Más explosivo, más ambicioso y con la excelencia jugable que se espera del rey de los shooters bélicos. Un monarca que no está dispuesto a abdicar. Call of Duty: Black Ops 7 llega con la ambición de ser la entrega más grande y variada de la saga, ofreciendo una campaña cooperativa, redimensionando el ritmo del multijugador, expandiendo sus Zombies y sumándose a la fiesta de los Shooters de Extracción con un Endgame que se acerca al terreno de Arc Raiders y tantos otros. La otra realidad es exactamente la misma que reza el dicho: el que mucho abarca, poco aprieta. Porque ofrecer más acción en mayores escenarios no es elevar el listón. Entonces... ¿qué es?
Vaya por delante que la intención de Activision es clara: ofrecer un menú degustación de todo lo que el género puede dar. Una iniciativa que se redondea con el Battle Royale de Warzone, que conste. Pero, insisto, aunque esa amplitud se convierte en su mayor virtud y también acaba siendo su talón de Aquiles. Porque Black Ops 7 es un gigante que quiere darlo todo: espectáculo narrativo, multijugador competitivo, modos alternativos y progresión infinita. Y aunque logra impresionar en muchos apartados -entiéndase impresionar en más de un sentido- también deja claro que la saga corre el riesgo de perder coherencia en su afán de ser omnipresente. Es más, en esta entrega esa coherencia es llevada al límite.
Que no se me malinterprete: soy el primero que aboga porque una saga anual tan potente como Call of Duty no puede ni debe ofrecer la misma ambientación en cada nuevo título. Te puede gustar más o menos la Segunda Guerra Mundial o los conflictos bélicos del siglo pasado, pero enrocarse en ellos o no salir a explorar más allá de lo que se ha hecho y lo que todos ofrecen haría que las siglas se quemasen todavía más rápido. La otra realidad es que en un año en el que Black Ops 7 tiene tantos frentes abiertos, y debe medirse directamente con Battlefield 6, retiene lo mejor de sus lecciones aprendidas, pero no se siente como el sonoro golpe sobre la mesa que da el referente de todos los juegos de tiroteos bélicos.
Entonces, ¿Call of Duty: Black ops 7 es un pinchazo o estamos ante un buen shooter? Bueno, si vienes solo y exclusivamente a por el Multijugador, te vas a encontrar conque la ambientación futurista lleva las lecciones aprendidas de Call of Duty: Black Ops 6 al siguiente nivel con un armamento futurista, un sistema de progresión que recompensa más y mejor al jugador y escenarios que añaden una capa extra de estrategia y movilidad a su brutal acción. Pero si, por el contrario, eres de ese pequeño porcentaje de jugadores que solo y exclusivamente está interesado en la campaña (los datos del interés que generan están ahí) te garantizo que lo que vivirás no te dejará indiferente. Y, como verás, no necesariamente en el buen sentido.
Índice de Contenidos (4)
- El retorno de David Mason: una campaña entre la épica... y el desconcierto
- El Multijugador de Black Ops 7: donde el rey de los Shooters no abdica
- Los Zombies de Call of Duty: tradición... con chispa
- Black Ops 7 es pura ambición, pero no esquiva la gran pregunta: ¿hacia dónde se dirige la saga?
El retorno de David Mason: una campaña entre la épica... y el desconcierto
Sobre el papel, Activision tenía buenos motivos para llevar al jugador y fan de Call of Duty a un futuro no tan lejano y, desde ahí, atreverse a hacer experimentos: la historia del nuevo modo campaña hace que converjan los personajes y acontecimientos de Black Ops 2 (que sigue siendo el gran referente de esta serie) con los capítulos más inesperados y definitorios de un Black Ops 6 que salió realmente bien. No obstante, ese afán por generar un gran impacto e introducir ambición y sorpresas no acaba jugando en beneficio de lo que se espera y se busca en esta franquicia.
