Hubo un CEO que partió con una de las tesituras más complicadas que se recuerdan: dirigir a la Apple post-Steve Jobs. Michael Spindler sustituyó a John Sculley en el cargo, aquel que Jobs fichó desde Pepsi con una pregunta que ya es historia.
Con 51 años, Spindler se puso a la labor de reflotar una compañía con síntomas de cansancio. Era principios de los 90 y en su hoja de ruta cabía cualquier cosa que diera un mínimo de esperanza a Apple. Ahí entraba cualquier idea, por descabellada que fuese. Y, a la postre, fue su tumba profesional como dirigente de la compañía.
De ingeniero a genio del marketing en Europa
Michael Spindler nació en Berlín en 1942, en medio de la Segunda Guerra Mundial. El régimen nazi forzó a su padre a trabajar en una planta de municiones antes de que naciera, razón por la que no le conoció hasta pasados varios años. Se graduó como ingeniero en la universidad de Colonia en 1964 e inmediatamente comenzó a trabajar para Siemens.
Unos años después, le contrató Digital Equipment Corporation, una empresa dedicada a la fabricación de componentes para ordenadores. Pero la rígida estructura de esta compañía le empujó a entrar en la división europea de Intel. Es en esta empresa donde conoció a Mike Markkula, el inversor que dio alas a Steve Jobs y Steve Wozniak.
A pesar de que la formación de Spindler era la de ingeniero, su reputación venía de su habilidad como estratega del marketing. Mike Markkula le reclutó en 1980 para dirigir este departamento en la sección europea de Apple. Allí tuvo que enfrentarse a compañías locales como Acorn y Amstrad, con la dificultad del elevado precio de los equipos que vendía Apple.
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La estrategia de Spindler, a quien apodaban "Diesel" por su elevada estatura y origen alemán, consistía en apoyarse en un concepto conocido como multi-localismo. En vez de trasladar la estrategia de marketing tal cual a las subsidiarias de Apple en Europa, Spindler adaptaba el mensaje, marketing, precios y productos a cada país.
Uno de sus mayores éxito fue la adaptación del Macintosh a alfabetos como el Kanji japonés, uno para el que sus competidores no estaban preparados. Bajo su mandato, la subsidiaria europea de Apple pasó de facturar 400 millones de dólares a 1.200 millones. Es por esto que ganó muchos puntos dentro de las filas de Apple.
Spindler, el CEO que estuvo a punto de vender Apple
John Sculley, el tercer CEO de Apple, le tenía en mucha estima. Tanto que le nombró director de operaciones en 1990, un puesto cuya principal misión es gestionar las operaciones de la empresa y mantener a raya el poder interno de determinados ejecutivos.
Fue tras la caída de Sculley cuando Spindler se puso al frente como CEO de Apple, en 1993. Bajo su mandato como CEO, se iniciaron proyectos muy importantes como el salto de arquitectura a PowerPC. Y a pesar de que la compañía llevaba varios años en espiral, con pugnas entre ejecutivos y luchas internas, el lanzamiento a tiempo de Macintosh con chips PowerPC propulsó los ingresos de Apple en el año 1994.
Fue un estratega hábil, pero carente de capacidades de gestión
Sin embargo, Spindler no parecía el tipo de CEO apasionado por su empresa. Los despidos y reorganización que hizo a su llegada no le hicieron muy popular entre sus empleados. La idea de "Diesel" por reflotar la compañía pasaba por dos planes:
- Vender Apple a IBM, Sun Microsystems o Philips. La primera llegó a ofrecer hasta 50 dólares por acción, pero Spindler pensó que podría obtener más para los accionistas.
- Iniciar un programa de clones del Mac para enfrentarse al mercado de gama media y baja.
A la postre, Spindler estuvo a punto de 'matar' a Apple. Las negociaciones para su venta al mejor postor fracasaron, por lo que giró su atención hacia la manera de ganar cuota de mercado a toda costa. La idea era que, de aumentar su presencia en el mercado, los desarrolladores volverían a ver al Macintosh con otros ojos.
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A pesar de dirigir éxitos como la citada transición a PowerPC, Spindler no vio salida alguna para Apple. Por eso decidió vender la empresa primero e iniciar el programa clones después.
En esa época, Microsoft había lanzado Windows 3.0 y posteriormente Windows 95. A pesar de que el primero era técnicamente peor que System 7, los consumidores comenzaron a correr y adquirir el software de la compañía de Redmond. El segundo fue un auténtico éxito y provocó que Spindler apoyara el plan de clones del Mac que estuvo a punto de acabar con Apple.
Aunque Spindler heredó varios problemas de la Apple de principios de los 90, sus actuaciones no hicieron nada por remediarlos. Al contrario, se empeñó en agravar los problemas de la empresa. La espiral de decadencia en la que entró Apple durante los siguientes años tuvo su origen bajo Michael Spindler como CEO. Su sucesor, Gilberto Amelio, tampoco lo tuvo nada fácil.
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La noticia Cuando Michael Spindler dirigió Apple, tuvo dos ideas para salir de la crisis. Y menos mal que ambas fracasaron fue publicada originalmente en Applesfera por Eduardo Archanco .
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