Poético, intenso de principio a fin y colmado de auténticas emociones. Algunas dulces y otras amargas. En un medio saturado de mundos abiertos sin alma y tramas recicladas, Clair Obscur: Expedition 33 se atreve a contar una historia que duele, que interpela, que deja huella en quien lo juega. Jamás se propone ir a contracorriente, que conste, sino devolverle la esencia y la emoción al rol. Rescatar todo aquello que ha ido disolviéndose en los RPGs de un tiempo a esta parte. Siendo un recordatorio de por qué amamos este género.
¿Cómo es posible que un pequeño grupo de desarrolladores franceses haya logrado conectar tanto y tan bien con el jugador? Iré directo al grano: el gran problema de la mayoría de grandes producciones y de los desarrollos que se aferran a objetivos fijados (en cuanto a mecánicas o a nivel ideológico) es que básicamente entretienen, lo cual tiene su mérito y algunos de esos logran sorprenderte; pero solo unos poquitos marcan una diferencia. Son capaces de dejarte una huella. De atraparte hasta el final. Y Clair Obscur: Expedition 33 pertenece a esta última categoría.
En lugar de fijarse unas metas comerciales (que estoy seguro que las tendrá) Clair Obscur: Expedition 33 se manifiesta en pantalla y se disfruta como una obra de arte con alma. No es solo la suma de los elementos, sino la voluntad de lograr algo excepcional. Desde sus primeros compases, el título del estudio francés Sandfall Interactive se siente como un eco de los grandes JRPG de antaño. Del Final Fantasy VI, de Chrono Trigger, de Suikoden II... Pero con una identidad tan poderosa que no se limita a la nostalgia: la trasciende. Y eso lo convierte, de manera legítima, en un nuevo clásico.
Más allá del videojuego: una obra que importa
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Arte, muerte y legado. Clair Obscur: Expedition 33 es una carta de amor a los JRPG clásicos que no se limita a homenajearlos, sino que los reinterpreta con una sensibilidad artística y narrativa que lo convierte en una de las experiencias más memorables y sobrecogedoras del género en la última década. Que rinde culto al mejor legado Square Enix o Bandai Namco y, de manera colateral, sirve como un tirón de orejas de cara al rumbo actual de sus sagas estrellas o experimentos que no gustaron. Algunos de manera justificada.
Vaya por delante que lo que hace especial a Expedition 33 no es solo su sistema de combate por turnos con reflejos de Sekiro y la saga Persona, ni su ambientación victoriana, inspirado por la Francia de la Belle Époque, teñida de magia y decadencia. Es su capacidad para hacer que cada decisión, cada diálogo, cada combate, importe. Que trascienda la pantalla. Y eso es algo que muchos enamorados del rol clásico que ha sido forjado desde el país nipón llevábamos años necesitando.
La premisa estalla desde los primeros compases y atrapa al instante: en un mundo devastado por un cataclismo, una figura enigmática conocida como La Peintresse pinta cada año un número en un monolito. Ese número marca la edad máxima de vida: quien la supera, muere. Así, la humanidad vive con una cuenta atrás literal, y cada año se organiza una expedición suicida para intentar detenerla. Estamos en la número 68. Nadie vive más allá de los 33 años.
Este planteamiento, tan original como inquietante, no solo tiene un impacto real en el jugador desde el punto de vista narrativo, sino que permite a Sandfall Interactive explorar temas como la fugacidad de la vida, el miedo a la muerte, el valor del sacrificio y el poder del arte como resistencia.
De modo que la historia de Clair Obscur: Expedition 33 no es un mero hilo conductor: es el corazón del juego. Y pese a que, las cosas como son, ciertos giros narrativos pierden fuerza en el tramo final, el conjunto es tan sólido y emocionalmente resonante que esos deslices se perdonan con facilidad. Porque su desarrollo acaba evolucionando como esos JRPGs que acaban siendo parte de tu vida. Esos que atesoras de manera especial.
Personajes que respiran, sufren y luchan. Una ambientación que corta el aliento
Visualmente, Expedition 33 es una obra de arte. Y pese a que Sandfall no saca ese músculo del nivel de detalle alcanzado que viene a ser tradición en las grandes producciones, tampoco lo necesita. Entre otras cosas, porque no se trata de alcanzar un logro técnico o llevar al límite las consolas o las tarjetas gráficas, sino de darle vida a los protagonistas, generar una atmósfera capaz de darle matices a la narrativa y, por supuesto, ofrecer un universo atractivo al jugador en el que perderse. Incluso, si esa belleza está envuelta en capas de aflicción y desesperanza.