Partiendo de lo más esencial, la campaña de Black Ops 7 se presenta como un thriller bélico futurista que recupera viejos fantasmas de la saga. David Mason vuelve a escena en una trama ambientada en el año 2035. Reclamando el protagonismo para enfrentarse una vez más a un Raúl Menéndez regresa de manera enigmática, en un arco narrativo que mezcla conspiraciones tecnológicas con dilemas morales sobre el poder y la manipulación. Algo que es omnipresente en cada entrega de Black Ops. La historia busca la épica, con secuencias espectaculares y giros dramáticos, pero a menudo se siente más como un mosaico de referencias a entregas anteriores que como una trama con identidad propia.
De hecho, y como ya comenté, el guion intenta conectar con la nostalgia de los jugadores veteranos, pero en el proceso se asume el riesgo de convertir la experiencia en un ejercicio de reciclaje narrativo. La épica está ahí, sí, pero el desconcierto surge cuando los hilos argumentales parecen más un pretexto para justificar mecánicas jugables que un relato sólido que transcurre un futuro demasiado familiar y en el que las batallas psicodélicas, la ciencia ficción y el absoluto surrealismo onírico eclipsan (de manera intencionada) las sensaciones de heroísmo en mitad de un brutal conflicto bélico.
La acción se sitúa en su mayor parte en Avalon, una ciudad ficticia del Mediterráneo gobernada por corporaciones tecnológicas. El entorno combina arquitectura futurista con escenarios bélicos clásicos: calles estrechas, bases militares y zonas industriales. Visualmente es impactante, que conste, con un diseño que mezcla lo urbano con lo distópico, pero la ambientación no logra diferenciarse de otros shooters contemporáneos.
La sensación es que el juego apuesta por un futuro reconocible, más cercano a un collage de clichés cyberpunk que a un universo propio. Esto refuerza la espectacularidad de las misiones, pero resta frescura a la experiencia narrativa. ¿Y qué pasa con las sensaciones a los mandos? Bueno, la campaña introduce mecánicas heredadas de Warzone y, a nivel personal, se abrazan tramos y momentos que evocan los looter shooters: armas con rarezas, blindajes, reanimaciones y progresión por loot.
¿Por qué se ha tomado esta decisión? Básicamente porque la campaña está diseñada para jugarse en cooperativo, de modo que estas dinámicas aportan variedad y tensión; pero en solitario, generan desconexión. Los diálogos con compañeros que no existen si juegas solo y la ausencia de bots hacen que la experiencia pierda coherencia narrativa. Y que conste que el gunplay sigue siendo sólido, con tiroteos intensos y set pieces espectaculares, pero la inclusión de sistemas de progresión rompe el ritmo clásico de la saga. La campaña se convierte en un híbrido que no termina de definirse: ¿es un relato bélico o un prólogo extendido al endgame?
El verdadero cierre de la campaña es el Endgame cooperativo que mezcla extracción y supervivencia. Aquí los jugadores deben completar misiones abiertas, recolectar recursos y escapar con vida, en una dinámica que recuerda a títulos como Escape from Tarkov o Arc Raiders. Y ojo, que pese a que no queda implícito, las intenciones y la razón de ser de este Endgame se ven a la legua: este modo busca prolongar la vida útil de la campaña, ofreciendo progresión y rejugabilidad. Sin embargo, también refuerza la idea de que la historia principal es solo un trampolín hacia este contenido.
De modo que para algunos, es un acierto que da continuidad; para otros, una señal de que la narrativa ha quedado relegada a un segundo plano. Y que conste que puedo llegar a entender las motivaciones para hacer este movimiento: históricamente la Campaña de Call of Duty es una gran superproducción en todos sus aspectos que no atrae (o genera interés) a ese enorme porcentaje de fans y jugadores que van a acompañar cada nueva entrega durante todo un año. De modo que se ha buscado intencionadamente evitar que se genere indiferencia y añadirle el atractivo de un Endgame que funciona a modo de cuarto modo de juego. Eso es así.
¿Acierto o error? La campaña de Black Ops 7 es un espectáculo visual y jugable que cumple con la promesa de ofrecer acción trepidante y momentos épicos. Sin embargo, su dependencia de mecánicas externas y el desempeño de su guion generan desconcierto. Y no poder pausar la historia si juegas en solitario tampoco ayuda. De modo que la épica está presente, pero se diluye en un mar de sistemas híbridos que parecen diseñados más para alimentar el endgame que para contar esa historia que iguale las más recordadas de la serie o la franquicia Call of Duty.
