Morir no es buena señal en casi ningún videojuego. No es una sensación agradable porque suele significar que hemos perdido o que alguien nos ha ganado, depende de la perspectiva que elijas. He visto muchas personas destrozar teclados, ratones, mandos y pantallas por morir en videojuegos. Y no hablemos de las barbaridades que he escuchado por los chats de voz.
Fue toda una sorpresa cruzarme con Life Goes On: Done to Death hace poco más de 10 años. No solo porque incentiva que te mates todas las veces posibles y más, sino porque tomó una mecánica totalmente negativa y la convirtió en algo divertido. Todos sus puzzles están basados en inmolar al protagonista, aunque no de cualquier modo.
Avanza, muere, vuelve a avanzar y vuelve a morir
Life Goes On: Done to Death se convirtió hace 10 años en uno de mis videojuegos de plataformas favoritos. No porque revolucionase nada, ni mucho menos, sino porque hacía divertido morir en un videojuego. Aquí la clave no está en evitar la muerte, sino en morir correctamente... porque avanzar depende de ello.
Recuerdo mi experiencia especialmente divertida porque sus responsables, Infinite Monkeys., añadieron toques de humor a la fórmula. Si la mecánica de morir para avanzar ya era divertida por sí misma, combinarlo con gracietas fue la guinda que coronó un pastel muy disfrutable, al menos para mí.
En Vida Extra
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Los puzles de Life Goes On no son excesivamente complicados, pero sí recuerdo quedarme atascado en varias secciones. Hay alguno que otro creado a mala leche, pero mi problema general siempre era que sobrepensaba cada jugada. Cometía el error de intentar morir el menor número de veces, cuando el juego pedía a gritos todo lo contrario.
Mi drama favorito era cuando había un foso con estacas. El instinto y la tradición nos dice que es mejor llegar al otro lado sin caer, pero Life Goes On tiene otra filosofía mucho más divertida: empala dos, tres o cuatro caballeros para utilizar sus cuerpos como puente con un tercer, cuarto o quinto caballero.
Otra sección divertida eran los fosos a escalar. La mayoría de plataformas permiten utilizar las paredes para impulsarse mientras haces zigzag hacia arriba y evitas las posibles trampas. ¿Qué haces en Life Goes On? Empalas a dos o tres caballeros en las trampas y utilizas sus cadáveres para agarrarte y ascender. La carnicería aumenta conforme avanzas: fuego, cañones, cuchillas de todo tipo, magia... ¡Tienes que usar cadáveres de caballeros para completar circuitos eléctricos!
Puedes tomarte Life Goes On: Done to Death como una experiencia que esconde una gran reflexión filosófica. La tiene, no lo niego. Sin embargo, nunca he sido capaz de profundizar en ese sentido. Para mí siempre se ha tratado de diversión, concretamente de disfrutar de una mecánica que tiene implicaciones totalmente negativas en la mayoría de videojuegos.
Disfruté mucho de la experiencia, tanto que recuerdo regalarle el juego a dos amigos. No sé si lo llegaron a jugar. Sin embargo, sé de buena tinta que varias personas que recibieron mi recomendación acabaron jugándolo. Y puesto que ha cumplido diez años en 2024, creo que es el momento de sacarlo del baúl de los recuerdos y recomendarlo una vez más. Lo tienes disponible en Nintendo Switch, PC y PlayStation a un precio ridículamente bajo, y completarlo suele llevar entre 5-9 horas. Una o dos tardes de vicio muy divertido.
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La noticia En este juego la muerte no es una desventaja. Es la única manera de avanzar y ganar fue publicada originalmente en Vida Extra por Alberto Martín .
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