Los coches están diseñados para soportar tanto las temperaturas más elevadas como las más gélidas, pero ¿cómo se pueden poner a prueba los vehículos para soportar estas situaciones?
¿Sabes cómo reacciona tu coche ante los inviernos más fríos o el peor verano que recuerdes? Los coches pasan multitud de pruebas para que si fuera está nevando, helando o hace un viento gélido, dentro puedas disfrutar de tu mejor música y que nada detenga al sistema de calefacción.
Casi todos los fabricantes disponen de sistemas para probar sus coches bajo cualquier tipo de climatología y sino, suelen acudir a entornos muy duros, como los desiertos o el polo norte, y así prueban en situaciones reales si sus coches están hechos para sufrir o no. Otra opción son los complejos túneles del viento climáticos, como el que Ford tiene en Allen Park, Michigan, desde 2006.
En un túnel del viento climático los ingenieros pueden replicar las condiciones invernales en cualquier momento y comprobar cómo afectan las temperaturas más bajas o los vientos más fuertes a los coches antes de salir al mercado. Por ejemplo, en esta instalación se ha probado el Ford Fiesta bajo condiciones de tormenta de nieve, y ha salido victorioso.
Los ingenieros pueden conseguir temperaturas entre 54 grados y -40 grados celsius.
Pero no solo es posible conseguir temperaturas tan extremas y a las que los coches rara vez suelen estar expuestos, sino que es posible generar velocidades de viento huracanadas de 125 kilómetros por hora. Esto significa que es posible reproducir la peor tormenta de nieve imaginable y comprobar si el mismo coche puede ser comercializado en zonas muy frías y en las más cálidas.
Entre las mediciones que realiza un ingeniero se encuentra la calidad y cantidad de aire que llega al motor bajo estas circunstancias. También monitorizan si los vehículos se congelan, cuales son los componentes más expuestos y donde se acumula la nieve. Con este tipo de datos pueden mejorar sus coches para hacerlos más resistentes.
Este tipo de pruebas son la mejor forma de asegurarse que un coche es resistente, pero no sustituyen por completo a las pruebas bajo entornos reales que también se realizan. Eso sí, suponen una ventaja muy clara para poder desarrollar un coche en menos tiempo y hacerlo mucho más seguro.
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