Inventados hace más de 100 años, los coches eléctricos están aumentando en popularidad por muchas de las razones por las que en el pasado fueron populares. Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que la alternativa a los carruajes tirados por caballos parecía ser el coche eléctrico y no el de combustión.
Aunque nos sorprenda al estar invadidos de información sobre los novedosos coches eléctricos, estos fueron inventados gracias a varios descubrimientos en el siglo XIX. No es posible dar un año o un nombre, ya que fueron muchos los factores para que el coche eléctrico pisara las calles.
Nace el coche eléctrico como concepto
A principios del siglo, innovadores de Hungría, Holanda y Estados Unidos comenzaron a idear los primeros conceptos de vehículos alimentados por la electricidad.
El coche eléctrico fue uno de los primeros automóviles que se desarrollaron, existieron coches eléctricos anteriores al motor de cuatro tiempos sobre el que Diesel, con el motor diésel, y Otto, con el motor a gasolina crearon las bases sobre las que se sustenta hoy el automóvil.
En el 1830-1840, el hombre de negocios escocés Robert Anderson, diseñó el primer vehículo eléctrico puro. Mientras, en los Países Bajos, el profesor Sibrandus Stratingh de Groninga construyó con la ayuda de su asistente vehículos eléctricos a escala reducida en 1835.
En los Estados Unidos de América, el coche eléctrico no debutó hasta el 1980 gracias al químico Williams Morrison. Era una especie de vagoneta eléctrica para 6 pasajeros con una velocidad punta de unos 22km, el prototipo no era un coche espectacular, pero ayudó a que el interés por la tecnología proliferase en el país.
Thomas Edison posa con su primer coche eléctrico / GENERAL PHOTOGRAPHIC AGENCY
En los años venideros, los vehículos eléctricos de diferentes compañías comenzaron a rodar por los caminos y carreteras de los Estados Unidos. Lo más destacable era la flota de taxis eléctricos de New York City, un artículo del archivo del New York Times de 1915 — que parece escrito en el futuro — cuenta su funcionamiento.
Hombres conducen un coche hecho por Siemens a las afueras de Berlín. / ULLSTEIN BILD
En 1900 el coche eléctrico estaba, de repente, en auge pese a ser todavía una tecnología en sus primeros años de vida. En la sigiente década mostrarían fuertes ventas entre la población más pudiente.
El auge del coche eléctrico...
Para entender el auge del coche eléctrico a comienzos del siglo XX, hemos de intentar entender el contexto social y económico de los Estados Unidos en aquellos años. Los caballos eran el principal modo de transporte todavía, pero la sociedad se iba acomodando y comenzaban a aparecer diferentes vehículos por las carreteras propulsados por el vapor, la gasolina o la electricidad.
Roger Wallace en su coche eléctrico en 1899. / National Motor Museum
El vapor supuso uno de los mayores avances en la historia de la humanidad y fue el responsable de la creación de fabricas, trenes, etc. Eso sí, los primeros coches a vapor no llegaron hasta finales del siglo XIX debido a las innumerables complicaciones. No resultó ser un combustible práctico para ese menester: requerían tiempos de calentamiento de casi una hora en invierno y, al tener que rellenar el deposito de agua constantemente se limitaba demasiado su autonomía.
Pero llegaron dos soluciones mucho más atractivas para los pudientes a comienzo del siglo XX: los coches eléctricos y los coches de gasolina. Se concuerda que los primeros automóviles a gasolina fueron desarrollados casi a la vez por ingenieros alemanes trabajando de forma independiente: Karl Benz construyó su primer modelo (el Benz Patent-Motorwagen) en 1885 en Mannheim. Benz lo patentó el 29 de enero de 1886 y empezó a producirlo en 1888. Poco después, Gottlieb Daimler y Wilhelm Maybach, de Stuttgart, diseñaron su propio automóvil en 1889.
No tenía el glamour de los supercargadores de Tesla, pero en 1909 los coches eléctricos ya disponían de primitivos puntos de carga. / SCHENECTADY MUSEUM
Los coches a gasolina se veían — ya por aquel entonces — como una gran promesa, pero no estaban exentos de defectos: eran muy difíciles de manejar y cambiar de marcha era mucho más costoso que hoy en día ya que se hacía a través de una manivela. Por si fuera poco, hacían un ruido atronador y la cantidad de humo que expulsaban era muy molesta. No eran coches como los que conocemos hoy.
De forma casi paralela se presentaban vehículos eléctricos que no tenían los compromisos de los coches a vapor o gasolina. No hacían ruido, no emitían grandes volúmenes de humo desagradable y eran los más fáciles de manejar. Comenzaron a ser una opción bastante popular en las grandes urbes, especialmente para las mujeres debido a su mayor facilidad de conducción.
Los primeros coches eléctricos eran anunciados como vehículos aptos para las mujeres debido a su sencillo manejo frente a la alternativa de gasolina. / Hall of Electrical History Foundation
Eran perfectos para viajes cortos dentro de las ciudades que carecían tantos métodos de transporte como disponen en la actualidad. Además la electricidad comenzaba a ser adoptada por todas las ciudades rápidamente, era fácil cargar un coche eléctrico.
