Noticia Fuller House: nostalgia apta para toda la familia

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Y completamente maratoneable.


Debo confesar que aún cuando de niña veía todo el tiempo Full House (Tres por tres, Padres forzosos) y me encantaban los personajes y las historias que contaban, cuando me enteré de que la serie regresaría a la televisión luego de tantos años, sentí bastante escepticismo sobre que tan atractiva me resultaría ahora que soy un adulto. La verdad es que nadie puede escapar a la nostalgia, es un sentimiento extremadamente poderoso, y que quizás te nuble el juicio un poco, pero al mismo tiempo te hace sentir bien.

Ahora, en toda honestidad, el primer episodio es terrible. Es extremadamente cursi, y no de la buena manera. Excesivamente sobreactuado intenta apelar casi de forma desesperada a nuestra nostalgia. Ni los escritores, ni los actores, productores, ni Netflix, ni nadie relacionado con esta serie se está engañando a sí mismo. Tienen muy claro lo qué son y el público al que van dirigidos: cualquiera que guarde un recuerdo del Full House original que se pueda exprimir por una sonrisa y sensación de bienestar.

Pasa la prueba del tiempo


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Han pasado 29 años desde que la serie empezara en 1987, básicamente una eternidad. Sin embargo, Full House fue uno de esos shows que se repitieron cientos y cientos de veces durante años y años, y que muchos seguimos viendo conforme crecíamos. El tono ligero, familiar, casual y cargado de humor simple (a veces tonto, pero siempre sano); sigue intacto en esta nueva adaptación. Y creo que ahí es donde más puntos gana.

Esta serie no es para los fans de Breaking Bad o Jessica Jones, es para un público familiar, o para cualquiera que ame emborracharse de nostalgia recordando el pasado. Para mi es un viaje interesante a mi niñez. Es entretenimiento sin mucha pretensión del que se puede disfrutar en la comodidad del sofá de casa, o hasta mirando de reojo en la cocina mientras preparas un almuerzo. Puedes apagar el cerebro por completo, algo que a más de uno nos hace falta de vez en cuando.

Todo el valor en los nuevos personajes


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El primer episodio debería ser ignorado a la hora de juzgar la calidad de la temporada completa, su único propósito es el de establecer que esta serie es una reunión y dejar claro que la familia Tanner sigue "intacta", además de enviarles un mensaje nada críptico a las gemelas Olsen. La serie arranca de verdad en el segundo episodio, el ambiente cambia y te presentan su nueva versión adaptada al año 2016.

Los actores viejos siguen en su mayoría, siendo bastante malos, nadie les va a dar un Emmy ni un Golden Globe pronto. Al menos las tres mujeres principales (Candace Cameron, Jodie Sweetin, y Andrea Barber) hacen un mejor trabajo que Bob Saget o el mismo John Stamos en sus apariciones especiales, suerte que a ellos casi no los vamos a ver. Ahora, el elenco de los niños es fantástico.

Max, Jackson y Ramona son interpretados por tres actores infantiles que tienen bastante talento, y que aportan el 90% del encanto a esta serie. Se roban total y absolutamente el show, y en la mayoría de los episodios vas a reírte solamente con sus escenas. Son encantadores, y quienes le dan alma a una serie con un guión bastante flojo. El otro 10% se lo dividen entre todos los perritoss que aparecen.

Fuller House no es una obra maestra de la televisión moderna, y tampoco osa intentar serlo. Es una oda a la nostalgia, y una serie apta para ver con toda la familia, y dentro de 30 años más recordar con una sonrisa en la cara. No tienes que pensar ni un poco para verla, el tiempo te pasa volando y te entretienes bastante. Pude ver nueve episodios sentada en un momento una tarde, y apenas noté que pasaban las horas. La serie te la tragas en un abrir y cerrar de ojos, ideal para el formato de Netflix. Y, sinceramente espero que tenga unas cuantas temporadas más.

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