Noticia Google Tensor G5: así rinde el nuevo chip de los Pixel

Google Tensor G5


La llegada del Tensor G5 con los Pixel 10 ha generado un debate intenso: por un lado, un salto tangible frente a la generación anterior; por otro, una realidad incómoda para quienes juegan: el rendimiento gráfico inicial no está a la altura de lo que se espera en la gama alta Android. Esta situación no es consecuencia directa del hardware, sino más bien de un cuello de botella en el software que Google ya ha reconocido y que planea corregir.

Aunque los Pixel 10 han sido bien recibidos por su experiencia general y su enfoque en inteligencia artificial, las quejas de usuarios y pruebas especializadas han señalado caídas de frames, glitches y un consumo elevado de batería en juegos exigentes. Google ha respondido con una estrategia muy del mundo del PC: actualizar los controladores de la GPU con parches periódicos, una vía que en el pasado ya le funcionó y que ahora vuelve a activar.

Tensor G5: arquitectura, objetivos y por qué no busca ser el más rápido​


En el apartado gráfico se abandona Mali (ARM) para dar el salto a PowerVR de Imagination, concretamente a una GPU DXT-48-1536. Este cambio tiene implicaciones: menor tradición de optimización en Android, un ecosistema de juegos menos acostumbrado a esta arquitectura y, por ahora, ausencia de funciones que la competencia presume, como el ray tracing en títulos compatibles. Aun así, sobre el papel, la GPU del Tensor G5 es capaz; el problema no está en los transistores, sino en los controladores.

Un detalle relevante para el contexto: Google no pretende liderar benchmarks a cualquier precio. Su hoja de ruta prioriza la IA y la experiencia cotidiana (fluidez del sistema, cámara y funciones inteligentes), con decisiones de diseño que buscan eficiencia y costes contenidos. Es una ruta menos vistosa que la de Qualcomm o MediaTek en potencia bruta, pero coherente con el relato Pixel.

Benchmarks: mejora clara frente al G4, pero lejos de los líderes​


Las primeras cifras en Geekbench sitúan al Tensor G5 en una posición intermedia. En unidades con 16 GB de RAM y Android 16, se han visto puntuaciones de 2.276-2.296 en un solo núcleo y alrededor de 6.173-6.203 en multinúcleo, según distintas filtraciones y pruebas. Frente al G4, el salto es relevante: hablamos de incrementos que rondan el 17% en single-core y entre el 30-35% en multi-core, lo que confirma que Google ha apretado la CPU.

Si miramos a la competencia, sin embargo, el panorama se complica. Snapdragon 8 Elite ronda 3.070/9.251 (single/multi), mientras que Dimensity 9400 se mueve en cifras de 2.597/8.109. El Tensor G5 queda más cerca del Dimensity 9300 (2.207/7.408) en CPU, una referencia de la generación anterior. En resumen: progreso interno sólido, pero con una brecha visible respecto a los líderes actuales.

Conviene recordar que existieron muestras de ingeniería con marcadores sensiblemente inferiores (alrededor de 1.323/4.004), pero las iteraciones posteriores estabilizaron los resultados, evidenciando que el chip puede mantener reloj boost sin entrar en throttling agresivo en esa batería de pruebas. Esto ayuda en tareas sostenidas, aunque no resuelve el talón de Aquiles de salida: los juegos.

Rendimiento en juegos: el problema está en los drivers, no en el silicio​


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La clave del bajo rendimiento gráfico inicial es tan prosaica como crítica: los Pixel 10 salieron con un driver de GPU desactualizado (v24.3), sin soporte pleno para Android 16. Mientras tanto, Imagination puso a disposición de los fabricantes una versión más moderna (v25.1) que añade compatibilidad con Android 16 y Vulkan 1.4. Resultado: caídas de frames, artefactos visuales y picos de consumo en títulos exigentes, con casos donde el Pixel 9 rinde mejor que el Pixel 10.

Google ha reconocido el problema y ha movido ficha. Según la compañía, en parches de septiembre y octubre ya hubo mejoras de drivers, y en futuras versiones llegarán más actualizaciones de la GPU. El mensaje oficial, traducido, viene a decir que continúan trabajando la calidad del driver en actualizaciones mensuales y trimestrales, y que “en próximas versiones habrá más actualizaciones para la GPU”. La realidad a pie de usuario es que, por ahora, esas mejoras no se han traducido en aumentos de rendimiento relevantes.

