
Vivimos pegados a la red y cada clic cuenta, así que comparar qué países europeos van más finos de conexión no es un capricho, es pura necesidad. A partir de informes reconocidos y datos recientes, aquí se desgrana quién corre más, quién paga menos y qué tecnologías están detrás de esas cifras para entender por qué tu experiencia puede ser un paseo o una desesperación. En cada bloque verás referencias a velocidades medias, cobertura, costes y tendencias, además de consejos para exprimir tu conexión en casa.
Este análisis reúne fuentes muy citadas en el sector como Speedtest Global Index de Ookla, los listados de Cable.co.uk, una investigación comparativa de VPS Server, un repaso de European Data Journalism Network y un estudio de BusinessComparison sobre velocidades de carga web. También se integran datos de Eurostat sobre accesibilidad digital y recomendaciones prácticas para hogares, incluyendo soluciones Powerline y Wi‑Fi 6. Con todo ello, se obtiene una radiografía completa de la velocidad de red en Europa más allá de los tópicos.
Países más rápidos y evolución reciente
Si miramos a Europa con lupa, hay una curiosidad geográfica que rompe quinielas: Jersey, en el Canal de la Mancha, se sitúa como el territorio europeo con la media de conexión más alta reportada, con unos 264,5 Mbps de velocidad media y picos que rozan los 944 Mbps según Cable.co.uk. Le siguen de cerca Liechtenstein con 246,8 Mbps e Islandia con 229,4 Mbps. En ese tablero, España aparece muy bien parada: ocupa el octavo puesto con aproximadamente 133,7 Mbps, mientras que la parte baja la marcan Turquía con 24,8 Mbps, Albania con 24,4 Mbps y Croacia con 25,7 Mbps, los únicos tres por debajo de 30 Mbps.
Si cruzamos esta panorámica con los ránkings de Ookla, el líder global es Singapur con descargas medias en torno a 237,15 Mbps y subidas de 199,58 Mbps. En Europa, el trono se lo queda Mónaco, que alcanza cerca de 226,03 Mbps de bajada y 149,62 Mbps de subida; a continuación asoma Dinamarca con 200,62 Mbps de descarga y 107,59 Mbps de subida. Son cifras que, sin ser generalizables a cada rincón, ilustran dónde la conectividad fija corre a todo gas.
Las tendencias acompañan: el último año analizado por Ookla, la velocidad de descarga en conexiones fijas creció algo más de un 28 por ciento a escala mundial. También subió la velocidad de subida, en paralelo a una infraestructura que se estira para sostener más tráfico. En la misma línea, la OCDE señala que el número de conexiones de banda ancha en sus países miembro aumentó un 12,3 por ciento entre junio de 2021 y junio de 2022, lo que confirma que el despliegue y la adopción avanzan con buen ritmo.
Ahora bien, no todo es homogéneo. El análisis de EDJNet con datos de Speedtest muestra que la velocidad media en Europa se duplicó en tres años, pasando de 56 Mbps en junio de 2019 a 121 Mbps en junio de 2022 (37 países), pero la brecha entre el país más rápido y el más lento se ensanchó: del diferencial de 78 Mbps a 173 Mbps. Dentro de la UE se repite el patrón: antes la distancia era de 75 Mbps, ahora llega a unos 80 Mbps entre las cabeceras y los colistas. La buena noticia es que Grecia, Croacia y Chipre, que en 2019 estaban por debajo del mínimo de 30 Mbps fijado por Bruselas, ya lo superaron al año siguiente, de modo que la base mínima está consolidándose.
Los objetivos comunitarios suben el listón: para 2025 se persigue que todos los hogares europeos tengan conexiones de al menos 100 Mbps, y que los grandes actores socioeconómicos (escuelas, universidades, hubs de transporte, empresas digitales) dispongan de enlaces de un gigabit por segundo con cobertura 5G ininterrumpida en áreas urbanas y rutas principales. De cara a 2030, la ambición sube a que toda la ciudadanía tenga acceso a 1.000 Mbps y 5G, la llamada sociedad del gigabyte. Cumplirlo exigirá equilibrar mapas con fuertes contrastes, por ejemplo la brecha urbano‑rural en Italia o el histórico desnivel este‑oeste en Alemania, donde a pesar de su peso económico el país se sitúa alrededor del decimosexto puesto en velocidad de descarga.
En ese plano continental, merece mención el papel de las infraestructuras troncales como los cables submarinos, auténticas autopistas de datos que condicionan la latencia y la capacidad internacional. Su distribución es un factor silencioso que ayuda a explicar por qué ciertos nodos urbanos y financieros disfrutan de mejores cifras y resiliencia ante picos de demanda.
