
Seguir usando macOS Sequoia es como estar en el pasado. Suena exagerado, y tal vez lo sea, pero no por ello deja de ser un sensación permanente en mí desde que empecé a probar macOS 26 Tahoe. Leía recientemente a Parker Ortolani, desarrollador y viejo conocido de los medios escritos sobre Apple, decir una frase como esta y la cual suscribo plenamente.
El Mac es el dispositivo que más uso a lo largo del día y es en él donde más percibo Liquid Glass, el nuevo lenguaje de diseño de Apple. Y aunque no es algo que me cambie la vida, ya que mi uso y productividad sigue al mismo nivel, mi sensación cuando vuelvo a macOS Sequoia en mi otro Mac es como dormir en un colchón viejo tras pasar una semana en uno de hotel de lujo.
Desde Applesfera no recomendamos instalar la beta para desarrolladores de macOS 26 Tahoe a menos que seas desarrollador. Si eres un usuario habitual, podrás disfrutar de la beta pública de macOS 26 este mismo mes. |
Liquid Glass lo cambia todo
Desde hace unos años, tengo dos Mac. Por un lado un Mac mini M2 Pro que uso como equipo principal con un monitor de 32 pulgadas. El otro es un MacBook Air M1, el más básico con 8 GB+256 GB, pero que me sigue resultando útil cuando he de trabajar fuera de casa (y últimamente es bastante).
Dado que el Mac mini es el principal y que a priori más necesito a diario, le mantengo aún en macOS Sequoia. El MacBook, en cambio, tengo instalada la beta para desarrolladores de macOS 26 Tahoe. De ese modo puedo probar a fondo la nueva versión sin arriesgar a quedarme sin ordenador, ya que mi trabajo depende de ello.

Sin embargo, puede dar fe mi compañero Guille Lomener de mis ansias de Tahoizar mi otro Mac. Es a él al que le he dado la brasa con mis ganas de instalarme Tahoe también en mi dispositivo principal. Desde que empecé a probar la beta 1, me he quedado completamente prendado. Una sensación muy diferente a la que sentí hace años cuando macOS 11 Big Sur nos trajo otro rediseño al Mac.
¿Y por qué este enamoramiento? Por el diseño. No todo es perfecto (ejem, iconos irregulares), pero en líneas generales ha sido un cambio transformador que ha devuelto frescura y modernidad al sistema. Todo parece más vivo, más fluido, más pulido. Desde las transparencias hasta las sombras, pasando por las nuevas animaciones.

Liquid Glass consigue algo que hacía años que no sentía en un sistema de escritorio: emoción visual. No es solo una cuestión estética, es también funcional. Las jerarquías de la interfaz son más claras, los botones más identificables, las interacciones más naturales. Y todo te suena, ya que es el mismo lenguaje que en un iPad o un iPhone.

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Hay detalles que solo aprecias con el uso continuado. Como la nueva forma en la que se deslizan los paneles, o cómo reacciona el sistema a tu interacción de forma más táctil, incluso sin tener pantalla táctil. Apple ha sabido llevar parte de la suavidad de iOS, iPadOS y visionOS al Mac, pero sin diluir lo que hace único al escritorio clásico.
Y de repente, vuelvo a Sequoia

Haber estado de viaje con mi MacBook Air me ha hecho probar y disfrutar a fondo de macOS Tahoe, pero al regresar a casa, y pese a que puedo seguir usando el MacBook, es el Mac mini el mejor ordenador que tengo y el que uso principalmente. Y es entonces cuando percibo el viaje al pasado.
Todo se siente más áspero, más estático. Se que no es así, pero la sensación después de tanto tiempo en Tahoe es que las ventanas de Sequoia parecen pesar más, los menús se notan más planos y hasta el scroll en ciertas apps me parece menos fluido. No es que macOS Sequoia haya envejecido mal, es que Tahoe ha rejuvenecido al Mac de una forma que no esperaba.
El cambio de diseño ha provocado que en más de una ocasión usando Sequoia piense "ah, esto antes era así". Pequeños detalles que antes ni notaba, como el sombreado de los menús contextuales ahora me parecen peores.
Pero... es una beta

Lo mejor de macOS Tahoe es que no he renunciado al rendimiento. Ni siquiera en un dispositivo que, como mi MacBook Air, tiene ya cinco años de vida y una memoria bastante baja (8 GB). A pesar de tratarse de una beta temprana, el ordenador se comporta sorprendentemente bien. Eso me hace pensar que, cuando la versión final llegue en otoño, será un salto recomendable para la mayoría.
Y sin embargo, tengo que seguir convivir con Sequoia. No porque quiera, sino porque debo: mi trabajo depende de un sistema estable y ese sistema sigue siendo Sequoia. Pero la sensación de que estoy usando algo superado no me abandona.

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Llevo años probando diferentes betas como para saber que al final el cómo le rinda a una persona no es en absoluto algo orientativo para el resto, ya que dependiendo del uso, configuración y modelo concreto se pueden experimentar fallos que otros no sufren.
De ahí que no recomendemos nunca instalar este tipo de betas y menos en un dispositivo de uso principal. Otra cosa será la beta pública que llegará en próximas semanas y que vendrá más pulida, aunque seguirá siendo inestable y, en mi opinión personal, igual de desaconsejable si se instala en un Mac principal.
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La noticia Cada vez que uso macOS Tahoe en mi MacBook, me muero de ganas de instalarlo en mi Mac principal. Sequoia se siente antiguo fue publicada originalmente en Applesfera por Álvaro García M. .
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