- Un estudio en Nature Ecology & Evolution prueba que la contaminación de origen humano ha llegado al lugar más recóndito de la Tierra.
- Compuestos químicos prohibidos han alcanzado las profundidades oceánicas.
Un equipo de investigadores ha descubierto la primera evidencia de que la contaminación provocada por los seres humanos ha alcanzado los sitios más recónditos del planeta. A más de diez mil metros de profundidad, bajo el océano y muy lejos de zonas industriales, se localizan las fosas de las Marianas y de Kermadec, donde los científicos han encontrado compuestos químicos prohibidos desde hace más de cuarenta años.
Es la primera evidencia de que la contaminación de origen humano ha alcanzado las profundidades oceánicas
El trabajo, publicado en la revista Nature Ecology & Evolution, muestra el hallazgo de "niveles extremadamente altos de contaminantes orgánicos persistentes" en el tejido graso de algunos organismos vivos procedentes de las profundidades oceánicas. En particular, los investigadores muestrearon tres especies diferentes de anfípodos, un tipo de crustáceos muy pequeños que habitan en las fosas de las Marianas y en la fosa de Kermadec. Sus resultados prueban que los seres vivos estaban contaminados por compuestos químicos como los bifenilos policlorados (PCB) y los polibromodifenil éteres (PBDE).
Perjudiciales para la salud y el ambiente
"Todavía pensamos en el océano profundo como un reino remoto y prístino, a salvo del impacto humano, pero nuestra investigación muestra que, lamentablemente, esto podría no ser cierto. Los anfípodos que muestreamos contenían niveles de contaminación parecidos a los hallados en la Bahía de Suruga, una de las zonas industriales más contaminadas del noroeste del Pacífico", explica el Dr. Alan Jamieson, de la Universidad de Newcastle.
Los compuestos químicos como los bifenilos policlorados (PCB) fueron prohibidos por sus efectos perjudiciales en la salud y el medio ambiente
Los bifenilos policlorados son compuestos químicos orgánicos, que presentan una apariencia de líquidos aceitosos o sólidos con tonalidades que varían desde incoloras hasta amarillentas. La producción de estos materiales comenzó en 1929 y, desde entonces, fueron utilizados ampliamente en equipos eléctricos como transformadores y condensadores, intercambiadores de calor, sistemas hidráulicos y también en la fabricación de pinturas y plásticos. Sin embargo, la creciente evidencia de los innumerables perjuicios a la salud y al medio ambiente que causaban hizo que los PCB fueran prohibidos en los años setenta en los Estados Unidos y en China. Europa y Rusia cesaron la producción en los ochenta y en los noventa, respectivamente.
En España, los bifenilos policlorados, que agrupan a más de doscientos congéneres, fueron prohibidos en 1986 por su poder cancerígeno y otros efectos tóxicos. El gran peligro, sin embargo, reside en su potencial contaminante. Una vez que estos compuestos químicos eran liberados al medio ambiente, ya fuera por vertidos o por accidentes industriales, los bifenilos policlorados y compuestos similares no se degradan, por lo que permanecen durante décadas en la naturaleza.
Uno de los ejemplares estudiados pertenece a la especie Hirondellea gigas, un pequeño crustáceo que vive en las profundidades del océano. Crédito: Dr. Alan Jamieson, Universidad de Newcastle.
Hace unos meses, un estudio internacional en el que participó la Universitat de Barcelona demostró que las orcas y los delfines de aguas europeas contaban en sus tejidos con altos niveles de PCB. El trabajo ahora publicado es todavía más preocupante, ya que demuestra que estos peligrosos compuestos químicos, prohibidos hace décadas, han alcanzado los lugares más recónditos del planeta. "El hecho de que hayamos encontrado niveles tan extraordinarios de estos contaminantes en uno de los sitios más remotos e inaccesibles de la Tierra prueba el impacto devastador y a largo plazo que la humanidad provoca en el planeta", señala Jamieson. En un comentario independiente publicado en Nature, la científica Katherine Dafforn, de la University of New South Wales, señala que el trabajo ofrece una "clara evidencia de que el océano profundo, lejos de ser un lugar remoto, está muy conectado con la superficie y ha estado expuesto a concentraciones significativas de contaminantes de origen humano".
El trabajo prueba que fosas oceánicas como las Marianas, lejos de ser un lugar remoto, están íntimamente ligadas con la superficie
Los océanos son los grandes ecosistemas del planeta, al mismo tiempo que las profundidades oceánicas funcionan como un "lavabo potencial" para los contaminantes y la basura que se vierte a los mares. Estos compuestos químicos se acumulan posteriormente a través de la cadena alimentaria, por lo que cuando alcanzan los miles de metros de profundidad, las concentraciones de los PCBs y otros materiales son mucho más elevadas que en las aguas superficiales. "El estudio muestra que, lejos de ser un lugar remoto, el océano profundo está íntimamente conectado con las aguas superficiales; lo que significa que lo que volcamos en el fondo del mar, algún día volverá de una forma u otra. Lo que todavía no sabemos es lo que estos resultados significan para un ecosistema más amplio. Comprenderlo será el próximo gran desafío", concluye Jamieson.
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