Es más, en la beta más reciente de Android 16 (QPR2 Beta 3.1) todavía sigue presente el controlador antiguo, lo que ha incrementado la impaciencia de la comunidad. Pese a ello, hay motivos para el optimismo: en el pasado, Google logró subidas notables mediante software en GPUs de generaciones previas, con incrementos del 30-60% en algunos Pixel y picos de hasta el 62% en terminales como el Pixel 7a tras la actualización trimestral de Android 15.

Quienes conocen este terreno insisten en que la GPU del Tensor G5 tiene margen real de mejora y que el cambio de Mali a PowerVR exige otro tipo de trabajo con los controladores. No se espera que alcance a los líderes de hoy, pero sí que pueda competir con solvencia cuando el soporte esté maduro, especialmente con ayuda del nodo de fabricación más avanzado.

Eficiencia y fabricación: TSMC a 3 nm (con ruido de 5 nm) y el módem en la ecuación​


Una pieza que suele pasar desapercibida en las conversaciones sobre rendimiento es la eficiencia. El Tensor G5 da el salto a TSMC en un nodo que distintas fuentes sitúan en 3 nm (aunque no falta quien lo ubica en 5 nm, de ahí la confusión). En cualquier caso, el objetivo de Google está claro: temperatura y consumo bajo control para una experiencia estable, algo que casa con su enfoque de IA y cámara.

En la balanza aparece un factor menos amable: el módem Exynos que acompaña a los Tensor. Sobre el papel, su impacto no debería influir en benchmarks de CPU/GPU, pero en el uso cotidiano puede condicionar tanto la autonomía como el calor en escenarios de conectividad exigente, un área donde On-Device AI, streaming y juego online pueden confluir y estresar el sistema.

IA primero: cámaras, Android 16 y funciones que definen la experiencia​


El relato de los Pixel no ha cambiado: el “más listo” por encima del “más fuerte”. Esto se traduce en mejoras de cámara que dependen cada vez más del procesado, en funciones de IA integradas en Android 16 (como “Magic Cue” y otras herramientas inteligentes) y en una interfaz que intenta anticiparse al usuario. La idea es ofrecer valor diferencial sin depender de ganar cada gráfica de rendimiento.

En paralelo, Google da pasos hacia un ecosistema más cohesionado con estándares como Qi2 y la magnetización para accesorios, impulsando una experiencia uniforme entre dispositivos y cargadores. Es el tipo de decisión que refuerza la usabilidad diaria, aunque no luzca en una tabla de puntuaciones.

El precio de competir: Oryon, Adreno y por qué Snapdragon arranca con ventaja​


Parte de la brecha con los líderes se explica por decisiones estructurales. Qualcomm diseña sus CPU Oryon y su GPU Adreno, ambas muy optimizadas entre sí, con techos de frecuencia agresivos (el núcleo principal llega a 4,6 GHz) y una larga tradición de inversión en gráficos móviles, incluido ray tracing. Google, en cambio, combina núcleos ARM de catálogo (Cortex-X4 y familia) y GPU de terceros, lo que limita la personalización fina y la velocidad de reacción en drivers.

A nivel de inversión, las cifras que circulan son ilustrativas: Google gastaría alrededor de 65 dólares por chip, mientras que Qualcomm cobraría en torno a 150 dólares por unidad en sus SoC tope de gama. Esta diferencia marca los límites de la ambición bruta de Tensor, y explica por qué Google estira generaciones de núcleos ARM (X4 repite del G4 al G5) y por qué, según se comenta, el salto a los nuevos Arm C1 podría esperar al G6.

En la parte gráfica, se habla de un tránsito de PowerVR DXT a CXT con un enfoque de área más contenida que mantenga un rendimiento parecido. Son decisiones coherentes con un guion que prioriza coste, eficiencia y funciones de IA, no récords absolutos. El reverso de esa moneda es claro: la competencia aprieta y la brecha en potencia pura puede crecer si Google no acelera su hoja de ruta.

¿Y si solo quieres un Pixel que funcione bien sin gastar de más?​


Para muchos usuarios, el Pixel 9 sigue siendo la compra sensata. Con la llegada del Pixel 10 Pro, el modelo previo baja notablemente de precio (las diferencias rondan los 300 euros en el canal oficial y retailers) y ofrece una experiencia muy similar en el día a día: cámara excelente, funciones de IA maduras, fluidez y soporte de actualizaciones durante años.

