
Más de una década de espera. Para ser exacto, llevamos 12 años esperando una nueva entrega de Splinter Cell. La última, Blacklist, se lanzó en 2013. Lo único que ha sacado a Sam Fisher del retiro desde entonces son algunas colaboraciones en Ghost Recon, Rainbow Six y una muy sutil en The Division 2. Y el anuncio en 2021 de un Splinter Cell Remake del que no hemos vuelto a saber nada. Pero nada más.
Ubisoft ha sacado a Sam Fisher de su retiro una vez más y una vez más no es para un nuevo videojuego. Ayer, 14 de octubre, se estrenó Splinter Cell: Deathwatch en Netflix. Se trata de una serie de animación que consta de ocho capítulos, cada uno ronda los 23-27 minutos. Puedes verla de una sentada sin problemas.
El regreso que necesitamos, pero no el que merecemos
Tenía mis dudas sobre Splinter Cell: Deathwatch. Ni siquiera la presencia del guionista de la saga John Wick y Nobody, Derek Kolstad, consiguió que depositase mi confianza en este proyecto. Esta no es una adaptación cualquiera. Estamos ante el mismísimo Sam Fisher, uno de los mayores representantes del sigilo en videojuegos junto a Solid Snake de Metal Gear Solid. Los asesinos de Assassin's Creed son aficionados comparados con esta leyenda.
No vale cualquier cosa cuando se trata de Sam Fisher. Ni siquiera algo meramente bueno. Por esa razón no confié en Deathwatch. Y pocas veces me alegro tanto de equivocarme. No creo que la serie de Netflix esté completamente a la altura del personaje, pero sí creo que hace un buen trabajo al sacarlo de su retiro. Y lo digo de la forma más literal posible, ya que la historia saca de su "retiro" a una versión mayor de Fisher.
La sensación de ver en acción a un Sam Fisher mayor (Liev Schreiber) ha sido muy similar a luchar con Kratos en God of War de 2018. Se le notan los años y no es lo que recordaba de Conviction y Blacklist, menos de los juegos originales, pero todavía es Sam Fisher. Siempre fue inteligente... pero ahora lo es mucho más con la experiencia de su lado.
Creo que el mayor logro de la serie, más allá de ofrecer una historia interesante y que conecta en algunos aspectos con los videojuegos, es transmitir la sensación de que Sam Fisher es una máquina imparable. No puedes ganarle. Recuerda mucho a la frase que le dice Bane a Batman en El Caballero Oscuro:
Oh, crees que la oscuridad es tu aliada. Tú solo has adoptado la oscuridad. Yo nací en ella. Fui cincelado por ella. No vi la luz hasta ser un hombre, para entonces solo era algo peor... Las sombras te traicionan porque me pertenecen a mí.
Las escenas de acción y sigilo de Sam Fisher son lo mejor de la serie. El trabajo técnico de animación y sonido ayuda mucho. Siempre se alza con la victoria no por fuerza bruta, más bien por astucia y creatividad. Nunca sabes por dónde te va a salir y tiene recursos para todo. Se nota tanto en sus estrategias durante el sigilo como en las detalladas fases de combates, donde encaja golpes y opta por movimientos inteligentes y resolutivos.
También es interesante verlo como maestro de Zennia Mckenna (Kirby Howell-Baptiste), una agente de Fourth Echelon muy prometedora y que tiene la pequeña manía de Sam de implicarse personalmente. Ya sabemos cómo fue eso en Conviction. De hecho, se hace referencia a esa etapa del agente. Si bien se siente un poco chapucera junto a la leyenda, creo la dinámica maestro-aprendiz sienta muy bien a la serie.
Sam Fisher merece mucho más
No es el regreso de Splinter Cell que nos merecemos. Ni tampoco el que merece Sam Fisher, aunque me guste esta versión mayor. La serie es genial y está hecha para los fans auténticos de la franquicia. De hecho, creo que encajaría muy bien también como comic y/o novela. Pero es insuficiente y déjame explicarte por qué antes de que te eches las manos a la cabeza por mi aparente incoherencia.


En Vida Extra
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Creo que este tipo de producciones (series, películas, cómics...) son un complemento genial. Pero no deja de ser eso: un complemento. Sientan muy bien cuando la franquicia tiene videojuegos que complementar. Sin embargo, Ubisoft lleva ignorando Splinter Cell desde hace más de 10 años y no ha dado ni un solo dato del remake en cuatro años.
Splinter Cell: Deathwatch me ha dejado un sabor de boca mixto: dulce porque he vuelto a ver en acción a Sam Fisher en una serie que cumple su objetivo, pero amargo al mismo tiempo porque es un recordatorio (un poquito cruel) de que la franquicia sigue cogiendo polvo en los cajones de Ubisoft mientras se sobreexplota Assassin's Creed, se mantienen proyectos como For Honor y se masacran juegos como Skull and Bones con temporadas malísimas.
Entonces, ¿la serie de Netflix es buena?, ¿mola para calzársela? Sin duda, más si eres fan de la franquicia. Es pura nostalgia. Tampoco te esperes una obra maestra. Dicho esto, creo que este fin de semana voy a rejugar Splinter Cell: Blacklist.
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La noticia Este no es el regreso que merece Splinter Cell, pero que me aspen si digo que no he gozado como un auténtico salvaje fue publicada originalmente en Vida Extra por Alberto Martín .
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