El 20 de abril de 1945 se inició la batalla de Berlín, un conflicto que semanas después acabaría con la rendición alemana y, como consecuencia de ello, la derrota del Tercer Reich gobernado por Adolf Hitler. Tras eso la ciudad quedó en ruinas, unos escombros que escondía la cifra estimada de unos 45.000 cadáveres alemanes.
Sin embargo, el bombardeo de Berlín no fue el episodio final de la Segunda Guerra Mundial, todavía quedaba Japón. No obstante, tras el bombardeo realizado sobre Hiroshima y Nagasaki, la capitulación de los nipones no se demoró demasiado. Finalmente, la rendición de Japón se haría efectiva el 2 de septiembre de 1945.
Comenzaba así una etapa gris para Alemania que incluso continuaría años después con el levantamiento del popularmente apodado como “muro de la vergüenza”, el cual dejó unas heridas todavía se encuentran en fase de cicatrización. La división entre la Alemania de oriente y occidente fue efectiva hasta el 9 de noviembre de 1989, el día en el que se puso fin a 155 kilómetros de hormigón y alambre capaces de fraccionar al mundo.
Créditos: German Federal Archives
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