Su estética mezcla el romanticismo decadente de un París postapocalíptico con toques de surrealismo pictórico. Las ruinas de Lumière, los paisajes del Continente, los diseños de enemigos inspirados en pesadillas barrocas… todo está impregnado de una belleza melancólica que refuerza el tono del juego. ¿Y qué decir de su música? Con sus tintes operísticos y arreglos orquestales, no solo acompaña: eleva.
Que no se me malinterprete: un apartado visual y artístico suma puntos adicionales, pero no arregla un mal RPG, ni tampoco eleva uno que cumple con las expectativas a la excelencia. Obras como Octopath Traveler o Fantasian Neo Dimension pueden dar lecciones al respecto a sus hermanos mayores de Square Enix. Y lo mismo se aplica a Clair Obscur: Expedition 33: es un juego que entiende que la ambientación no es solo un decorado, sino un personaje más. ¡Y qué protagonistas nos ha dejado Sandfall!
Uno de los mayores logros de Clair Obscur es su elenco de personajes. Cada miembro de la expedición tiene una historia, una motivación, una herida. Dicho así podría sonar a cliché pero es que mientras más evoluciona la trama más queda patente que no son simples arquetipos JRPG; son personas. Desde el líder atormentado por la culpa hasta la joven que se aferra a la esperanza como única arma, todos están escritos con una sensibilidad poco común. Con el mismo mimo artesanal con el que se ha dado vida al resto del juego.
Pero es que, además, Clair Obscur: Expedition 33 se toma su tiempo para que los conozcamos, para que nos importen. Y cuando si extraordinario y sensacional sistema de combate por turnos, el cual es ágil, táctico, con una capa de acción que recuerda a los timings de Paper Mario o los parrys de Sekiro; pone sus vidas en peligro, sentimos cada golpe. Descubrimos que todos y cada uno de ellos nos importan. Y eso -por desgracia- no lo verás en un preocupante porcentaje de grandes JRPGs actuales.
Clair Obscur: Expedition 33: el milagro de un estudio pequeño
Quizá lo más admirable de Clair Obscur: Expedition 33 es que es el primer juego de Sandfall Interactive. Una escisión de otras compañías que decidió apostar por aquello que deseaban hacer, en lugar de adoptar "formulas de éxito" o copiar con descaro lo que les gustaba. Porque todo lo heredado y tomado prestado aquí de juegos como los Final Fantasy clásicos o Persona no solo está magistralmente integrado, sino que acaba sintiéndose como siendo algo propio.
Reivindicando todos los denominadores en común que siempre tuvimos en los clásicos del RPG, entendiendo aquello que nos marcó de sus momentos más memorables, y forjando una trama, unas premisas y un trepidante sistema de combates por turnos verdaderamente excepcional. Logrando que lo que pensamos que habíamos perdido ahora vuelva a ser nuestro.
Y eso, en un mercado dominado por superproducciones de cientos de millones, hace que el logro de este equipo francés sea más que un reflejo de lo que nos gustaba, sino una obra que no solo compite, sino que supera en alma y ambición a muchos gigantes.
Entonces, ¿estamos ante un videojuego perfecto? Ni lo es, ni tampoco lo necesita. Hay imperfecciones en Clair Obscur: Expedition 33 que incluyen algunos picos de dificultad mal calibrados, una interfaz que te podrá gustar más o menos y ciertos tramos donde el ritmo narrativo se resiente. Pero todo eso palidece frente al logro global. Este no es un juego intachable: es un juego valiente. Y eso lo hace excepcional.
Clair Obscur: Expedition 33 no es solo uno de los mejores JRPG contemporáneos, es un recordatorio de por qué amamos este género. De cómo una historia bien contada, unos personajes memorables y una dirección artística inspirada pueden crear algo que trasciende el entretenimiento. Es un juego que no solo se juega: se siente. Y cuando lo terminas, no puedes evitar pensar que, quizás, acabas de vivir uno de esos títulos que dentro de veinte años alguien recordará con una sonrisa y un suspiro. Y eso, en estos tiempos, es un milagro.
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La noticia Cuando jugar a un JRPG vuelve dejarte huella: Clair Obscur: Expedition 33 y por qué amamos este género fue publicada originalmente en Vida Extra por Frankie MB .
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