Siete simples consejos que agradecerás conocer para aumentar tu productividad.
Ser más productivo es algo que todo ser humano persigue día tras día. Es el camino que permite llegar más lejos y conseguir desarrollar los sueños que habitan nuestra mente. Pero numerosas veces desconocemos cómo aumentar nuestra productividad –bien por falta de honestidad con nosotros mismos o bien por falta de visión–. Yo mismo me he sentido así, causándome a mi mismo un bloqueo mental que me impedía desarrollar cualquier actividad durante unas horas.
Por suerte, con unas sencillas pautas fui capaz de sobrepasar ese pequeño bache y, por consiguiente, aumentar la productividad de forma exponencial.
Sé específico. En algún libro leí que una de las claves para aumentar la productividad es ser específico. En lugar de anotar en nuestra lista de tareas “Finalizar proyecto para X cliente”, detalla las diversas tareas que implican la finalización del mismo. ¿Qué conseguimos con esto? Por una parte sentirnos más realizados y motivados, pues vemos más claramente la evolución del proyecto y la cada vez más próxima finalización del mismo. Por otra parte, al tenerlo todo detallado, tan solo nos limitamos a seguir el camino trazado, eliminando esas pérdidas de tiempo que surgen cuando desconocemos qué es lo próximo que debemos hacer.
Utiliza el método if-then. Cuando nos enfrentamos a una tarea compleja, es muy posible que surjan numerosos montes en el camino, los cuales nos restarán tiempo y generarán un cansancio extra que dificultará el desarrollo de la tarea principal. Para solventar este inconveniente, una de las mejores opciones es recurrir al método if-then. ¿En qué consiste? Básicamente, en realizar una serie de acciones-reacciones predeterminadas y con anterioridad. Por ejemplo: “si no recibo la llamada de mi jefe, continuaré con el proyecto” o “si a las 12 no he acabado de escribir este artículo, lo dejaré y lo finalizaré después de almorzar”. ¿Qué obtenemos con esto? En primer lugar reducir los tiempos intermedios analizando y pensando cómo actuar (pudiendo emplearlos, obviamente, en desarrollar la tarea principal). Y en segundo lugar, nos permite tomar decisiones y distribuir el tiempo de forma más inteligente, pues no es lo mismo tomar una decisión influenciado por el cansancio de tres horas continuadas de trabajando que hacerlo en frío.
Controla tu mente. Puede parecer obvio, pero es una de las claves para aumentar la productividad. Por ejemplo, es recomendable realizar comprobaciones temporales de nuestro progreso, tratando siempre de ser optimista y realista al mismo tiempo. También es recomendable ser conscientes de la dificultad de una tarea/proyecto desde el primer momento, siendo honestos con nosotros mismos. Y todo esto, ¿cómo nos ayudará? Si se hace de forma adecuada, permitirá controlar nuestras emociones durante el desarrollo de una tarea compleja. No caeremos en la desmotivación pero tampoco en la peligrosa emoción (provocada, generalmente, por un progreso muy rápido o adecuado). En otras palabras: lograremos mantener los pies en la tierra.
Separa el entorno de trabajo del resto. Las acciones de los seres humanos se basan en patrones. Si ocurre X, hacemos Y. Constantemente. Por ello, debes hacerle saber a tu cerebro cuándo estás trabajando. ¿Cómo? Diferenciando los entornos de trabajo de los demás. Si trabajas desde casa, olvídate de trabajar desde tu dormitorio. Sal de la cama, date una ducha, desayuna y colócate en otra zona de tu vivienda. Una zona a la que solo y exclusivamente entres para trabajar. Si estudias, olvídate de hacerlo en tu dormitorio (donde probablemente se encuentren tus objetos personales). Cambia el chip y acude a una biblioteca o a otra sala. Y, salvo ocasiones concretas, mantén el trabajo y/o el estudio en su entorno. Nada de llevarse trabajo a las zonas de descanso o diversión, pues eso perjudicará al balance vida personal-trabajo.
Arranca las distracciones de raíz. Olvida la multitarea, el correo electrónico e incluso la música de tu alrededor, especialmente durante los primeros minutos. Tal y como se suele decir, “el que mucho abarca, poco aprieta”. Por lo tanto, lo mejor siempre es centrarse en tareas concretas de forma continuada. Deja de engañarte a ti mismo diciéndote que las notificaciones de Slack o los correos electrónicos no perjudican al desarrollo de ese fichero de código que ahora mismo tienes delante de ti. A todos, en mayor o menor medida, nos perjudica. Así pues, salvo ocasiones muy puntuales –como una llamada muy urgente o un correo electrónico vital–, trata de eliminar todo lo que te rodea. Para ello, los modos no molestar en los dispositivos móviles, las aplicaciones a pantalla completa en los ordenadores y los tapones en los oídos pueden ser de gran ayuda.
Deja de pensar en lo que no estás haciendo. A menudo estás escribiendo un artículo o redactando un informe y piensas “aun tengo que llamar a x cliente” o “tengo que contestar 245 correos electrónicos”. Stop! Ese no es el camino. Pensar en lo que no estás haciendo o en lo que aún te queda por hacer solo significa dos cosas: desmotivación y desconcentración. Ya tendrás tiempo de preocuparte de todo ello cuando acabes lo que tienes frente a ti.
Al finalizar la jornada, deja organizada la siguiente y desconecta. Llegan las 19:00, hora de dejar la oficina y volver a casa. Justo antes de marcharte, es recomendable dejar organizada y planificada la siguiente. Si por ejemplo no has podido contactar con x persona o aun te queda compilar y ejecutar una parte del proyecto, anótalo. Distribuye el tiempo de la siguiente jornada y, una vez acabes, desconecta. Y para desconectar, lo mejor es dejar todas esas tareas en un papel dentro de la oficina o en un gestor de tareas que solo tienes instalado en el ordenador del trabajo. De esta forma, al llegar a casa no habrá nada que te distraiga, podrás descansar correctamente y recuperar energía para afrontar de la mejor forma posible la próxima jornada.
Continúar leyendo...