Como resultado, en lo que respecta a la propuesta centrada en la historia de Black Ops 7 nos encontramos con que Activision sigue siendo capaz de impresionar, pero también que su campaña ha perdido el foco narrativo que la distinguía. Y ese desconcierto no proviene de la falta de acción, que conste, sino de la pregunta inevitable: ¿sigue siendo ese modo uno de los tres pilares de Call of Duty, o ha pasado a ser un simple escaparate para el Multijugador y, en menor medida, los Zombis?
El Multijugador de Black Ops 7: donde el rey de los Shooters no abdica
Tú ya lo sabías y yo te lo confirmo: el Multijugador de Call of Duty es y siempre ha sido el corazón palpitante de cada entrega de la saga, el espacio donde se mide la verdadera longevidad de cada propuesta anual. No solo con vistas a los próximos 365 días, sino con vistas al futuro. En Black Ops 7, Treyarch y Raven parecen haber asumido una premisa clara: no reinventar la rueda, sino pulirla hasta que brille.
La filosofía es la de un monarca que no abdica, que sabe que su poder reside en la familiaridad del ritmo frenético, el "time-to-kill" ajustado al milímetro y la sensación de que cada partida es un duelo de reflejos y astucia. Lo interesante es que, en lugar de apostar por cambios radicales, el juego se centra en refinar la experiencia competitiva: menos fricciones en el emparejamiento, mapas diseñados para favorecer la acción constante y un gunplay que recupera la contundencia dela guerra del futuro apoyándose en la evolución natural lograda con Black Ops 6. Dándole más alas a su omnimovimiento.
¿Entonces es lo mismo pero con los mapas del futuro? Definitivamente no, pero las novedades justifican mejor que en cualquier otro modo el salto hacia el futuro que damos con la ambientación de esta entrega añadiendo retoques con propósito e intención. Y aunque la base es reconocible, lo cual juega a su favor, Black Ops 7 introduce novedades certeras que no ambicionan una revolución, sino mantener viva la fórmula:
- Rachas de bajas renovadas: más creativas, con opciones que premian tanto la agresividad como el juego táctico.
- Mapas híbridos: escenarios que mezclan espacios cerrados para el combate cercano con zonas abiertas que favorecen el control estratégico.
- Personalización más profunda: armas con sistemas de progresión que permiten ajustar estilo de juego sin caer en la saturación de accesorios.
- El modo Sobrecarga: enfrentamientos que aportan frescura sin romper la competitividad y que, de manera intencionada, buscan afianzar su propuesta para los eSports.
Insisto: estas novedades no reinventan el género de los shooters bélicos que Call of Duty ha dominado la gran mayoría de los años, pero sí logran que cada partida tenga un matiz distinto, evitando la monotonía que suele acechar a las sagas anuales. Sentarse a jugar el multijugador de Black Ops 7 es como reencontrarse con un viejo amigo que, aunque no ha cambiado demasiado, se ha puesto un traje nuevo. Eso sí, el empeño por que notemos la adrenalina al jugar con el ratón o el mando sigue intacta: el pulso acelerado, la tensión de cada esquina y la satisfacción de encadenar bajas en un mapa que parece diseñado para que nunca falte acción. Es la vieja adicción con perfume nuevo.
La gran diferencia frente a las últimas entregas de Call of Duty en general o Black Ops 6 en específico está en la fluidez. El emparejamiento, al menos antes de que comiencen las temporadas, es menos restrictivo y la reducción del SBMM hacen que las partidas se sientan más naturales, menos forzadas. Hay espacio para la sorpresa, para el jugador que improvisa y para el veterano que domina. Esa mezcla devuelve al multijugador una sensación de comunidad que se había diluido en entregas anteriores.
