O al menos no funcionaba como parecía funcionar en la fantástica keynote que Steve Jobs dio en el MacWorld de aquel año en el que presentó iPhone. Así lo cuenta Andy Grignon - al que el mismo Steve Jobs calificó de "Fuckchop" una vez y lo puso en su tarjeta de visita - en una extensa historia contada en el New York Times donde recuerda cómo fue aquel día:
"The iPhone could play a section of a song or a video, but it couldn’t play an entire clip reliably without crashing. It worked fine if you sent an e-mail and then surfed the Web. If you did those things in reverse, however, it might not. Hours of trial and error had helped the iPhone team develop what engineers called “the golden path,” a specific set of tasks, performed in a specific way and order, that made the phone look as if it worked."
"El iPhone podía reproducir una parte de una canción o un vídeo, pero no podía reproducir el clip entero sin fallar. Funcionaba bien si enviabas un e-mail y luego navegabas por la Web. Si hacías esas cosas en orden inverso sin embargo, podía se que no lo hiciera. Horas de pruebas y errores habían ayudado al equipo de desarrollo de iPhone a crear lo que los ingenieros llamaba "el camino dorado", una conjunto específico de tareas que, realizadas en un determinado orden, hacían parecer que el teléfono funcionaba."
Andy Grignon tuvo una larga relación con Steve Jobs en su trabajo en el equipo de iPhone. De hecho presumía hace tiempo de ser el primero en haber recibido una llamada hecha desde un iPhone, pero como no reconoció el número, decidió dejar que saltara el contestador.Entre las cosas que cuenta de la presentación de iPhone se encuentra también que el terminal tenía problemas con la gestión de memoria, de tal manera que comenzaba a entrar en thrashing y había que reiniciarlo. Para la presentación tenían listos varios teléfonos que Steve Jobs iba cambiando de cuanto en cuanto para que pudieran ser reiniciados.
Sea como fuera, aquel día Steve Jobs llevaba razón y era un producto revolucionario - funcionase o no funcionase ese día -, y el mundo ya nunca sería igual años después. Lo cierto es que, a pesar de que todo el mundo estuvo atento a la presentación, nadie notó nunca ninguno de esos problemas, y no como en la famosa presentación de Windows 98 en el que el equipo de Bill Gates se colgó en plena presentación. Eso es saber hacer las cosas bien sí o sí.
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