El asunto del buenrrollismo en el desarrollo de software ya está empezando a tomar tintes épicos. En algún momento indeterminado alguien les explicó a los desarrolladores, a las malditas startups, que había que empatizar con el usuario como una medida más para conseguir que no se abandonará el servicio o la aplicación y así se empezó a crear una falsa sensación de que el desarrollador es una persona "como tú" cuando el usuario no está comprando una relación con el desarrollador, sino un servicio o una aplicación.
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