Como resultado, Black Ops 7 demuestra que el Multijugador de Call of Duty sigue siendo el estándar de oro del shooter competitivo. No necesita abdicar porque aún conserva la corona: la fórmula funciona, engancha y se adapta lo justo para seguir vigente. Sin embargo, la pregunta inevitable es cuánto tiempo puede sostenerse esta monarquía sin arriesgar más. El multijugador brilla, sí, pero lo hace sobre un terreno conocido. Quizás el verdadero desafío para Treyarch y Raven no sea mantener el trono, sino atreverse a expandirlo hacia territorios nuevos. Y no me refiero a un futuro distópico.
Los Zombies de Call of Duty: tradición... con chispa
Con una ambientación que mezcla lo clásico con lo inesperado el modo Zombies regresa en Black Ops 7 siendo ese festival del caos y la destrucción apartado de las sensaciones competitivas que obsesiona por méritos propios. Preservando la idea que impera en esta entrega: ofrecer el Call of Duty más grande y, desde ahí, retener al jugador veterano y a quien llega de nuevas a base de un festival de tiroteos sin fin. En cualquier caso, esa ambición por darle un giro adicional a lo que había no está tan presente este año en el tercer eje del juego.
Sus escenarios, al menos los de lanzamiento, se expanden más allá de los claustrofóbicos laboratorios y mansiones embrujadas, para ofrecer mapas abiertos con múltiples rutas y secretos, donde la atmósfera oscila entre lo apocalíptico y lo místico. La estética mantiene la esencia pulp y de terror ligero que siempre ha caracterizado al modo, pero añade un toque de modernidad con efectos dinámicos, iluminación más dramática y narrativas ambientales que invitan a explorar.
¿El resultado? Aunque la base y los ingredientes que sostienen los nuevos Zombis sigue siendo los mismos (oleadas de no muertos, supervivencia y cooperación), En Black Ops 7 se introduce novedades que, sin atreverse a tocar aquello que se espera y ya funciona, buscan revitalizar la experiencia:
- El vehículo "Vieja Tessie": una camioneta oxidada conducida por el icónico T.E.D.D., que sirve tanto de transporte como de arma improvisada.
- Arma asombrosa: Guantelete de necrofluido: un artefacto vampírico que dispara pinchos mortales y absorbe la fuerza vital de los enemigos.
- Bestiario ampliado: desde zombis blindados hasta criaturas como los Despojadores y el imponente Zursa, un monstruo alfa acompañado de enjambres de zombejas. Sí, lo último es exactamente lo que te imaginas.
- Plataformas de salto y trampas grotescas: nuevas formas de desplazamiento rápido y dispositivos como la trampa de hojas de sierra, que convierten el mapa en un terreno dinámico y letal.
- Modos adicionales: además del clásico por rondas, se suman Dirigido (más accesible), Supervivencia (minimalista y directo), y el innovador Maldito, que introduce reliquias y modificadores para aumentar la dificultad
Estas adiciones no rompen la tradición, pero sí aportan esa "chispa" que evita que el modo se sienta como un simple reciclaje. Estableciendo a todos los efectos lo que ya sabíamos de antemano: el modo Zombies es, siempre ha sido y será un espacio de culto dentro de Call of Duty, y el de Black Ops 7 promete mantener esa relación especial con los jugadores con una premisa clara e invariable: ofrecer un terreno de juego infinito, donde cada partida sea distinta y cada sesión te deje satisfecho, agotado y con ganas de repetir.
Con todo, y con vistas a los fans más fieles, nos topamos con que este nuevo Zombies deja escapar la oportunidad de seguir siendo ese refugio creativo dentro de la saga por parte de Treyarch y Raven. Dicho de otro modo: no pretende reinventar la fórmula y aquello que gustó el año pasado, pero sí pulirla y añadirle destellos que la hagan brillar de nuevo. La ambientación es más rica, las novedades aportan un punto extra de locura y las promesas de continuidad refuerzan la sensación de que este apartado sigue siendo el alma alternativa de la franquicia.
