Siempre habrá un sitio reservado para Vince Zampella en el exclusivo olimpo de los shooters. Su nombre te puede sonar en mayor o menor medida, y a diferencia de otras estrellas de los videojuegos no siempre estuvo en primera línea mediática, pero sin él es imposible entender la industria del videojuego moderno. En parte, porque ha moldeado profundamente la manera en la que jugamos a Call of Duty o Battlefield. Pero también por liderar el estudio que devolvió la gloria a los videojuegos de Star Wars. Por eso lo recordaremos siempre, allá donde esté.
La influencia de Zampella se extiende a lo largo de más de dos décadas y atraviesa algunas de las sagas más importantes del entretenimiento. Hablar del fundador de Infinity Ward o Respawn Entertainment es hablar de cómo el shooter en primera persona pasó de ser un género de nicho a un fenómeno cultural a escala planetaria. Y ojo, que su legado habla solo: los shooters bélicos de Activision o Electronic Arts coronan los rankings de juegos más vendidos en las consolas PlayStation y Xbox. Ahí es nada.
Ahora bien, su relevancia no se mide únicamente en cifras de ventas -aunque estas sean colosales-, sino en la manera en que redefinió la experiencia de juego. Vince Zampella entendió que en un momento de evolución del género de disparos consolidado en la base de DOOM, Duke Nukem 3D, o 007 Goldeneye, el jugador buscaba algo más que precisión técnica: quería ritmo, emoción, identidad y comunidad. Y esa visión fue clave para transformar el multijugador en un espacio social y competitivo a gran escala.
Esa visión, esa manera de priorizar el gunplay y hacerlo evolucionar, es algo que lo acompañó a lo largo de su carrera. Porque Zampella ocupó roles tanto creativos como ejecutivos, pero nunca perdió el foco en el diseño. Fue un líder que supo rodearse de talento, escuchar a sus equipos y proteger la creatividad incluso dentro de grandes estructuras corporativas. Incluso aquellas más complicadas, para qué nos vamos a engañar. Y esa combinación de visión artística y pragmatismo empresarial lo convirtió en una figura excepcional.
Y es que en una industria en constante cambio, Zampella fue una de las pocas figuras capaces de ofrecer algo que, dicho a la ligera, parecería casi contradictorio: la estabilidad creativa. Supo adaptarse a nuevas generaciones, nuevas plataformas y nuevas expectativas sin perder su identidad. Y esa capacidad de evolución fue, quizá, su mayor logro.
Una filosofía clara: "que jugar se sienta bien"
Uno no se levanta por la mañana y, tras una súper-epifanía, se pone al volante de la saga que imperará los FPSs. De hecho, antes de llegar a Activision, de brillar con luz propia en EA e incluso incorporarse a Panasonic Interactive el propio Zampella hizo sus labores de manitas para ganarse el pan. Lo que entonces no sabía es que su experiencia a la hora de ser preciso con el taladro eléctrico acabaría redefiniendo la manera en la que millones de jugadores disparamos cada día en los videojuegos.
Toca ponerse un poquito en contexto: Vince Zampella comenzó su carrera en los videojuegos en una época en la que los shooters no se sentían a los mandos o el ratón como los actuales y, salvo notables excepciones, los First Person Shooters aún buscaban su lugar en consolas. Fue en ese entorno donde empezó a forjar una idea clara de lo que debía ser una experiencia de acción moderna. Una que emocionó al mismísimo Steven Spielberg en el sentido más literal de la expresión.
"No me ponía nada nervioso tener que mostrarle mi juego a Steven Spielberg, pero le encantó".
Su paso por el desarrollo de Medal of Honor: Allied Assault fue fundamental para afianzar y hacer evolucionar los shooters bélicos en los videojuegos, un medio que lejos de parecer estancado estaba experimentando grandes evoluciones con el hardware posterior al cambio de milenio. Con el desarrollo de aquel juego Zampella aprendió y dominó la importancia de la narrativa ambiental, del ritmo cinematográfico y el poder de la inmersión. No se trataba solo de disparar, sino de sentir que cada misión tenía peso y propósito. Esa lección marcaría toda su carrera posterior.
La filosofía de Zampella siempre giró en torno a una premisa sencilla: "que jugar se sienta bien". El gunplay, si lo prefieres. Para él, la respuesta del arma, el movimiento del personaje y la claridad visual eran más importantes que cualquier artificio. Esa obsesión por el control preciso se convirtió en su sello personal. Ahora bien, también creía firmemente en el trabajo en equipo. Zampella no era un autor solitario, sino un facilitador de talento. Supo crear entornos donde diseñadores, programadores y artistas podían experimentar sin miedo, siempre con un objetivo común: mejorar la experiencia del jugador.
¿El tercer pilar que marcaba esa gran diferencia frente a todos los otros juegos similares, de la competencia o producidos en sus estudios hermanos, en los que no estaba implicado? La filosofía de Vince Zampella incluía un profundo respeto por la comunidad. Escuchar al jugador, iterar sobre el feedback y entender cómo podía y debía plantearse un juego que continuaría vivo más allá de su lanzamiento fueron ideas que Zampella aplicó mucho antes de que se convirtieran en el actual estándar en la industria.
