Noticia Estoy deseando que llegue septiembre porque soy el tonto de las armas raras y excéntricas hasta la vergüenza

Estoy deseando que llegue septiembre porque soy el tonto de las armas raras y excéntricas hasta la vergüenza


Tengo el corazón destrozado y las ganas en reserva después de completar la historia de Death Stranding 2: On the Beach. Y seguir jugando para conseguir todas las estrellas de los refugios y sacar el Trofeo Platino está siendo como alargar una ruptura amorosa que ya de por sí llega con retraso.


Ahora sería un buen momento para que Borderlands 4 llegase a mi vida, porque es uno de los pocos videojuegos que tienen la capacidad de llenar el agujero que ha dejado Kojima tras los cañonazos emocionales que he sufrido como Sam. Pero Gearbox ha tenido a bien situarlo el 23 de septiembre... así que no parece mal momento para revisitar Borderlands 3.

Mi lugar seguro de armas locas, fantasía absurda y humor tontuco​


Dicen que regresar a un lugar que sientas como un hogar suele ayudar con las transiciones y para mí una opción muy rejugable es Borderlands. Empezar una nueva aventura, aunque me sepa cada misión y mapa, siempre es un sopo de aire fresco en todos los sentidos. No hay nada más terapéutico que reencontrarte con Claptrap en Borderlands 3 después de tragarte la intro con el tema Put It on the Line de The Heavy de fondo.


El humor tontuno, sarcástico y en ocasiones oscurete es un oasis de felicidad para cualquier jugador que anda perdido tras el cañonazo emocional de acabar una aventura que ha calado hondo. Pero mucho más que todo eso, para mí regresar a Borderlands es disfrutar nuevamente de uno de los arsenales más divertidos y macarras de la industria del videojuego.


Por si nunca has jugado a Borderlands, hay cosas realmente absurdas: desde pistolas que disparan minicohetes hasta armas a las que le salen patitas tras recargarlas y hacen de torreta móvil durante unos segundos. Y mientras esta masacra a tus enemigos, aparece otra en tus manos. La sorpresa de encontrar nuevo armamento se eleva al cuadrado, porque no sabes qué chorrada te ve a tocar. Es como una caja de bombones... rellenos de psicotrópicos.


Y la cosa se pone esquizofrénica del todo cuando te sumerges en el maravilloso mundo de las armas legendarias y raras. La Porta-Pooper 5000 de Borderlands 3 es la viva representación de la humillación mediante la ofensa: un lanzacohetes que dispara trozos de caca que al impactar dejan un charco de mierda radiactiva. Ahora que lo pienso, habría estado bien tenerla para luchar contra los EV de Death Stranding 2.

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La lanzadora de caca es solo la punta del iceberg de un historial armamentístico que desafía a los viajes más locos por setas. Siento si menciono mucho Borderlands 3, pero es mi favorito hasta la fecha. Si lanzar mierda no va contigo, siempre te queda el Gettleburger, otro lanzacohetes que dispara hamburguesas que explotan y a su vez se dividen en muchas bombas corrosivas. Aunque si tengo que elegir lanzacohetes, me quedo con la lanzadora de excrementos.


Guardo un buen recuerdo del Eridian Fabricator o Fabricador Eridiano. Me parece una bazofia descomunal como arma, pero es gloria bendita cuando buscas un meme. La descubrí mientras jugaba con un amigo en cooperativo. Me puse muy pesado porque no me caían armas Jackobs (mi marca favorita) y, cuando colmé su paciencia, me dijo que era un turras. Me hizo esperar un minuto y luego gritó por el micro una obscenidad mientras me disparaba en la cara. ¿Qué hace exactamente? Dispara armas a costa de consumir Eridio. Así lo saqué de quicio.


Admito que podría pasarme horas hablando de las armas locas de Borderlands. La Unicornsplosion y Baby Maker de Borderlands 2 literalmente disparan unicornios y bebés respectivamente que explotan al impactar y crean un espectáculo visual maravilloso. Ni olvido ni perdono a la Fibber, una pistola que te miente deliberadamente al enseñarte las cifras de cada impacto, y la Bane, un subfusil que literalmente grita cosas como "Bang!", "Ratatatatata" y "Recarga" cuando disparas. O la dejas o acabas completamente loco.


Pero mi favorita por encima de todas (y acabo con esta, prometido) es la Smart-gun XXL de Borderlands 3. Este subfusil me ha acompañado durante muchas de mis aventuras. ¿Por qué? A modo de resumen, es un arma viviente o bioarma legendaria que dispara proyectiles corrosivos. Lo más divertido es que al recargarla, el personaje lanza el arma y esta se transforma en un cerebro con patas que hace las veces de torreta andante. Dispara todo lo que se mueve hasta que se le acaba la munición y explota.


En resumen, que Death Stranding 2: On the Beach me ha roto el corazón, estoy triste y necesito alegría en mi vida, concretamente me apetece mucho Borderlands 4. Sin embargo, todavía quedan dos meses para su lanzamiento... suponiendo que Gearbox no me hace la puñeta de retrasarlo. Si se diese el caso, pues recurriría a la opción madura y sana de afrontar el trauma de Kojima: llorar en la ducha con Mon Laferte de fondo.


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La noticia Estoy deseando que llegue septiembre porque soy el tonto de las armas raras y excéntricas hasta la vergüenza fue publicada originalmente en Vida Extra por Alberto Martín .

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