Como resultado, los Zombies mantiene su tradición, para bien o para mal, pero con la chispa suficiente para recordarnos por qué, después de tantos años, sigue siendo uno de los modos más queridos y celebrados de Call of Duty. Y su enfoque este año es , a todos los efectos, la cara totalmente opuesta de la misma moneda que vemos en la Campaña. Sobre todo, cuando el desarrollo de ambos modos ahora de cuatro jugadores contra un entorno hostil en el que las pesadillas son la mayor amenaza.
Black Ops 7 es pura ambición, pero no esquiva la gran pregunta: ¿hacia dónde se dirige la saga?
Hay dos modos de ver el regreso anual de Call of Duty: para unos es un auténtico ritual que ya forma parte del calendario del videojuego, mientras que para Activision es un brutal desafío a la hora de encontrar el equilibrio entre la reinvención y consolidar lo que gusta y aquello que funciona. En este aspecto, Black Ops 7 se presenta como el último eslabón de una cadena que parece no tener fin. Y eso, que es bueno y malo a la vez, hace que nos planteemos algo lícito: ¿hacia dónde se dirige la saga?
Vaya por delante que Call of Duty ha demostrado una capacidad admirable para reinventarse en ciertos aspectos. Su multijugador es sólido, modos Zombies saben dar exactamente lo que se les pide y sus campañas, espectaculares, son una superproducción pese a no despegar a nivel de interés. Con todo, también arrastra un desgaste evidente: el Multijugador sigue estando a la vanguardia, pero en el resto de modos nos topamos con la sensación de que la fórmula y los experimentos que se hacen con ella se estira más de lo que debería.
Insisto, y espero que no se me malinterprete: Call of Duty: Black Ops 7 demuestra que la saga estrella de Activision sigue siendo una maquinaria imparable de contenido, capaz de reunir millones de jugadores y mantener viva la tradición anual. Sin embargo, la campaña -que no ha logrado brillar pese a sus experimentos- y la sensación de continuismo sin revolución en un año en el que hay tantos frentes abiertos para Call of Duty plantean una reflexión inevitable: ¿ha llegado el momento de que la saga se tome un descanso?
Con eso no me refiero a que no se esté poniendo toda la carne en el asador: la séptima entrega de la subserie Black Ops llega con una ambición desmedida: campaña cooperativa, multijugador competitivo, un endgame con tintes de extraction shooter y el regreso del modo Zombies. Es un menú abundante, pensado para que nadie se quede sin plato. Sin embargo, esa misma abundancia genera un problema: el exceso. La campaña, como ya comenté, se siente más como un prólogo al endgame que como un relato con identidad propia, el multijugador brilla pero su ambientación futurista no es "un salto de diez años" según la cronología en la que tiene lugar, y Zombies mantiene la tradición con chispa, aunque sin grandes revoluciones.
Como resultado, la respuesta a si merece la pena regresar cada año de cara a los fans y a la propia Activision acaba siendo ambigua. Por un lado, el multijugador y Zombies confirman que la fórmula aún funciona; por otro, la campaña y el endgame muestran signos de que, pese a los experimentos, hace falta un impulso creativo hacia otra dirección. Quizás, y como comenté al principio, el verdadero legado de Black Ops 7 sea recordarnos que quien mucho abarca, poco aprieta, y que incluso un gigante como Call of Duty necesita respirar de vez en cuando para volver a sorprender. Y no por flaquear en sus puntos fuertes.
De modo que si ponemos en una balanza sus aciertos y sus flaquezas, nos topamos con una lectura clara: Call of Duty: Black Ops 7 es la confirmación definitiva de que la saga aún tiene músculo, pero también evidencia que la ambición desmedida puede ahogar la coherencia. La pregunta sobre si debería tomarse un descanso no tiene una respuesta sencilla: la saga sigue siendo rentable y popular, pero al mismo tiempo muestra signos de agotamiento. De modo que, quizás, el verdadero reto no sea parar, sino aprender a dosificar. Porque un gigante puede seguir caminando, pero si nunca se detiene a respirar, corre el riesgo de perder el rumbo.
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La noticia Call of Duty: Black Ops 7 es un gigante que ambiciona darlo todo y a gran escala, pero se ahoga en sus propios excesos fue publicada originalmente en Vida Extra por Frankie MB .
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