Cada largometraje tiene una identidad definida por múltiples factores, uno de ellos es el etalonaje cinematográfico, el cual es clave para configurar la estética de la obra.
Pensad en películas como El Padrino, Matrix, o Kill Bill, de todas ellas tenemos una imagen en nuestra mente que se puede asociar fácilmente un color. Las teorías desarrolladas sobre nuestro espectro visible son numerosas, entre la que podemos destacar la “Teoría de los Colores”, publicada en 1810 por Goethe.
Aunque existen muchos otros autores que han analizado de qué forma afecta el color a nuestra psicología, lo cierto es que la mayoría de ellos coinciden en un mismo punto: los colores nos transmiten sensaciones, las cuales se forjan en base a nuestra experiencia y cultura.
No son universales, un mismo color puede significar diferentes cosas en función de la interpretación que se le otorgue. Por ejemplo, el color verde puede ser considerado por algunos como sinónimo de la esperanza o naturaleza, mientras que en “Romancero gitano” de Federico García Lorca significaba la muerte.
Esto es algo que va a ser aprovechado con diversos fines, ya sean propagandísticos (asociamos color con marca) o estéticos. Así, los campos que más se aprovecharán de esto serán, por lógica, aquellos basados en la imagen, entre los que encontramos al cine.
Incluso cuando aún no existía el color en el séptimo arte, algunos directores optaban por alterar el negativo durante el revelado para obtener una emulsión con un color predominante. Mediante esta técnica, no solo se intentaba llevar el color a la gran pantalla, sino también la de provocar diferentes reacciones en los espectadores, como es el caso de la película “Nosferatu” dirigida por F.W. Murnau.
Ahora las herramientas y medios difieren muchos de los empleados a principio de siglo, pero continúan teniendo la misma finalidad. Quizá no nos hemos parado a apreciarlo, pero casi toda película suele estar bañada por un color característico que define la estética de ésta, ya sea por completo o en escenas concretas. Quizá podamos apreciarlo mejor con algunos ejemplos.
El Padrino
La obra de Coppola es una de las más recurridas cuando se trata de poner ejemplos en lo que a buen cine respecta, y en este caso no va a ser menos. Si tuviéramos que asignar el largometraje con un color, este sería sin duda el naranja.
A la peculiar iluminación de Gordon Willis, caracterizada por luces contrastadas desde un punto cenital, se le sumaba la interpretación que el propio director quiso hacer del color: asignarlo a la muerte. Esto se manifestaba de diferentes formas, por ejemplo, la aparición una naranja en plano indicaba que posteriormente algún personaje iba a morir.
Matrix
Por otro lado, está bastante claro que la película más famosa de los Hermanos Wachowski se encuentra caracterizada por unas imágenes con tonalidades verdosas. Puede parecer algo estético, pero el etalonaje cinematográfico aplicado tiene de nuevo una explicación.
En este caso parece que se quiso imitar el entorno generado por las primeras pantallas monocromáticas, otorgando esa sensación de encontrarnos ante un mundo generado por ordenador. Se trata de algo ideal para posteriormente plantear el debate etimológico sobre si aquello que vemos y sentimos es real o, como en la película, es pura ficción.
Kill Bill
En el largometraje de Tarantino se encuentra bañado por colores naranjas y amarillos, los cuales se suelen relacionar con el mundo oriental y que tenían mucho sentido emplear en una película que toma muchos de los principios desarrollados en el cine japonés.
De hecho, solo hay que ver el traje con el que se caracteriza al personaje interpretado por Uma Thurman, el cual rendía homenaje al empleado por Bruce Lee en “Game of Death”.
Apocalypse Now y La chaqueta metálica
Las dos películas versan sobre la Guerra de Vietnam, pero el etalonaje cinematográfico de ambas es completamente diferente. En el filme dirigido por Coppola predominan los tonos naranjas y amarillos, ya que se hace mayor hincapié en la toxicidad de técnicas como el napalm o el gas mostaza, mientras que en la película de Kubrick los colores son más neutros, siendo las imágenes azules o blanquecinas las que suelen colmar la pantalla. Pensad por ejemplo en un hospital psiquiátrico, la locura y el desgaste psicológico son frecuentemente asociados con los colores empleados por el director americano en su obra.
Mad Men
Podríamos seguir poniendo muchos más ejemplos de largometrajes, pero entonces este post no tendría fin. Sin embargo, me gustaría puntualizar un caso particular donde el etalonaje cinamatográfico es de gran importancia, se trata de Mad Men.
Tras el reciente final de la serie creada por Matthew Weiner surge una buena oportunidad para valorar qué nos ha aportado. Así, uno de los puntos en los que creo que se ha tenido especial cuidado ha sido en la ambientación, algo que también se manifestaba en el etalonaje realizado.
Es decir, en función de la época los colores empleados también se alteraban. La diferencia tonal entre el primer capítulo de Mad Men y el emitido hace dos días es muy pronunciada. No es lo mismo ambientar una serie al principio de la década de los 60 que al final de ésta, ya que se producen cambios estilísticos y, con más relevancia, sociales.
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