El último proyecto de Paula Ortiz lleva a la gran pantalla una adaptación de Bodas de sangre de Federico García Lorca. La película es una muestra abrumadora, personal y sensible de una de las grandes joyas de la literatura en castellano.Si hay un autor al que la historia le deba un mayor reconocimiento de su obra ese es, sin duda, Federico García Lorca. Fusilado al comienzo de la Guerra Civil y censurado durante la dictadura, el poeta granadino es un símbolo de la situación de la cultura en España. Por fortuna la sensibilidad de sus trabajos no ha pasado desapercibida para muchos autores, que buscan en la figura de Lorca un motivo de inspiración de sus proyectos.
Un buen ejemplo es el segundo largometraje de Paula Ortiz. La directora ha llevado a la gran pantalla Bodas de sangre, la tragedia lorquiana escrita en 1931 basada en unos hechos reales acaecidos en Almería años atrás. Una obra dramática, donde la novia abandona al novio en su boda para huir con Leonardo, su amante. El giro de la historia provoca un enfrentamiento familiar que recuerda otra obra cumbre de la literatura, Romeo y Julieta de Shakespeare.
La novia comienza a sorprendernos desde el final trágico que se presupone a un guión como este. Inma Cuesta, en su papel de prometida, comienza a recitar los versos de Lorca ante la atenta mirada de su padre y de su suegra. El principio de la película ya marca el camino de la historia que vendrá después: guiños a los poemas del granadino, uso recurrente de metáforas y una fotografía abrumadora que consigue transportarnos al desierto de los Monegros (Aragón) y a la Capadocia turca.
"Tú también te hubieras ido. Yo era una mujer quemada, llena de llagas por dentro y por fuera, y tu hijo era un poquito de agua de la que yo esperaba hijos, tierra, salud; pero el otro era un río oscuro, lleno de ramas, que acercaba a mí el rumor de sus juncos y su cantar entre dientes". Los versos de Lorca suenan a angustia y desesperación en el rostro de Cuesta. La película a partir de ahí comienza a acercarnos una historia que vuelve a demostrar que la realidad supera siempre a la ficción.
La cinta de Ortiz logra hilar la obra de Lorca de una forma trepidante y metafórica. La soledad de los desiertos escogidos, la atracción y pasión que emanan del caballo, la luna como símbolo de la noche y las dudas. El largometraje apuesta por contar una historia en prosa a través de las imágenes, pero entremezclando también los poemas del granadino, que refuerzan los mensajes y las diferentes escenas. Era difícil imaginar una versión de Bodas de sangre en la pantalla, pero La novia logra captar la sensibilidad de Lorca sin perder la atención de los espectadores. Así conocemos los preparativos de la boda, un enlace que une dos familias antaño separadas. Porque la película demuestra que somos rehenes del pasado y que todas las historias y problemas que nos sucedieron marcan también nuestras decisiones del presente y del futuro. La novia se presenta así, llena de dudas e incertidumbre, preguntándole en silencio a la Luna por el camino elegido. Las metáforas de las piezas de cristal empleadas -los cuchillos o los adornos- le devuelven el lado más frío y oscuro de su vida, que pronto comenzará a girar de forma imparable ante el jinete y el caballo.
El triángulo de amor imposible que retrata La novia tendrá consecuencias devastadoras para sus protagonistas, interpretados por una excelente Inma Cuesta, junto a Álex García (Leonardo) y Asier Etxeandía (el novio). Mención aparte merece el gran trabajo de Mariana Cordero, Luisa Gavasa y Carlos Álvarez-Nóvoa, fallecido el pasado mes de septiembre. El guión de la película, escrito por Paula Ortiz y Javier García Arredondo, recupera una de las mejores tragedias en castellano, que sorprendentemente no había sido llevada al cine, salvo por la versión libre que realizó Carlos Saura en 1981. Todos los diálogos de la cinta fueron escritos por Lorca, que narra la felicidad y humillación que vive el novio, el miedo y las dudas de la novia y la firmeza y deseo que representa Leonardo.
La fotografía de la película es uno de los grandes aciertos de La novia. La sorpresa, la incertidumbre que se torna en vértigo y mareo durante la boda y el miedo se reflejan fielmente en cada una de las escenas, aunque en ocasiones la cinta transcurre con cierta lentitud. Los grandes logros, sin embargo, se centran en haber adaptado de forma magistral el lenguaje de Lorca a la gran pantalla, conformando una historia creíble, sensible y dramática. La música es de Shigeru Umebayashi y fue grabada en el Liceu de Barcelona. Su interpretación refuerza el vaivén emocional al que se ven abocados los personajes hasta alcanzar el abismo.
La película se estrenará en España el próximo 11 de diciembre. Los tonos escogidos, las metáforas empleadas para reflejar el lenguaje de Lorca, la música, la interpretación de Cuesta y la introducción de los poemas del granadino en el momento adecuado, sin cansar al espectador, son las fortalezas de una película tan abrumadora como sensible. Llama la atención que hayamos tenido que esperar hasta 2015 para disfrutar de una adaptación cinematográfica de Bodas de sangre como esta, por lo que el valor del trabajo del equipo de Paula Ortiz se refuerza por partida doble.
El único punto débil de la película es que en determinados momentos las impactantes fotografías pueden abrumar al espectador, pareciendo una obra lenta, cuando en realidad su duración es de 96 minutos. Por lo demás el largometraje, producido por Get in the Picture y Cine Chromatix y distribuido por Betta Pictures, cumple sus objetivos de manera creíble, retratando una historia de pasión y violencia en una España lejana en el tiempo, pero tan real como la vida misma.7.5La película adapta de forma magistral Bodas de sangre de Lorca, una tarea nada sencilla teniendo en cuenta que es una de las obras cumbre de nuestra literatura y del peculiar universo de Lorca. La interpretación, los poemas introducidos, la fotografía y la música refuerzan un guión marcado por la pasión y la violencia. - Gran adaptación al cine de la obra Bodas de sangre de Lorca - La fotografía de la película, que juega con las metáforas y los tonos del poeta granadino - La inclusión de los poemas de Lorca, que refuerzan el guión sin sobrecargar al espectador - La interpretación de Inma Cuesta y la música del largometraje- En ocasiones la fotografía resulta demasiado abrumadora e incluso produce vértigo - A pesar de su duración (96 minutos), la película parece lenta en algunas escenas
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