Calidad, precio y acceso: quién tiene el mejor Internet en Europa

Velocidad pura no lo es todo. La investigación de VPS Server propone un enfoque a tres bandas: medir la velocidad media, el porcentaje de hogares con acceso, el coste de 1 GB de datos móviles y el precio medio de la banda ancha. Es una forma práctica de combinar valor y calidad real, y con esa lupa Islandia aparece como el país que, globalmente, mejor lo hace, por encima de España cuando se suman todas las variables.
Islandia cuenta con una penetración altísima, con cerca del 98 por ciento de hogares conectados, una infraestructura de banda ancha muy cuidada y velocidades medias alrededor de 216 Mbps. El reverso es el precio: unos 60 libras de media por banda ancha y un coste por GB móvil más elevado que en otros países. Aun así, la combinación de cobertura y rendimiento eleva su perfil hasta el primer puesto de esta comparativa de valor.
España presenta un ecosistema sólido: cerca del 96 por ciento de hogares con acceso, velocidades medias reportadas por VPS Server en torno a 115 Mbps y un coste de banda ancha que ronda las 24 libras, con datos móviles muy baratos, cerca de 0,47 peniques por GB. Si miramos a Ookla, España aparece en la novena posición mundial en conexiones fijas con aproximadamente 178,40 Mbps de descarga y 130,84 Mbps de subida, y la OCDE sitúa al país con el 81,2 por ciento de hogares conectados por fibra, solo por detrás de Corea y Japón, lo que explica por qué aquí se navega con mucha solvencia en FTTH.
Rumanía ha hecho los deberes en despliegue y precios: alrededor del 89 por ciento de hogares conectados, velocidades medias de 112 Mbps y una banda ancha sorprendentemente barata, unos 5,90 libras, con datos a 0,35 peniques por GB. Es un caso en el que la relación coste‑prestaciones resulta difícil de batir, sobre todo en entornos urbanos densos.
Francia muestra una amplia cobertura con el 92 por ciento de hogares con acceso, velocidades medias cercanas a 120 Mbps y precios de banda ancha razonables sobre 27 libras. El coste por GB móvil resulta muy bajo, en torno a 0,18 peniques, un factor que impulsa el uso intensivo de servicios digitales móviles y reduce barreras de acceso.
Luxemburgo, con un 97 por ciento de hogares conectados y una media de 131 Mbps, se mueve con comodidad en el club de cabeza. Su entorno regulatorio favorece los negocios digitales, pero los precios de banda ancha no son de los más bajos, superando las 44 libras de media, lo que indica una apuesta por la calidad del servicio más que por la guerra de tarifas.
Los Países Bajos destacan por su adopción masiva: el 98 por ciento de la población es usuaria activa y la velocidad media ronda los 113 Mbps. Aunque la banda ancha se sitúa en torno a 37 libras, por encima del promedio europeo estimado de 26,19, el mercado holandés compensa con estabilidad, bajos niveles de congestión y servicios de alta calidad.
Liechtenstein, pese a su tamaño, marca músculo con 166 Mbps de velocidad media, cobertura que alcanza al 95 por ciento de hogares y un precio medio que ronda 47 libras. En datos móviles el coste se dispara, alrededor de 3 libras por GB, de modo que el fijo es la vía clara para experiencias intensivas de datos.
El Reino Unido combina una economía digital muy desarrollada con una velocidad media de unos 72 Mbps, cobertura del 97 por ciento de hogares y banda ancha alrededor de 26 libras. El reto británico pasa por acelerar la modernización de redes fijas para no quedar rezagado frente a la élite europea que ya supera holgadamente los 100 Mbps de media.
Malta ha pisado el acelerador en los últimos años, con velocidades medias cercanas a 107 Mbps y banda ancha en torno a 21 libras. Eso sí, el dato móvil resulta más caro, aproximadamente 2,32 libras por GB, por lo que la isla apuesta por fibra y cable como columna vertebral de la conectividad doméstica.
Polonia compite de tú a tú en precio: la banda ancha puede bajar hasta 13 libras y el GB móvil a 0,32 peniques, pero la velocidad media de 55 Mbps queda por debajo de la media europea, lo que sugiere margen de mejora en despliegue de última milla y actualizaciones de red.
Con este enfoque integral, la lista de países con mejor Internet en Europa queda encabezada por Islandia y España, seguidos por Rumanía, Francia, Luxemburgo, Países Bajos, Liechtenstein, Reino Unido, Malta y Polonia. El matiz importante es que el puesto varía si priorizamos velocidad pura, cobertura nacional o bolsillos del usuario; de hecho, aunque España destaque mundialmente por su velocidad en fibra, Islandia se impone en la combinación de acceso y rendimiento medio, a pesar de que suele pagar más por banda ancha y datos móviles.
