcada a la de un practicante de rugby. Lo justo y necesario para iniciar el título de Springloaded y echar una partida para hasta cuatro jugadores. El resto, 49 en total, se desbloquean cumpliendo pequeños retos en ciertos niveles, como lograr el oro en el primero o la plata en el segundo. La variedad de personajes es uno de los puntos fuertes de la obra, con disparates tan divertidos como un oso panda, un cánido vendedor de seguros o un vetusto mago. No obstante, su diferenciación no pasa de lo estético, ya que no hay habilidades diferenciales. Es una lástima que no se aproveche tamaña diversidad para dotar a cada uno de un poder singularizador, como la capacidad para saltar más alto o rematar con más potencia. Desbloquear a todos los personajes obliga a exprimir el título y, sin duda, dota cada partida de un toque de alegría.

Los niveles son cortos, pero hay para aburrir. Sumando los del modo individual y los del modo multijugador local, hay 45 (más uno del tutorial). Los más completistas encontrarán un reto complejo en alzarse con la medalla de oro en todas y cada una de las pruebas. La labor de desbloqueo de personajes y la de sumar la máxima puntuación en cada pantalla tornan en horas de diversión idónea para partidas breves. Hay algo de mágico en el efecto de superación que consigue Ultra Hyperball. Lo lacónico de cada fase invita a buscar siempre el mejor resultado, rechazando cualquier metal que no tenga tonalidad gualda. Un par de parpadeos y uno se encuentra pugnando por alcanzar unos metros más en su tercer intento consecutivo.

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Un multijugador local de oro


Ultra Hyperball brilla, como el cuero tras concatenar unos cuantos golpes, en su modo multijugador. Es frenético y divertido a rabiar con dos o más personas, correcto en las partidas individuales. Un fallo, por nimio que sea, arruina la actuación del resto. A veces consiste en ayudarse unos a otros y sumar remates perfectos, otras en competir entre todos en pos de disputar cada milímetro del balón. Y, pese a su simpleza, siempre apetece resarcirse de ese pequeño error de cálculo que ha echado por tierra la tanda de impactos. Familiarizarse con su mecánica es tan accesible y rápido que, cuando uno se acostumbra, es imposible no reclamar una última partida que nunca es tal.

Como he comentado en el párrafo anterior, sus partidas para un jugador son correctas, sin más. Sirve para matar el tiempo, aunque ni de lejos es una experiencia similar a la que se vive con alguien al lado. Un total de 25 niveles con dificultad gradual, de menos a más complejidad, que sirven de calentamiento para extraer el verdadero jugo de Ultra Hyperball: sus modos multijugador. Acompañar a Jay (aunque puede seleccionarse otro personaje), el protagonista de 17 años, en su periplo hacia erigirse como jugador profesional de Hyperball es una tarea necesaria para desbloquear ciertos avatares. El videojuego de Springloaded Software es lo que pretende ser: un multijugador local entretenido. El modo individual es lo de menos.

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Aunque está muy bien pulido, Ultra Hyperball no está exento de problemas que embarran las partidas. En algunos niveles, la cámara acompaña al cuero en su desplazamiento vertical y el veloz descenso acaba desconcentrando. El cielo infinito hacia el que se eleva el balón es precioso y plagado de variopintos y pixelados detalles, pero el vaivén, sin llegar a marear, puede resultar molesto para más de uno. Otra pega es que hay puntos del modo historia, como el nivel 2-1, en los que hay que controlar a dos personajes y los botones de salto están dispuestos en la pantalla táctil. No solo es complicado no distraerse con la parábola que traza la otra pelota, sino que están tan juntos que es incómodo de manejar. De hecho, la mejor opción es pedir ayuda a otra persona para que cada uno se encargue de un avatar. Asimismo, añoro un modo online que extienda las horas de juego y que haga de este indie algo más que una cálida bienvenida para guateques de toda índole.

Conclusiones


Ultra Hyperball es una propuesta sólida y entretenida que se luce al máximo con más de un jugador. Su música insufla adrenalina a cada partida y los gráficos, con un pixelado muy cuidado, encandilan a cualquier amante del estilo retro. El de Springloaded Software es un one-button (videojuegos que funcionan con un solo botón) que engancha y anima cualquier congregación. El conjunto es un título apto para todos los públicos que fomenta el pique sano e hilarante, aunque flojea en sus modalidades para un jugador. Por 9,99 euros en la eShop, es una obra más que recomendable para diversificar la experiencia multijugador local que ofrece Nintendo Switch.

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