En ocasiones, tendemos a pensar que el tamaño de la cámara es proporcional a la calidad mostrada por ésta, lo cual es un error que nos puede llevar a adquirir el dispositivo erróneo.
“El tamaño de la cámara no se encuentra ligado a la calidad del dispositivo”, esa es una frase que, a pesar de los años, parece no haber calado totalmente en el mundo de la fotografía. Del mismo modo que tu condición de viajero no es concebida si no cargas con una enorme mochila en tu espalda, con las cámaras ocurre algo parecido. Es decir, la imagen prototípica de un fotógrafo sigue siendo la de aquella persona que porta una cámara réflex con un gran teleobjetivo.
Sin embargo, el auge de las mirrorless y compactas avanzadas se encargan de dejarnos cada vez más claro que las dimensiones no se corresponden con las capacidades de una cámara. No por ello estoy defendiendo desechar todas aquellas otras cámaras que ocupan un tamaño considerable, sino que el desprestigio de los dispositivos miniaturizados, en la mayoría de casos, no se encuentra justificado.
Stanislav Duben | Shutterstock
La verdadera pregunta debería ser “¿qué fotos voy a hacer?”
Cuando pensamos en “una buena cámara”, automáticamente nos asalta el reflejo de una Nikon D810 o una Canon Mark IV, ambas con funcionalidades que todo fotógrafo envidiaría. No obstante, aunque a estas alturas pueda resultar algo obvio, la mejor cámara es aquella que más se acerca a nuestras necesidades. Por lo tanto, la verdadera pregunta debería ser “¿qué fotos voy a hacer?” y no “¿qué cámara me compro”. En función de lo primero, encontraremos una respuesta para lo segundo.
Así, creo que una gran parte de la fotografía realizada es aquella elaborada por aficionados, la cual suele ser callejera y espontánea, encontrando entonces en las cámaras de bolsillo la opción más adecuada. Tampoco sé un porcentaje exacto de ello, ya que como diría alguien mundialmente conocido por sus sabios consejos, “la gente se inventa estadísticas con tal de demostrar cualquier cosa, y eso lo sabe el 14% de la gente”.
Está claro que si buscamos unas características únicamente disponibles en las cámaras de mayor tamaño, como puede ser la cómoda ergonomía o una montura de objetivo concreta, aquella será la cámara indicada. No obstante, ¿es aquello lo que buscamos? Para responderlo, volvamos a la primera pregunta: “¿qué fotos vamos a hacer?”
Fuji LX100
En mi caso, las últimas ocasiones en las que he realizado fotos de viajes me he sorprendido a mí mismo primando la comodidad y la rapidez por encima de la calidad. Es decir, llevaba conmigo una cámara réflex, pero eran muchas las veces en las que optaba por capturar un momento utilizando mi smartphone.
La comodidad y la rapidez importó más que la calidad
La fácil accesibilidad al dispositivo fue la principal razón de mi decisión, mientras que la cámara réflex quedó relegada para momentos más especiales. Obviamente, en algunos momentos lamenté la calidad ofrecida por mi móvil, pero el hecho de recurrir al él como primera opción me hizo plantearme el sentido de llevar conmigo la voluminosa cámara.
Sacar fotos con el smartphone puede ser un extremo demasiado radical de primar la comodidad sobre la calidad. Sin embargo, ¿por qué no optar por una compacta avanzada o una mirrorless de tamaño reducido? Después de probar gadgets como la Fuji X30 o la LX 100, mi percepción cambió. Estas pequeñas cámaras eran capaz de superar en rendimiento (aunque tampoco era difícil) a mi jubilada réflex de principiante, la Sony Alpha 230.
Para muchos de nosotros sigue siendo difícil concebir el hecho de desembolsar alrededor de 500€ por una compacta, algo que no ocurre cuando hablamos del típico kit que incluye una DSLR de iniciación y un objetivo 15-55 mm.
Fuji X30
A lo que me refiero, es que a pesar de que estamos viviendo una era de la miniaturización de dispositivos, donde incluso teniendo peores especificaciones técnicas muchos optan por un Macbook Air en lugar de la versión Pro, en la fotografía se sigue utilizando el inexplicable baremo del tamaño para justificar la adquisición de una cámara. Así, el problema no está en comprar un gadget de grandes o pequeñas dimensiones, sino en creer que el tamaño de la cámara define sus resultados.
Son muchas las razones por las que podría elegir una cámara de bolsillo. Entre ellas destaco la comodidad de llevar un dispositivo que, a pesar de ser transportado fácilmente, nos permite conservar una calidad que en ocasiones podemos necesitar cuando usamos nuestro smartphone. No obstante, mi opinión es solo una más y se adapta al tipo de fotografía que yo realizo, lo cual es puramente subjetivo. ¿Y tú? ¿Qué cámara comprarías? O mejor dicho: “¿qué fotos vas a hacer?”.
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