Más allá del ancho de banda de la línea, la experiencia real de navegación se mide en la carga de las páginas. BusinessComparison, con datos de velocidad de carga que comprueba Google, observa que los países nórdicos lideran la fluidez. En ordenadores de sobremesa, Suecia encabeza con 3,74 segundos, seguida por Finlandia con 3,84, y con Dinamarca y Letonia rondando los 4 segundos. Lituania marca 4,14 y Suiza 4,23. En móvil, Suecia vuelve a ser la más rápida con 7,48 segundos, mientras que Turquía aparece en la parte baja con 10,22 en escritorio y 13,19 en móvil, acompañada por Bulgaria, Rumanía, Chipre y Polonia entre los tiempos más lentos, lo que encaja con la idea de que las redes móviles y el hardware limitan la carga frente al fijo.
Detrás de esas diferencias hay razones técnicas claras: menos potencia de procesamiento en smartphones, diseños adaptativos con más recursos que gestionar, navegadores móviles menos optimizados y las propias limitaciones de red celular frente a la banda ancha fija. Además, cuanto más tarda una página, mayor es la tasa de rebote, con impacto directo en negocio digital y alcance de contenidos. De hecho, debates recientes sobre enlazado externo en redes sociales recuerdan por qué cada segundo importa en la percepción del usuario.
No podemos olvidar la accesibilidad. Eurostat revela que, aunque el uso de Internet sigue creciendo, persiste una brecha digital entre personas con discapacidad y el resto. En 2024, el 82,3 por ciento de quienes tienen discapacidad grave usó Internet, frente al 89 por ciento con discapacidad moderada y al 95,2 por ciento sin discapacidad. En actividades concretas, el 50,9 por ciento de las personas con discapacidad grave busca información de salud, el 51 por ciento realiza banca online, el 19,5 por ciento participa en aprendizaje en línea y el 55,6 por ciento usa llamadas o videollamadas; en todos los casos, cifras inferiores a los otros grupos. Esto subraya la urgencia de políticas de accesibilidad y formación digital específica.
Cómo sacar partido a tu conexión y qué tecnologías hay detrás

En casa, muchas veces solo llega una fracción del ancho de banda contratado porque el Wi‑Fi se atenúa por paredes y techos. Antes de echar la culpa a la operadora, conviene ajustar la red local y hacer un test de velocidad. Un primer paso es actualizar el navegador, limpiar cookies de vez en cuando, cerrar apps en segundo plano y desactivar extensiones innecesarias; instalar un bloqueador de anuncios también ayuda. Coloca el router en una zona central, elevado y lejos de obstáculos, limita dispositivos conectados y, si puedes, tira de cable Ethernet para los equipos fijos.
Para cubrir viviendas grandes, los adaptadores Powerline pueden ser mano de santo: soluciones como los devolo Magic se enchufan a la corriente y usan el cableado eléctrico para llevar la red a cada estancia, con modelos que ofrecen puertos gigabit y puntos de acceso Wi‑Fi 6. En pisos pequeños o medianos, repetidores como devolo WiFi 6 Repeater 3000 y 5400 amplían la cobertura y se integran con redes Mesh, lo que reduce zonas muertas sin complicarte la vida con cableado.
La nota de prensa de devolo fechada en Madrid el 8 de mayo de 2023 incluía vías de contacto para medios como 121PR (Francisco Soto y Juan del Castillo, teléfono 91 849 65 51, correos [email protected] y [email protected], dirección en C Manresa 4, Local 2, 28034 Madrid) y para devolo AG en Alemania (Marcel Schüll, Charlottenburger Allee 67, 52068 Aachen, teléfono +49 241 18279‑514 y correo [email protected]). Además, recordaba que en su web se pueden consultar materiales para prensa, destacando que la compañía, fundada en 2002, ha vendido más de 45 millones de adaptadores Powerline y acumula más de 850 pruebas y distinciones internacionales.
ADSL, ADSL2, ADSL2+
Estas variantes de DSL aprovechan el par de cobre telefónico con tasas teóricas de hasta 24 Mbps de bajada y 3 Mbps de subida y un alcance útil de unos 5 km desde la central. Son rápidas de desplegar porque reutilizan infraestructura existente, pero el cobre pone techo por atenuación y diafonía, de modo que hoy sirven como tecnología puente donde no ha llegado la fibra.
