Esperen sentados, por favor.
La pregunta del millón: ¿para cuándo un servicio como Car2Go en Barcelona? La respuesta es que, de momento y si no cambia el sistema vigente, no les veremos circular en la Ciudad Condal en mucho, mucho, tiempo. Ni a ellos, ni a ningún otro servicio similar.
Una región que acumula y atrae gran parte del talento del país, posicionada en el puesto 20 del ranking mundial de Adecco, contrasta con algunas de sus propias medidas. Si bien el caso de Airbnb, que pone en un brete tanto al sistema turístico de la ciudad como a los propios residentes se puede llegar a entender, el posicionamiento del Ayuntamiento de Barcelona en los casos de free-floating, y su inexistencia, se antoja como una auténtica locura.
El éxito de Car2Go en las ciudades en las que opera se debe a la norma de libre aparcamiento para los vehículos eléctricos
Car2Go, desde su fundación en 2008, en Alemania, ha logrado expandirse a ocho países y a 25 ciudades entre Europa, Asia y Norteamérica. Berlín, Vancouver y, asombrosamente, Madrid son sus localizaciones estrella con un crecimiento anual de casi el 20% en el ritmo de alquileres. En el caso de Madrid recién se cuenta con otro player en el mercado, Emov, que se ha instalado en la capital con 500 coches listos para compartir. Pese a las quejas de los taxistas lo cierto es que estos sistemas se han integrado en un corto espacio de tiempo, como un elemento más en la estructura de opciones de transporte limpio en la capital, que tienen como objetivo reducir la afluencia de coches particulares en la almendra central. Y, por extensión, hacer las delicias de estas empresas en cuanto a facturación se refiere. El equipo de Carmena lo sabe y, en contra de todo pronóstico, no han puesto reparos al hecho de que dos empresas 100% privadas controlen un servicio que se beneficia de la normativa de aparcamiento de Madrid. Es decir, que hay negocio bajo el amparo de que todos los vehículos 100% eléctricos –independientemente del origen de su propietario– están exentos de abonar las tarifas de aparcamiento en las zonas verdes, azules y de residentes; todo por tiempo ilimitado. A excepción de las zonas de carga y descarga, además de los reservados para minusválidos, estas compañías tienen libre albedrío.
El problema de Barcelona
El sistema de planificación de transporte urbano de Barcelona busca, en términos generales, los mismos objetivos que cualquier ciudad densamente poblada: reducir el uso del transporte privado en detrimento de las opciones del ayuntamiento y la promoción de las opciones limpias para reducir la contaminación. Por este orden, se prioriza al peatón, la bicicleta, el transporte de financiación pública, transporte de mercancías y el vehículo eléctrico (en el que entran taxis, particulares y coches oficiales). En palabras de Álvaro Nicolás, consejero técnico de la concejalía de movilidad de Barcelona, "el objetivo prioritario es el tema de la contaminación del aire y conseguir una ciudad más equitativa, porque entendemos que los transportes públicos deben ser accesibles a cualquier condición social y otros tipos de transporte requieren de una mayor financiación propia". Es decir, que de momento Emov, Car2Go y familia quedan fuera del plan de ataque por "una necesidad de promocionar otros modelos de transporte eléctrico propios antes, que resultan mucho más interesantes para la ciudad en este momento". Aunque eso, a la larga, pase por no obligar a prescindir del coche propio.
La norma invariable de aparcamiento de rotación impide a cualquier empresa de free-floating operar de forma viable en Barcelona
Barcelona cuenta con 150.000 plazas de aparcamiento en superficie, sin contar con las zonas de residentes, de las cuales una tercera parte están reguladas y el resto forman parte del aparcamiento libre, pero que se encuentra lejos del centro neurálgico. Dentro de esta limitación espacial, hay que añadir que existe la zona azul que controla el tiempo de aparcamiento independientemente del tipo de coche, y una zona verde sólo por pago. Dentro de la promoción de coches eléctricos, el Ayuntamiento ha permitido que estos vehículos aparquen con tarifa cero en estas zonas, respetando siempre los límites de tiempo. Y obligan, además, a disponer de una tarjeta homologada en la que se incluyan los datos del coche y del usuario –lo que limita casi de forma taxativa las opciones de uso a los residentes–. El tema del turismo lo dejamos a un lado, ya que es una cuestión sensible para el Ayuntamiento en estos momentos, no sin falta de razón.
Lo que a priori podría parecerse a la estructura de parquímetros en la capital, el dato de la tarjeta y el tiempo eliminan cualquier opción viable para que estas o cualquier tipo de empresas del sector del free-floating operen en Barcelona.
Un coche de Car2Go, propiedad del grupo Daimler (Mercedes)
El entente cordiale o la ausencia de él
Para Emov o Car2Go entrar a operar en Barcelona con esta estructura sería inviable en términos financieros. A 0,19 céntimos el minuto, el margen de rentabilidad de su servicio es ínfimo, por no decir que negativo. De tener que abonar las cuotas de aparcamiento, el precio quedaría repercutido en el usuario final. Es decir: más caro, mucho más.
Por el camino que llevan las cosas, lo más seguro es que haya que esperar a 2018 o 2019 para ver un cambio en la movilidad de la ciudad
Por lo tanto, las conversaciones entre ellos y el Ayuntamiento –las de Car2Go en este caso, ya que Emov aún no ha abierto este melón– parten de la misma base: el cambio del sistema de parquímetros o, al menos, su anulación particular con una gestión individualizada para ellos. Y todas las respuestas por parte del consistorio acaban en la misma respuesta: "tenemos más necesidad de promocionar otros modelos de transporte eléctrico antes que esto". Álvaro confirma que tienen pendiente cerrar este tema para ver cómo lo hacen; "es un trabajo que tenemos encima de la mesa y estamos viendo cómo lo resolvemos y lo estamos viendo en el marco global". O lo que es lo mismo, no dar carta blanca a Car2Go sino a todas las compañías del estilo en el caso de que las negociaciones lleguen a buen puerto.
Reconocen que es una gran oportunidad que esas compañías quieran entrar en Barcelona, a tenor del éxito que han tenido en otras ciudades y sus efectos sobre los niveles de tráfico, pero tampoco son su prioridad. Creen "que se encontrará un encaje" a largo plazo, lo cual nos hace pensar que, como poco, hasta 2018 si somos optimistas y muy probablemente 2019 –encontrándonos de frente con unas complejas elecciones al Ayuntamiento–.
Lo único que está claro en todo esto es que habrá que esperar sentados mucho tiempo y veremos, de nuevo un Mobile sin esta opción de transporte.
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