Cultivar vegetales en el espacio, producir oxígeno y agua o comer comida recién cosechada podría ser una realidad gracias a la Biomass Production Chamber, una iniciativa de la NASA que llevará la agricultura al espacio.
Supongo que a nadie le sorprenderá saber que la NASA ve en las plantas un importante papel en el futuro de las misiones espaciales. Al fin y al cabo nuestra vida está ligada, sin más remedio a los vegetales. Nos proporcionan comida y oxígeno. En el espacio, además, nos podrían proporcionar agua. Por ello mismo, la agencia espacial está trabajando en la Biomass Production Chamber, un vivero espacial que permita sobrevivir e incluso, por qué no, colonizar un nuevo planeta a los miembros de una tripulación espacial. ¿El objetivo más inmediato? Por supuesto, no podía ser otro: el planeta rojo.
Biomass Production Chamber, así es el vivero intergaláctico
Lo cierto es que el concepto ya fue probado en la ISS. Durante 73 días se realizó un cultivo de mostaza (Brassica rapa), cuidado desde a la semilla. Tras todo el proceso, se sacaron muestras que fueron analizadas en laboratorio y congeladas para análisis posteriores. Las plantas, cultivadas en microgravedad, fueron dispuestas en un dispositivo diseñado en especial para mantenerlas. Éste es el Biomass Production Chamber Hardware, el cual fue también objeto de estudio. La idea es diseñar una cápsula espacial capaz de contener un sistema autónomo de crecimiento vegetal que proteja a las plantas de la radiación, les proporcione luz, aporte los nutrientes y retire los tóxicos. Y todo eso en un ambiente de difícil acceso y manipulación. Por ejemplo, regar, en el espacio, no es cosa fácil. Ni tampoco lo es lidiar con los "desperdicios" vegetales.
Una de las plantas cultivadas en la ISS. Fuente: NASA.
Por otra parte, conseguir un vivero espacial, como el que promete el Biomass Production Chamber, es un objetivo importantísimo (aunque no de primera prioridad). Con él podríamos disponer de un sistema reciclable de producción de alimentos que además es capaz de convertir el dióxido de carbono que expulsamos al respirar en oxígeno y agua, la cual necesitamos para vivir. En una nave donde estamos por completo aislados del exterior, lo que conocemos como un sistema (semi) cerrado, donde no podemos intercambiar nada, a excepción de la energía, tenemos que "reciclar" la materia que tenemos dentro. Es algo parecido a lo que ocurre con nuestro planeta pero a una escala infinitamente más pequeña. Además, el Biomass Production Chamber trasladado a Marte es el primer paso para una terraformación que nos permita colonizarlo.
Los problemas de un granjero espacial
La gran mayoría de las personas podrá pensar que cultivar plantas en el espacio es tan sencillo como poner tierra, semillas y agua. Y a correr. Pero no es cierto. Los seres vivos vivimos bajo la influencia de una cosa tan común que normalmente nos pasa desapercibida: la gravedad (esto es cierto hasta que te caes de un cuarto piso, ahí sí que te das cuenta). Los animales y las plantas, incluso los microorganismos, la necesitamos para crecer adecuadamente. Al igual que los seres humanos perdemos masa muscular y ósea, además de otras cuestiones que ya os explicamos, las plantas sufren estrés ante la falta de gravedad. El estrés en plantas puede costarles la vida si no es bien combatido, y podría perderse una cosecha y la fuente de sustento por completo. Y ¿qué tiene la gravedad? Existen numerosos factores afectados por la gravedad. Por ejemplo, esta indica a la planta, junto a Tanto el sabor como las propiedades nutritivas no son las mismas en los vegetales cultivados en el suelo que en el espacioluz, hacia donde debe crecer. La posición del agua influye en cómo intercambia gases en el estoma; y sin gravedad, el agua tiene más tendencia a evaporarse. Los vasos de las plantas funcionan correctamente, pero no trasladan los nutrientes de la misma manera por todo el vegetal.
Por si todo esto fuera poco, la manera de regar o abonar puede suponer un auténtico problema, por no hablar de las semillas sueltas, la tierra o los restos cuando la planta madura que pueden obturar los componentes de la nave. Además, según muestran los resultados, y probablemente como consecuencia de la fisiología causada por lo anterior, tanto el sabor como las propiedades nutritivas no son las mismas en los vegetales cultivados en el suelo que en el espacio. En general, una cosa tan sencilla como tener un jardín o un huerto se vuelve una tarea muy difícil en una nave espacial. Por tanto, es indispensable seguir investigando ya que todavía o tenemos capacidad de crear un verdadero vivero sin gravedad. Probablemente no estemos tan lejos e conseguirlo pero, como dice Gary Sutte, uno de los coordinadores del proyecto, es una cuestión política: hace falta que los organismos implicados en las iniciativas de la NASA decidan poner dinero para seguir impulsando el desarrollo del Biomass Production Chamber y otros proyectos parecidos. Quién sabe. Tal vez no tardemos mucho en poder probar auténticas zanahorias espaciales.
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