VDSL, VDSL2 y Supervectoring 35b
Acercando la electrónica al barrio, VDSL puede ofrecer hasta 250 Mbps de bajada y 40 Mbps de subida con armarios en la calle y técnicas de vectoring para suprimir interferencias. El alcance típico va de 300 metros a 1 km. Es la evolución natural sobre cobre cuando la fibra aún no llega hasta el hogar, permitiendo un salto sensible de prestaciones.
G.fast
Al subir la frecuencia de transmisión hasta 212 MHz, G.fast logra anchos de banda del orden de los gigabits en tramos muy cortos de cobre, del orden de 100 metros, ideal en edificios con cableado interno existente cuando la fibra se queda en el sótano o el portal.
CATV y DOCSIS
Las redes de cable coaxial con DOCSIS 3.0 han permitido hasta 1 Gbps de descarga y 200 Mbps de subida, combinando fibra en la alimentación y coaxial en el último tramo. Con DOCSIS 3.1 y 4.0 llegan velocidades simétricas multigigabit manteniendo compatibilidad hacia atrás, lo que las convierte en un rival muy serio para el FTTH en escenarios de alta densidad.
Fibra óptica
La reina del ancho de banda. Con FTTH, FTTC o FTTB se alcanzan capacidades de 10 Gbps simétricos y más, con alcances de decenas de kilómetros y una latencia mínima. Su coste de despliegue es mayor, pero asegura el futuro, por eso tantos países empujan el paso a fibra para cumplir objetivos de 2025 y 2030.
LTE 4G y 5G
En móvil, LTE Avanzado permite hasta 300 Mbps de bajada y 75 Mbps de subida, ideal para cubrir zonas remotas con espectro bajo. 5G añade velocidades del orden de 10 Gbps de bajada y 1 Gbps de subida en condiciones ideales, con latencia muy baja, antenas masivas y uso flexible de espectro. Es clave para movilidad y para dar servicio donde el fijo no llega, aunque comparte medio y depende de densidad de celdas.
Satélite GEO y constelaciones LEO
El satélite geoestacionario brinda cobertura prácticamente total con velocidades que ya alcanzan 100 Mbps de bajada, pero con latencias altas cercanas a 600 ms debido a los 36.000 km de altitud. Las constelaciones LEO, en órbitas entre 340 y 2.000 km, reducen la latencia a 20‑40 ms con velocidades de 50‑250 Mbps de bajada y 10‑40 Mbps de subida, a costa de una red compleja de satélites, puertas de enlace y terminales en tierra.
Globos de Internet
Los experimentos de plataforma estratosférica ofrecían cobertura de 80 a 100 km de diámetro por globo con distribución por Wi‑Fi o LTE, en esencia estaciones base voladoras en red mediante radio o láser. Aunque técnicamente viables, el proyecto Loon se cerró en 2021 por inviabilidad económica, dejando a satélites y 5G como protagonistas del acceso inalámbrico de gran área.
Wi‑Fi y WiMAX
En redes locales, Wi‑Fi 802.11n llega a 600 Mbps con alcances de decenas de metros, y 802.11ad puede escalar a 6,7 Gbps a 60 GHz pero con muy poco alcance. WiMAX, que quiso ser banda ancha inalámbrica fija de largo alcance, ha sido desplazado prácticamente por Wi‑Fi y 4G/5G, y hoy no pinta gran cosa en el mercado de consumo.
LiFi
La comunicación por luz visible permite cientos de Mbps y hasta decenas de Gbps en laboratorio usando LEDs y fotodetectores. Es útil en entornos sensibles al electromagnetismo, como hospitales o aviones, pero su alcance y necesidad de línea de visión la convierten en una solución muy de nicho para escenarios específicos.
Si administras una web, hay margen de mejora más allá de la red. Optimiza imágenes eligiendo formato y compresión, prioriza contenido crítico, difiere lo accesorio, limita scripts externos de anuncios o botones sociales y verifica que el diseño sea verdaderamente responsive. Con ese trabajo de base y una red bien afinada en casa, la diferencia en experiencia es palpable en segundos.
El mapa europeo deja claro que el rendimiento no depende solo de quién tiene el megabit más rápido; importa cuánto llega a cada hogar, qué paga la gente y cómo está configurada la red en casa. Con países como Islandia, Mónaco o Dinamarca marcando el ritmo en velocidad y cobertura, y España destacando por su fibra y una buena relación precio‑prestaciones, la clave está en seguir invirtiendo, cerrar brechas internas y aprovechar al máximo las tecnologías disponibles para que la conexión sea ágil para todos.
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