Google mantiene un trato premium en software tanto para el 9 como para el 10, con novedades de Android y de IA entregadas en paralelo en muchos casos. Si no juegas a títulos de última hornada o no necesitas cada décima en benchmarks, el Pixel 9 sigue cumpliendo con nota. Y si te importa exprimir los juegos, lo prudente con el 10 es esperar a que lleguen los drivers más recientes de Imagination integrados por Google.

Jugar hoy con un Pixel 10: lo que puedes esperar a corto plazo​


Tal como están las cosas, el Tensor G5 es suficientemente potente para mover la mayoría de juegos populares con buenos ajustes, pero su GPU no está aún optimizada para brillar en los títulos más pesados. El cuello de botella es el driver; cuando Google despliegue la versión adecuada (con soporte pleno para Android 16 y Vulkan 1.4), deberíamos ver subidas notables y, sobre todo, estabilidad.

No obstante, incluso con drivers maduros, es probable que no alcance al Snapdragon 8 Elite o al Dimensity 9400 en medias altas de frames y sostenido. El objetivo realista es competir con solvencia y ofrecer una experiencia consistente, lo bastante buena para que el juego deje de ser una preocupación en la ecuación Pixel. Y ahí el nodo de TSMC y las mejoras de eficiencia juegan a su favor.

Comunidad, debate y pequeñas curiosidades del ecosistema Pixel​


El ruido en comunidades como Reddit ha sido constante: usuarios reportando pruebas, comparativas y fallos que ayudan a radiografiar el estado real del Tensor G5 en juegos. Incluso detalles logísticos del subreddit entran en escena, con reglas muy concretas (por ejemplo, los códigos de referido solo se permiten en el hilo fijado) que ilustran lo cuidada que es la moderación en torno a los Pixel y el interés que generan.

Ese debate ha sido clave para visibilizar el desfase de drivers, la persistencia del v24.3 en builds recientes y la disponibilidad de la v25.1 por parte de Imagination. Precisamente esa presión comunitaria es combustible para que Google acelere la entrega de los controladores adecuados en los próximos parches.

Por qué no todo es potencia bruta: fotografía y utilidad diaria​


Más allá de las cifras, el atractivo de los Pixel sigue estando en su fotografía computacional y en herramientas de IA que aportan valor real (de Circle to Search a ediciones inteligentes). Aquí, Google saca músculo con su integración entre hardware y software, y con una capa de Android 16 que prioriza la experiencia en pequeños gestos cotidianos.

La brecha con Qualcomm en CPU/GPU no impide que, en redes, mensajería y cámara, la percepción sea sobresaliente. De hecho, la sensación de fluidez es total en la mayor parte de escenarios. El problema aparece cuando se mide con lupa en bancos de pruebas sintéticos o en los juegos más ambiciosos, justo donde los controladores marcan la diferencia.

Lo que viene: promesas de actualizaciones y margen de mejora​


Google ya ha afirmado que seguirá mejorando la calidad de los drivers en las actualizaciones mensuales y trimestrales del sistema. Han mencionado que en septiembre y octubre se introdujeron mejoras, y que en “futuras versiones” llegarán más. Los plazos no están claros, pero el precedente de los Pixel 6-9 invita a la esperanza: cuando Google afina, se nota.

El escenario más probable es que, en los próximos Pixel Feature Drop y parches mensuales, veamos drivers de GPU actualizados que activen parte del potencial latente del Tensor G5. No lo convertirán en el rey de los FPS, pero sí podrían cerrar un tramo de la brecha, estabilizar consumos y resolver los fallos gráficos más molestos. En definitiva, un camino de maduración típico del PC que apenas empezamos a ver en móviles.

Mirando el cuadro completo, el Tensor G5 representa un avance claro sobre el G4, especialmente en multinúcleo y eficiencia, con una GPU que puede dar más de sí cuando lleguen los controladores adecuados; su talón de Aquiles está en priorizar IA y coste por encima de la potencia bruta, lo que lo deja por detrás de Snapdragon y Dimensity en rendimiento puro.

Para quien valora cámara, funciones inteligentes y una experiencia uniforme, el Pixel 10 ya cumple; para quien además quiere jugar al máximo, la prudencia dicta esperar a los próximos drivers que Google ha prometido, sabiendo que el techo absoluto seguirá, de momento, en manos de sus rivales. Comparte esta información y más usuarios conocerán todo sobre el nuevo Google Tensor G5.

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