El efecto Zampella en sagas clave: de Call of Duty a Battlefield... pasando por Titanfall
Por muy bruto que suene, y según palabras del propio Vince Zampella, "La única razón por la que existe Call of Duty es porque en EA eran unos capullos". Ahora bien, lejos de volcar lo aprendido en Medal of Honor y cambiarle el nombre para activision, lo cierto es que el impacto de Vince Zampella en Call of Duty y su toque maestro es muy difícil de exagerar. Como cofundador de Infinity Ward, fue una pieza clave en la evolución de una saga que redefinió el shooter en consolas.
De entrada, Call of Duty 4: Modern Warfare no solo fue un éxito comercial, sino un punto de inflexión para el género. Con este juego Zampella ayudó a establecer un nuevo estándar: campañas cinematográficas, multijugador accesible pero profundo y una progresión que enganchaba al jugador durante meses. El sistema de desbloqueos y recompensas cambió para siempre la forma en que se diseñaban los modos online.
Tras su salida de Infinity Ward, lejos de acomodarse, Zampella volvió a empezar desde cero con Respawn Entertainment. Allí nació Titanfall, una apuesta arriesgada que combinaba parkour, mechas y multijugador narrativo. Y aunque no alcanzó el impacto comercial de Call of Duty, fue una demostración de innovación pura. Una visión que quedó consolidada en Titanfall 2 con una de las campañas más celebradas del género. Su diseño de niveles, su ritmo y su creatividad demostraron que Zampella seguía siendo un referente creativo, capaz de sorprender en un mercado saturado.
Más tarde, lanzándose sin previo aviso ni fanfarrias, Zampella volvió a demostrar lo que diferenciaba sus juegos de todos los demás con Apex Legends, un juego que heredó muchas de esas ideas y las adaptó al formato battle royale, convirtiéndose en uno de los títulos más influyentes de su generación. De nuevo, el "feeling" del control y la claridad del diseño fueron claves.
En sus últimos años, Zampella asumió la responsabilidad de revitalizar Battlefield. Su liderazgo buscaba devolver a la saga su identidad, aprendiendo de errores pasados y aplicando décadas de experiencia en diseño multijugador a gran escala. ¿Y qué pasa con las iniciativas para un solo jugador? En un momento en el que la fe de los fans de Star Wars se tambaleó, Respawn nos recordó la grandeza y la solemnidad que hay en la galaxia muy, muy lejana de Lucasfilm Games con las dos entregas de Star Wars Jedi.
Y aunque contábamos con que el futuro de la franquicia bajo su dirección redefiniría y encauzaría a la saga de EA hacia la vanguardia del género, su influencia ya se percibe en la dirección creativa: una vez más, los tres pilares de su filosofía (foco en el jugador, en la jugabilidad y en recuperar la confianza de la comunidad) dieron los resultados esperados y coronaron la más reciente entrega. Poniendo contra las cuerdas a Call of Duty desde la EA que él mismo dejó atrás. Las vueltas que da la vida.
Un legado que transformó los shooters bélicos e incluso va más allá
El legado de Vince Zampella no se limita a los títulos que ayudó a crear, sino a la forma en que inspiró a generaciones de desarrolladores. Quienes admiraban sus hitos, pero también aquellos que debían competir contra ellos y adaptarse a su revolución. A su manera de sentar nueva cátedra en un género, en una manera de jugar, que hoy se impone con rotundidad incluso entre las superproducciones.
El enfoque de Zampella en la calidad, el respeto por el jugador y la pasión por el diseño dejó una huella profunda en la industria. Su nombre siempre estará ligado a estudios que marcaron época, incluyendo la mejor época de Infinity Ward y un Respawn Entertainment que solo nos ha dado alegrías. Y pese a que hoy hay una brecha entre ambos estudios, ambos comparten una filosofía clara: juegos pulidos, mecánicas sólidas y una obsesión casi artesanal por el "feeling" del control. Siendo esa coherencia autoral una de las razones por las que su legado es tan reconocible.
Para muchos profesionales, Vince Zampella fue un ejemplo de liderazgo creativo. Demostró que era posible dirigir grandes equipos sin perder la sensibilidad artística ni la cercanía humana. Su figura representa un equilibrio poco común y cada vez más necesario entre visión y ejecución. Los jugadores lo recordaremos por experiencias que definieron etapas de sus vidas: noches interminables en Call of Duty, la sorpresa del primer Titanfall o la adrenalina de jugar a Apex Legends, destacando de manera merecida entre tantísimo Battle Royale. Esos recuerdos son parte de su legado emocional.
Y es que en un medio que a menudo prioriza tendencias pasajeras, Zampella apostó por fundamentos sólidos. Su obra nos recuerda que la innovación real nace del entendimiento profundo del jugador, no de la moda del momento. Así, Vince Zampella será recordado como uno de los grandes arquitectos del videojuego moderno. Un creador que, sin buscar protagonismo, cambió para siempre la forma en que jugamos, competimos y hasta compartimos momentos de genuina gloria. No solo a través de unos ojos reposados sobre la pantalla, sino al tacto de nuestro mando o ratón.
Por todo esto y mucho más. Gracias, Vince Zampella. Desde VidaExtra expresamos nuestro más profundo nuestro afecto a sus familiares y conocidos. Descansa en paz, maestro del gunplay.
En VidaExtra | Que Battlefield 6 me recuerde a Call of Duty: Modern Warfare solo puede significar cosas muy buenas
-
La noticia El legado de Vince Zampella, padre de Call of Duty y maestro del gunplay que redefinió el shooter moderno fue publicada originalmente en Vida Extra por Frankie MB .
Continúar leyendo...