La piratería parece un problema de precios, cuando en realidad es uno de comodidad y opciones disponibles. Con la llegada definitiva de Netflix a España, al igual que pasó con Spotify hace años, se rompe una gran barrera.
En 2004 trabajaba como teleoperador para Ya.com, un proveedor de servicios de Internet español hoy propiedad y parte de Orange. Muchas de las llamadas de consulta que atendía se podían resumir en la misma pregunta: “¿cómo puedo abrir los puertos?”
Día tras día, semana tras semana, voces jóvenes y adultas, masculinas, femeninas y de todos los acentos peninsulares... casi siempre la misma pregunta. O directamente preguntaban: “¿cómo se instala el eDonkey? No me funciona." Aunque ya muchos habían dado el salto al eMule por esa época. Los españoles teníamos dos preocupaciones en mente tras conseguir la banda “ancha" de 256 kbps: MSN Messenger y piratear películas.
Ciertamente era algo atractivo aquí y en cualquier país, la disponibilidad de un catálogo casi infinito derrotaba cualquier limitación que quisieran ponernos, cualquier amenaza de multa o los lamentos de artistas, actores y multinacionales. Nosotros queríamos nuestro chute de MP3 y DIVX, y lo queríamos ya.
Aún recuerdo mis conversaciones con compañeros de trabajo: "Si esto lo ofrecieran que ibas a una web (...)" —recordad, que la revolución de las apps aún no había ocurrido— "(...) y decías, quiero ver esto, pues seguro que pagaba." Mentía, claro. Mi bolsillo de post-adolescente era un agujero, el haberme independizado en plena burbuja inmobiliaria tenía esas cosas.
La comodidad siempre gana
Cuando me dicen que los coches autónomos no van a llegar nunca, además de mostrarles el avance reciente, siempre respondo lo mismo: a mí también me gusta conducir, pero a los 10 minutos casi siempre me apetecería ir mirando el móvil plácidamente. — De hecho, una de las principales ventajas del transporte público es la comodidad de no tener que conducir tú.
¿Lo peor del cine? Tener que ir al cine. Tu sofá es más grande, tu cocina es más barata y puedes pausar cuando quieras. — Comodidad, comodidad, comodidad.
Con el BluRay original en la estantería, es más práctico piratearlo que convertirlo para ver en el iPadNo estoy solo en la experiencia particular de tener una película original en BluRay en tu casa, y como no tienes ganas de ripearla para verla en tu tablet directamente te la descargas pirata, y además sin ningún tipo de consideración: has pagado por el producto, y te es más cómodo esperar un par de minutos mientras se descarga que una hora convirtiéndola, eso si en tu casa tienes reproductor BluRay en el PC, en el mío no. — Comodidad. Con las versiones con 'copia digital' se salvaba parte del problema quedaba aún el DRM y utilizar ciertos servicios. Ligeramente más cómodo, pero no es cómodo.
Atrás quedaron las tarrinas de 50 CD-R Princo. Lejos quedaron comprar estuches negros para guardar y catalogar los pirateos. Buscar el rotulador que pinta en los CD en los cajones. — Y aun así era todo más cómodo que coger el coche para ir al videoclub. Sí amigos, no todos vivíamos con un videoclub cerca de casa.
Permitidme más nostalgia, pero mi "yo adolescente" lloraría de la emoción con la época en que vivimos de Netflixs, Wuakis, Crunchyrolls y demás inmensos catálogos de contenido comercial a precios mensuales irrisorios.
Si la primera vez que usaste Spotify, allá por 2009 o 2010, tu reacción fue "esto no puede ser legal" estamos en el mismo barco, por fin podemos tener lo que ejércitos de abogados y leyes de copyright anticuadas nos han denegado durante tiempo.
Bienvenido futuro, llegas 10 años tarde.
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