Se avecina una nueva saga cinematográfica basada en una trilogía de novelas juveniles de éxito, la de La Quinta Ola, escrita por el estadounidense Rick Yancey. La primera entrega ha sido dirigida por J. Blakeson, con un resultado del que lo menos que se puede decir es que resulta de lo más pobre.Se trata del segundo largometraje de este director británico tras The Disappearance of Alice Creed (2009), un thriller muy decente con solo tres actores que nos empujaba a respetar a Blakeson y decir que había salido airoso del reto en su ópera prima. Unas buenas credenciales para que le confiaran el proyecto de adaptar la novela de Yancey; pero incluso habiendo visto ya ambas, no disponemos de información de análisis suficiente como para siquiera intuir cuáles son sus intereses y sus rasgos de estilo característicos, si es que los tiene de verdad.
La Quinta Ola nos cuenta cómo, tras varios ataques extraterrestres de distinto carácter a los que Cassie Sullivan (Chloë Grace Moretz) ha logrado sobrevivir, esta joven lucha para oponerse al próximo que se avecina y para reunirse de nuevo con su pequeño hermano Sam (Zackary Arthur) en este mundo apocalíptico, para lo que cuenta con la inesperada ayuda del enigmático Evan Walker (Alex Roe) y, en cierto modo, de su conocido Ben Parish (Nick Robinson).
Lo cierto es que la película no empieza mal, con una escena cruda —todo lo que puede permitirse un producto juvenil— que nos recuerda que ya no se pueden contar estas historias del fin del mundo con ingenuidad propia de quien no sabe nada de The Road (John Hillcoat, 2009), filme basado en la novela de Cormac McCarthy de 2006, o de la serie The Walking Dead (Robert Kirkman, Charlie Adlard, Tony Moore y Frank Darabont, de 2010 en adelante), que adapta los cómics del mismo Kirkman; escena a la que sigue un salto en flashback con voz en off de la propia Moretz para explicarnos cómo se ha llegado a la ruina de la humanidad.Transcurren los minutos y, al principio, parece que la película acabará siendo un entretenimiento para un aprobado raspado y espectadores escasamente exigentes, con lugares comunes y personajes sin demasiada profundidad. Pero a partir de una aparición que huele harto a chamusquina y una burda excusa para provocar un giro en los acontecimientos, relacionada con cierto oso de peluche, la historia va cuesta abajo y, en el último tramo, ya sin frenos, con situaciones que, en vez de emocionar como se pretende, mueven a la risa por el ridículo, y una precipitación sin explicaciones mínimamente plausibles.
Chloë Grace Moretz se esfuerza con su interpretación de una chica que no tiene nada de particular y cuyo prototipo de heroína ya hemos visto en otras sagas juveniles, como las normalitas The Hunger Games (Gary Ross y Francis Lawrence, 2012-2015) y Divergent (Neil Burger y Robert Schwentke, 2014-2017), o incluso, en cierta manera, ese horror que es Twilight (Catherine Hardwicke, Chris Weitz, David Slade y Bill Condon, 2008-2012), pero no puede impedir que todo se desmorone a su alrededor. Y otros rostros conocidos se pasean por la pantalla con mucha pena y nada de gloria, desde Ron Livingston y el ascendente Toni Revolori hasta Maria Bello y Liev Schreiber, este último en la piel de uno de los personajes menos carismáticos que se han visto en mucho tiempo, lo que es garrafal en su posición.
La secuencia inicial de The Disappearance of Alice Creed está mucho mejor elaborada que cualquiera de La Quinta Ola, y su montaje en general resulta de un dinamismo muy superior. Por ello, tras este buen hacer, uno se pregunta por qué Blakeson ha optado por una realización tan plana, tan tristemente funcional, tan despersonalizada en su segunda película, y cómo ha pasado de un guion escrito por él que, sin ser ninguna maravilla, al menos cuenta con solidez y giros reveladores por completo inesperados a transigir con otro ajeno tan mediocre, de elementos narrativos tan trillados, unos grandes descubrimientos que se ven venir a la legua tanto, unas salidas tan facilonas y unos problemas de verosimilitud tan inadmisibles que cuesta creerlo.
Supongo que habría que figurarse, quizá, la falta de libertad que un director con exigua trayectoria como Blakeson ha podido tener para llevar a cabo esta adaptación, que los productores habrán concebido como un éxito comercial dado lo populares que son las novelas de Yancey en Estados Unidos, con una exigencia de ser fiel al material original.
Pero eso no sirve de justificación ni para los tópicos ni para la incompetencia narrativa: la fidelidad no es un valor artístico, un director y sus guionistas son responsables de corregir los errores que encuentren en la obra de partida que vayan a trasvasar al cine, y no comulgar con ruedas de molino es una decisión de una sencilla ética profesional.5.5La Quinta Ola, tal como la han dispuesto J. Blakeson y los autores del libreto, Susannah Grant, Akiva Goldsman y Jeff Pinkner, es una película que comienza de una forma aceptable pero va degenerando conforme avanza el metraje hasta convertirse en un despropósito. Las próximas entregas, de producirse, tendrían una gran labor de redención.- El aceptable y breve primer tramo. - El esfuerzo de Chloë Grace Moretz.- La realización plana. - Los personajes tópicos y sin profundidad. - Las situaciones dramáticas risibles. - Que el guion está plagado de inconsistencias. - Que la historia va cuesta abajo y, en el último tramo, sin frenos.
Continúar leyendo...