Seamos sinceros: una parte muy importante del atractivo de Stranger Things está en la nostalgia y todo lo que toma prestado (con descaro) de las películas, videojuegos, las leyendas urbanas y hasta marcas comerciales que marcaron a generaciones enteras. La pandilla del pueblecito de Hawkings son los herederos de los Goonies en la pequeña pantalla y nos evocan a esos amigos con los que jugábamos a Dungeons & Dragons cuando nuestra única gran preocupación era el fin de las vacaciones. Por eso, es tan fácil verse reflejado en la serie de Netflix. Y eso, como verás, puso en un aprieto a sus creadores.
En abril de 2018, antes del estreno de la tercera temporada, el fenómeno televisivo se vio sacudido por una noticia inesperada: el cineasta Charlie Kessler había presentado una demanda contra los hermanos Matt y Ross Duffer, creadores de Stranger Things. El motivo era tan llamativo como delicado: Kessler aseguraba que los Duffer habían robado la idea de su cortometraje Montauk, un proyecto que giraba en torno a un niño desaparecido, una base militar con experimentos sobrenaturales y un monstruo de otra dimensión. Mucha casualidad.
En Montauk ocurren... Cosas Extrañas
Planteado así, las similitudes con la exitosa serie de Netflix parecían más que evidentes. Y sobra decir que la demanda no solo cuestionaba la propia originalidad de Stranger Things, sino que ponía en juego los millones de dólares que ya por entonces movía la marca. ¿Tanto se parecía la premisa a la obra de Kessler? De entrada, aquí tienes el tráiler.
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Llegados a este punto se puede atribuir a la casualidad. Sin embargo, Kessler afirmaba haber compartido con los Duffer "el guion, las ideas, la historia y el film" de lo que él llamaba The Montauk Project, y en consecuencia, reclamaba un tercio de los ingresos generados por la serie. Nada menos. Y ojo, que en estos aspectos la propiedad intelectual es un terreno muy delicado.
De modo que el caso no tardó en atraer la atención de la industria, de los medios y de los fans, generando la consecuente duda colateral: ¿el fenómeno cultural de los años 80 que había conquistado al público mundial era realmente fruto de la inspiración de los Duffer o de una apropiación indebida? La resolución ya te la adelanto un poquito: lo que comenzó como una batalla legal con tintes mediáticos terminó en un desenlace inesperado: Kessler retiró la demanda. Es más, ni siquiera hubo juicio. Y no, su mente no había sido manipulada por los comunistas rusos, ni lo enviaron al rincón de pensar del Mundo del Revés.
Partamos de lo más básico: Charlie Kessler estrenó en 2012 su cortometraje Montauk, inspirado en las leyendas urbanas sobre experimentos secretos en una base militar de Long Island. Es más, aquello también ocurrió durante la década de los 80. De modo que en el corto ya se presentaban elementos que luego resonarían en Stranger Things: un niño desaparecido, experimentos con dimensiones paralelas y un monstruo que acechaba desde otro mundo.
Retomando lo ya comentado, pero siendo específicos con las fechas, Kessler aseguró que en el año 2014 él mismo presentó la idea de expandir el corto en un largometraje titulado The Montauk Project y que incluso llegó a compartir materiales con los Duffer en un festival de cine. Dos años después, en 2016, Stranger Things se estrenó con una trama que incluía la desaparición de Will Byers, el laboratorio de Hawkins y el Demogorgon, Kessler vio demasiadas similitudes.
La demanda de Kessler alegaba que los Duffer habían tomado su concepto y lo habían transformado en la serie que se convertiría en uno de los mayores éxitos de Netflix. Los hermanos Duffer, por su parte, negaron rotundamente las acusaciones. Su abogado declaró que nunca habían visto el cortometraje de Kessler ni mantenido conversaciones con él sobre sus ideas. La palabra de uno contra la de otro, pero las fechas de los estrenos estaban ahí. Sin embargo, este culebrón en el mundo real ni siquiera aguantó una temporada completa.
La delgada línea entre coincidencia y plagio dentro y fuera de la ficción
Un proyecto de ficción con las características de Stranger Things no se monta en apenas dos años. Incluso si es para la pequeña pantalla. Sin embargo, si eres muy fan de la serie de Netflix posiblemente sabrás cómo se llamó originalmente el proyecto: Montauk. Y no es casualidad: la base de la historia de la pandilla de Hawkins siempre fueron las mismas leyendas urbanas que inspiraron a Kessler en su cortometraje. Entonces, ¿todo estaba decidido? Más bien lo contrario.
Los abogados de los hermanos Duffer presentaron documentos y correos electrónicos fechados en 2010 que demostraban que sus clientes ya estaban trabajando en un proyecto ya titulado Stranger Things. Y pese a que el juez del caso rechazó la petición de los Duffer de cerrar el proceso en abril de 2019, lo que permitió que la demanda avanzara hacia juicio, en ese punto Kessler tuvo acceso a las pruebas presentadas por la defensa y a las declaraciones bajo juramento. Es más, hasta hicieron una prueba muy anterior a la serie.
Dicho de otro modo: la serie se parecía porque los dos proyectos se basaron en el mismo fenómeno. No hubo plagio. Y, ante esas, ya en mayo de 2019 y justo antes de que comenzara el juicio, Kessler retiró la demanda. Reconoció que los documentos demostraban que los Duffer habían desarrollado la idea de manera independiente años antes de su encuentro. Mucho antes de conocer el proyecto de Montauk. Es más, el caso se cerró sin juicio, ni indemnización y tampoco hubo un acuerdo económico. Ese mismo año, por cierto, Stranger Things continuó su emisión en Netflix con el estreno de la tercera temporada.
El caso Montauk no es aislado. En la Hollywood actual y la de hace décadas las coincidencias creativas pueden convertirse en disputas legales. Unas en las que hay mucha pasta en juego. La otra realidad es que, lejos del glamour de los focos y la magia de la industria del cine y las series, tanto Kessler como los Duffer se inspiraron en las mismas leyendas urbanas y en la estética de los años 80.
Aquello abrió un debate sobre la protección de las ideas en la industria audiovisual. Una en la que, seamos justos, casi todas las ideas parecen recicladas de un tiempo a esta parte. Y no te lo voy a negar, a veces la frontera entre inspiración y plagio es tan difusa como las dimensiones paralelas y los dramas de contraespionaje y paranoia que se exploran en Stranger Things.
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La noticia El caso Montauk: la batalla legal que puso en jaque a Stranger Things fue publicada originalmente en Vida Extra por Frankie MB .
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