¿Qué es eso de CRISPR y por qué ha merecido un premio Princesa de Asturias? Es más, ¿por qué podríamos decir que bien vale un Nobel? Vamos a descifrar sus siglas para entender el descubrimiento que ha revolucionado la ingeniería genética.
Recientemente nos llegaba una estupenda noticia: Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna obtenían el premio Princesa de Asturias. Un galardón que se otorga al espíritu más representativo del progreso humano en diversas áreas, entre las que se encuentran las ciencias, por supuesto. Este premio, tras el que se encuentra la Fundación Princesa de Asturias, es uno de los más prestigiosos de España y se otorga todos los años. ¿Qué han conseguido estas dos investigadoras para ser merecedoras de tal reconocimiento? El uso de CRISPR Cas9 y todas las posibilidades que se abren con este conocimiento científico bien valen un premio Princesa de Asturias. Es más, bien valdrán un Nobel, cosa que probablemente ganen en un futuro próximo. Vamos a ver por qué.
¿Qué es CRISPR Cas9?
CRISPR Cas9 hace referencia a dos cosas. En primer lugar los CRISPR, que son unas partes muy concretas del ADN; en segundo Cas9, que son los genes asociados a estos CRISPR. Este acrónimo significa clustered regularly interspaced short palindromic repeats; o en español: repeticiones cortas palindrómicas aglomeradas y regularmente interespaciadas. Estas repeticiones se refieren a las pares de bases del ADN.
Imaginad una cremallera. Cada diente de la cremallera es una de estas bases. Podemos separar las dos cadenas que conforman la cremallera o tener solo una, aunque esto ocurre solo en circunstancias especiales. Los dientes no son todos iguales. Hay cuatro tipos distintos y solo pueden unirse a su complementario. Por tanto, la disposición de los miles de millones de dientes en la cremallera es única. Estas cremalleras son las que definen lo que somos, pues cada par de dientes contiene la información necesaria para sintetizar un péptido, el ladrillo fundamental de las proteínas.
Ahora, imaginemos un trozo largo de cremallera, con estos dientes, o bases al que llamamos secuencia. Algunas de estas secuencias se repiten sin que parezcan tener un sentido claro. Están ahí, pero no entendíamos por qué. Estas repeticiones, que se encuentran presentes en una gran cantidad de microorganismos y son siempre iguales o increíblemente parecidas, son los CRISPR. Son especiales porque son cortas, no codifican proteínas necesarias y están "enmarcadas" en la Los CRISPR son en realidad un sistema de inmunidad adquirida de microorganismoscremallera, grosso modo. Y se encuentran en el una cantidad abrumadora del genoma de microorganismos.
Esto hizo sospechar a los investigadores de que tenía que tener una función. La sorpresa fue mayúscula cuando se comprobó que estos CRISPR eran idénticos al ADN de algunos virus. Lo que descubrieron los investigadores, a principios de los noventa, es que los CRISPR son en realidad un sistema de "inmunidad adquirida" contra los virus. Igual que nosotros nos volvemos inmunes a algunas enfermedades tras pasarlas, los microorganismos usan el propio ADN de los virus para no olvidarse nunca de quienes son y así evitar una infección mortal.
El descubrimiento que bien vale un Nobel
Pero claro, para poder añadir este ADN de los virus y usarlo como protección, necesitamos un sistema adecuado. De eso se encargan los genes Cas. Estos, que constan de unas 45 familias conocidas, regulan la manera que tienen los organismos de reconocer el ADN del virus, su forma de añadirlo como "prueba del delito" al ADN del organismo y muchas otras cosas. Entre ellas, son capaces de cortar por un punto el ADN y pegar esta cadena, cerrando de nuevo y arreglando la cremallera, ahora un poco más larga. En concreto, Cas9 es un gen que produce unas "tijeras" capaces de cortar el ADN por puntos específicos, cosa nada sencilla ni si quiera para estos genes. Con esta asombrosa propiedad, las investigadoras se propusieron "enseñar" a este sistema a que cortara dónde ellas quisieran y pegaran cualquier cosa que se les antojara. De hecho, administrando la proteína de Cas9 y con los ARN adecuados, podemos modificar cualquier ser vivo de una manera nunca vista hasta la fecha: rápido, barato, sencillo y sin problemas. Usar CRISPR y Cas9 estira el límite del ADN que podemos modificar hasta un punto increíble.
Pero, ¿para qué queremos modificar el ADN? Existen muchas y numerosas razones. Modificar el ADN es un tema que siempre ha traído debate y controversia. Pero lo que sí es cierto es que es la única manera de poner solución a algunos aspectos de nuestra vida. Podemos, por ejemplo, usar los CRISPR para modificar el ADN de bacterias y diseñar microorganismos que hagan lo que queremos. Actualmente casi todos los productos alimentarios, farmacéuticos y cosméticos, entre otros, llevan sustancias producidas por organismos a los que se les ha modificado el ADN para que produzcan lo que queremos. También se pueden usar para cambiar el ADN de una planta de manera que le quitemos los genes que sabemos que les dan una desventaja o añadirles otros que sabemos que mejorarán algún aspecto de la planta, como resistencia a la sequía. Por otro lado, una cuestión moralmente más Es la única manera de solucionar problemas de origen genéticodifícil de asumir es la modificación genética en animales y, en concreto, humanos.
Hace muy poco os contábamos de los primeros embriones humanos modificados genéticamente. Modificar el genoma de un humano tiene, por ahora, solo una finalidad, curar enfermedades cuyo origen es genético y que no tienen solución. No obstante, siempre queda la cuestión de hasta dónde son capaces de llegar algunos con estas herramientas. Los CRISPR, por su parte, implican una técnica tan sencilla que los investigadores se preguntan por qué no se les había ocurrido antes. Y las posibilidades que ofrecen son algo nunca visto. La medicina, la agricultura, la nutrición o la farmacéutica son campos que podrán alcanzar nuevos niveles gracias a los CRISPR. Por todo ello, el descubrimiento de Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna no solo se merece un Breaktrought, que ganaron en 2014, o un Princesa de Asturias o a saber cuantos más. El uso de CRISPR Cas9 merece, como mínimo un Nobel. Porque es la mayor revolución en la ingeniería genética de los últimos tiempo: simple, potente y eficaz. A mi no se me ocurre una razón mejor.
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