Noticia El gran juego de la privacidad

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La privacidad tiene un valor concreto en juego cuyas reglas son oscuras. Éste otorga poder a compañías y agencias a costa del usuario. Sin embargo no somos conscientes de cúanto o, peor aún, por qué. ¿Cómo nos afecta el uso que hacen las compañías de nuestros datos? Hoy hablamos de ello.


Todos estamos al tanto, grosso modo, de los últimos hechos ocurridos con respecto a la NSA, las declaraciones de Apple en defensa contra varias acusaciones de espionaje y el movimiento en contra de la actitud de la agencia de seguridad americana. Recientemente, además, se ha discutido el tema de forma muy ferviente en los despachos burocráticos y presidenciales de E.E.U.U. existiendo un claro movimiento en contra de dicha actitud. Lo más importante de todo este asunto, sin embargo, se encuentra en el punto en el que nos afecta, a nosotros como usuarios. A muchos no les importa por que no ven una relación directa. Otros se resignan. Los menos se vuelven activistas o ponen medidas según sus posibilidades.

¿Qué es la privacidad?


Uno de los hechos más importantes por el cual muchos usuarios no se toman la molestia en considerar este asunto con más detenimiento es que no son capaces de valorar las implicaciones. En primer lugar por que no saben lo que significa la privacidad. Todos, el que más y el que menos, tenemos un concepto propio de lo que es nuestro y de lo que es privado. El problema es la diferencia y el choque entre esos conceptos. La privacidad no es sino un La privacidad es un distintivo cultural que no significa lo mismo para todosdistintivo cultural, una serie de actitudes. Lo que para mi es privado puede que para otra cultura no lo sea o no tenga el mismo valor. Aquí es donde entra la actitud.

Ésta define cómo nos enfrentamos tanto a nuestra privacidad como a la de los demás. Podemos observar la actitud de una empresa, muy definida, en el caso de las declaraciones y contratos con respecto a nuestros derechos cuando "firmamos" aceptando las condiciones de un servicio cualquiera. Eso no quiere decir que un contrato le de impunidad a una empresa para hacer lo que quiera, aunque a veces las leyes no apoyen al usuario. En esta línea, la privacidad, a veces, se trata como un fetiche, algo obsoleto. Si quieres privacidad debes sacrificar comodidad o, mucho peor, seguridad. Este hecho es también una actitud, ahora muy extendida entre la generación de los que somos un tanto tecnófilos. Por desgracia esta actitud nos deja vendidos ante otro hecho mucho más importante. La privacidad es poder.

El valor de la privacidad


Un aspecto importante que debemos saber es que solo se puede tratar la privacidad de una manera "pre-científica". Como afirma Jaron Lanier, de Microsoft Research y experto en la materia, probablemente no exista nadie en el mundo capaz de hacerse con una visión completa de la situación que envuelve a los datos que se obtienen. Miles de compañías, incluyendo Apple, obtienen información de sus usuarios y comercian con las mismas. Además existe, por debajo, varios niveles de obtención de información que rayan o directamente entran en el espionaje. Esto se traduce, como decíamos, en poder. Poder para actuar, para vender y para comprar.

Con los datos obtenidos las compañías pueden adelantarse a las necesidades de una persona, romper el mercado con la especulación o tirar por la borda el trabajo de un competidor. Más aún, los grandes mercaderes de la privacidad juegan con la suposición de que esta información es válida para mejorar distintos aspectos de una empresa. Por ejemplo en la obtención de beneficios, que es su fin último. Según explica Lanier en un reciente artículo para Investigación y Ciencia esto es así en las primeras fases de un proyecto, La privacidad puede otorgar más poder incluso que la política o la economíaconvirtiéndose en un profundo fracaso a largo tiempo. Esto se debería, principalmente, a la imposibilidad de ver el efecto en su conjunto. Solo podemos obtener información de los hechos más sencillos y directos. Y estos nunca han sido buenos previendo las situaciones a largo plazo.

Sin embargo, las grandes compañías se siguen sirviendo de estos datos y de su venta para obtener poder. De hecho, actualmente la privacidad es capaz de otorgar más poder práctico, en ocasiones, que incluso el poder político o el económico. Mientras tanto las compañías se apoyan en la esperanza de que tarde o temprano, la estadística unida a la recogida masiva de datos les den una herramienta infalible y duradera para obtener beneficios instantáneos, cosa que, hasta ahora, resulta del todo imposible.

El juego de los idiotas


Hay, sin embargo, un detalle muy interesante en todo este asunto. Al contrario de lo que tenemos tendencia a pensar, las grandes agencias como la NSA, compañías como Google, Apple o Facebook y entidades similares podrían no ser los malvados marionetistas que la ciencia ficción tiende a pintar. Estas grandes compañías, más bien, pueden estar más bien dirigidas por gente bienintencionada metida en una maquinaria que resulta un monstruo por sí misma. Ellos mismos podrían no ser conscientes de los efectos de confiar ciegamente en la compra-venta de privacidad para la toma de decisiones empresariales o meramente prácticas. Existen actualmente varios ejemplos de fracaso a largo plazo basados en estas decisiones y sin Privacidad por seguridad o comodidad es un intercambio que hay que considerar detenidamenteembargo, indicaba Lanier en un artículo, no existen pruebas feacientes de que la minería de datos haya prevenido, por ejemplo, un atentado terrorista.

La NSA se escuda en lo que hablábamos en un principio: privacidad por seguridad. Un intercambio que puede parecer beneficioso y sin embargo lo máximo a lo que ha llegado ha sido a ayudar a resolver algunos casos pero no a prevenirlos, aunque esto ya es mucho. Sin embargo el sacrificio es mayor y no queda claro si vale la pena. La NSA sigue en sus trece de obtener información de manera secreta por que cree en la validez de sus actos. Al igual que la agencia de seguridad, otras compañías como Apple, Googgle o Facebook, ya nombradas, también juegan con la privacidad de las personas creyendo que lo hacen por el usuario, obteniendo un beneficio a cambio, por supuesto. Pero este juego también podría considerarse como poco merecedor de los beneficios a tenor de las catastróficas consecuencias que puede tener.

Éstas pasan por la manipulación directa de nuestras apetencias, la imposibilidad de guardar nada para nosotros mismos o, incluso por una identidad que puede peligrar. Muchos son los miembros activos que defienden que cada cual debe luchar por su propia privacidad para que nadie ni nada tenga poder sobre sus decisiones, sobre ellos mismos. Una opción interesante, por ejemplo, y concretamente hablando de macrodatos, sería la propuesta por Lanier: monetizar los datos privados del usuario. De esta manera haría falta un reajuste económico que regularía un mercado oscuro y poco claro pero con mucho poder. Otros sin embargo prefieren no pensar demasiado en el tema y se resignan a un mundo tecnificado. La decisión, aunque dura y difícil de tomar, es todavía nuestra.

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