Porsche P1 de 1898. El Tesla del siglo XIX.
Muchos inventores, atraídos por la demanda del vehículo eléctrico, comenzaron a investigar cómo mejorar la tecnología. Nombres propios, ahora conocidos por su marca, como Ferdinand Porsche fundaron compañías enfocadas a los coches eléctricos. Porsche, enfocada en los deportivos, presentó el P1 en 1898. Thomas Edison también consideraba el eléctrico como la mejor opción y trabajó en varios prototipos. Algunos junto a su amigo... Henry Ford.
y su caída. Llega Ford
Henry Ford nació en una granja en el seno de una familia humilde, en un pequeño pueblo al oeste de Detroit. Desde joven comenzó a interesarse por los motores tras ver, por primera vez, una máquina autopropulsada en 1870. Quedó fascinado y comenzó a experimentar en su propia casa.
Tras la muerte de su padre se dirigió a Detroit donde, tras pasar por varios trabajos relacionados con las máquinas de vapor, consiguió empleo como ingeniero en la empresa de Thomas Edison. Pronto ascendió a ingeniero jefe debido a sus aptitudes, disponiendo de más dinero y tiempo para dedicarlo a sus propios experimentos con motores de gasolina.
Montó su propia empresa, la cual arruinó debido a que consumía todo el tiempo mejorando sus prototipos en lugar de venderlos con el consecuente perjuicio a los inversores durante muchos años y proyectos.
A la tercera fue la vencida. Henry Ford creó la Ford Motor Company el 16 de junio de 1903. Ford exhibió un coche capaz de cubrir una milla en el lago helado de S. Clair en sólo 39,4 segundos. El piloto Barney Oldfield quedó asombrado y condujo ese coche a lo largo y ancho del país, haciendo que la marca Ford fuese conocida en todos los EE.UU.
Además Ford no sólo era capaz de sorprender con sus desarrollos en motor de gasolina, era también un gran empresario. Pagaba a 5 dólares el día, un salario desorbitado para la época. Pero esa táctica hizo que los mejores mecánicos trabajasen para él, incrementando la productividad y reduciendo, en el computo global, los costes.
Ford T, el coche que lo cambió todo.
¿El resultado? La presentación del Ford T. El coche que apuntilló a los eléctricos. Era un vehículo repleto de novedades no vistas hasta entonces. Tenía el volante a la izquierda, el motor y la transmisión eran cerradas y la suspensión funcionaba con muelles semi-elípticos. Era un coche muy fácil de conducir, muy barato y muy sencillo de reparar. En 1908 costaba 825 dólares y cada año su precio caía drásticamente.
Ford se encargó de empapelar Detroit de publicidad, creó un sistema de concesionarios para cada ciudad de los Estados Unidos y las fabricas continuaban mejorando su productividad gracias a las famosas técnicas y métodos Ford. Las ventas pulverizaban, cada año, los propios récords del año anterior. Las ventas sobrepasaron los 250 000 vehículos en 1914.
En 1912, un vehículo eléctrico costaba $1.750 y uno de gasolina $650.
Otros avances ayudaron a que el coche eléctrico cayese en el ostracismo hasta nuestros tiempos. Las ciudades comenzaban a estar mejor conectadas mediante carreteras y se descubrieron los yacimientos de crudo en Texas. La gasolina comenzaba a ser barata y estaba disponible en las zonas rurales mediante las estaciones de repostaje que iban apareciendo por el país. La electricidad sólo estaba disponible en las ciudades.
Finalmente, en 1935 el coche eléctrico muere.
Un nuevo nacimiento
El renacer del coche eléctrico tuvo un claro protagonista: el Toyota Prius. Fue el primer vehículo, puesto a la venta en 1997 en Japón, híbrido producido en masa. Lanzado en todo el mundo en el año 2000, pronto se convirtió en un éxito entre las celebridades ayudando a que la tecnología se conociese.
El creciente precio de la gasolina y las preocupaciones por el cambio climático ayudaron a que el Prius fuese un vehículo muy popular hasta nuestros días.
Otro punto clave fue el anunció de la fundación de una pequeña startup en Silicon Valley llamada Tesla Motors: empresa que produciría lujosos deportivos eléctricos con gran autonomía. Hoy en día todo el mundo conoce Tesla y la compañía de Elon Musk es una de las mayores propulsoras de la tecnología.
En los últimos años han sido muchas las empresas que han presentado vehículos eléctricos o híbridos, pero los clientes siguen enfrentándose al problema endémico de la tecnología desde su creación: encontrar dónde cargar el coche.
Es difícil saber si el resurgir del interés por el coche eléctrico se traducirá en ventas por todo el mundo. Lo que es innegable es su potencial y el interés de por ellos de las empresas más punteras de la tecnología y la automoción y lo que hemos aprendido de la historia es que nada es imposible y que, cualquier hombre y avance, pueden cambiar la historia.
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