La última obra de Pixar es un emocionante filme familiar que, pese a su gastada fórmula narrativa, nos entrega momentos sinceramente conmovedores y la factura técnica más realista que se ha visto en el cine de animación hasta el día de hoy.Lo cierto es que el director Peter Sohn, antes de realizar The Good Dinosaur, sólo tenía en su haber uno de los cortometrajes más divertidos de Pixar, Partly Cloudy (2009), por lo que, de entrada, podíamos tener buenas expectativas ante su primer largometraje pese a que aún parece pronto para que seamos capaces de hablar de rasgos de estilo muy definidos y a que, como es bien sabido, esos rasgos de dirección se diluyen bastante entre el trabajo colectivo del estudio. Esa es la razón de que normalmente se hable de “la nueva película de Pixar” y no de la última, pongamos por caso, de John Lasseter (Toy Story, 1995; A Bug's Life, 1998; Cars, 2006), que aquí actúa como productor ejecutivo junto a otros realizadores de Pixar.
La premisa de The Good Dinosaur es tan curiosa como cabría esperar de los proyectos de este estudio: cómo sería el mundo si los dinosaurios no se hubieran extinguido y, por supuesto, conviviesen con los posteriores seres humanos. Y la historia que se desarrolla en este mundo es la de un pequeño, joven y miedoso apatosaurio (tan pequeño como pueda ser un bicharraco de más de 20 metros de altura) que, por causas ajenas a su propia voluntad, acaba viviendo diversas aventuras en compañía de un infante humano primitivo.Pero no cabe duda de que la guionista Meg LeFauve, antes corresponsable únicamente del libreto de Inside Out, o no tiene mucha intención en profundizar demasiado en las diferencias de su propuesta con la realidad histórica o, en verdad, durante el periodo en el que se la coloca, hace unas decenas de miles de años, los contrastes no son muy acusados más allá de la propia premisa de la convivencia, que es, de hecho, la que verdaderamente le interesa explotar al equipo.
Sin embargo, lo primero que llama poderosamente la atención en este largometraje, y que nos maravilla a lo largo del mismo de tal modo que al menos a mí me ha dejado en no pocas ocasiones con la boca abierta, es el inigualable realismo de las texturas de la naturaleza que han logrado, desde la múltiple vegetación hasta la misma tierra, desde los cielos nublados hasta los fenómenos meteorológicos, estos últimos muy importantes en la trama; y lo que a mí me ha dejado más atónito es el verismo extraordinario con que han sido capaces de dotar a las corrientes de agua. Pero este realismo de las texturas no es solamente un deleite sensorial, apuntalado por los brillantes encuadres y la planificación visual íntegra, sino que cumple una función dinamizadora en diversas escenas, sobre todo las de acción, de modo que las eleva como nunca antes se había podido hacer una cosa así en el cine animado. Y hay veces que uno llega a pensar que, si viese determinadas imágenes de esta película sin su contexto, no sabría distinguirlas como elaboradas digitalmente de otras grabadas de paisajes y elementos de la naturaleza en la realidad.
Sohn y compañía apuestan con determinación por apuntar directamente a las emociones más tiernas del respetable público, aquellas que se refieren a las relaciones sociales más básicas, y no hay duda de que consiguen conmovernos en su afán: es difícil llegar a un cinismo de tal calibre que no nos muevan por dentro momentos como el del intercambio de información familiar de Arlo con el humano Spot, el de la supuesta ensoñación del primero con su padre, el del círculo que forma con el morro alrededor de los humanos o, faltaría más, el del reencuentro. Pero no sólo emociona, sino que, sobre todo, divierte un montón, casi siempre gracias al salvaje Spot y, en algunas escenas, a personajes secundarios como el hilarante triceratops bizco Will.
Los únicos pero determinantes problemas de The Good Dinosaur son que, en primer lugar, la fórmula narrativa elegida ya la conocemos de un cúmulo de películas sobre la superación individual o personal, especialmente en las que alguien se marcha siendo un mindundi o un acomplejado y regresa transformado por el efecto en su carácter de las mil y una peripecias que ha vivido, así que de la originalidad legendaria con la que Pixar nos ha abofeteado en no pocas de sus producciones no hay ni rastro aquí; y en segundo lugar, la peripecia no es que sea muy variada en este filme.
A pesar de ello, la película es muy disfrutable y deja una sensación de lo más satisfactoria tras su visionado, pero uno ha de ser consciente de que, si bien la emotividad, el divertimento y la maravilla visual que cualquier obra pueda proporcionarnos no debe desdeñarse, es su audacia en el contexto en que ha sido realizada lo que la puede convertir en algo grande y no sólo en un producto sencillamente entretenido y complaciente aunque sensorialmente esplendoroso.6.5Así pues, The Good Dinosaur, con Peter Sohn a la cabeza, es un filme gracioso, conmovedor y con un aparato visual bellísimo que, aunque carece de originalidad en su historia, deja un buen sabor de boca al espectador por las emociones limpias que le hace experimentar a lo largo de todo su metraje.- La inmejorable factura técnica de las imágenes de la naturaleza. - Lo divertida y conmovedora que es. - La satisfactoria sensación que deja tras su visionado.- La determinante falta de originalidad de su fórmula narrativa. - Que no haya intención de profundizar demasiado en su premisa. - La peripecia poco variada.
Continúar leyendo...