La batalla por el móvil más fino del mercado se ha calentado de golpe. Lo que hace nada parecía una carrera centrada en Apple y Samsung, con sus iPhone Air y Galaxy Edge poniendo a dieta a los teléfonos a base de sacrificar batería, ahora tiene un nuevo actor dispuesto a romper las reglas: Huawei y sus modelos ultrafinos. Y lo hace con un planteamiento muy agresivo, tanto en diseño como en capacidad de batería, precio y ecosistema.
Lejos de limitarse a sacar otro «rectángulo negro» algo más delgado, Huawei está moviendo ficha en varios frentes a la vez: móviles ultrafinos con baterías gigantes, plegables de triple pliegue, proyectos de hardware transparente, soluciones de inteligencia artificial basadas en software y una presencia cada vez más relevante en infraestructuras críticas. Todo ello en medio de tensiones geopolíticas, vetos tecnológicos y una industria del móvil que muchos daban por agotada a nivel de innovación.
Huawei entra de lleno en la guerra de los ultrafinos con el Mate 70 Air
En el mundo de los smartphones, los apellidos «Air» o «Edge» suelen significar una cosa: diseño extremado en delgadez a cambio de recortar por algún lado, casi siempre en la batería. Lo hemos visto con el iPhone Air de Apple o con terminales como el Galaxy S25 Edge de Samsung, que presumen de perfil casi de hoja de papel, pero que obligan a vivir pegado al cargador si aprietas un poco el uso diario.
Huawei, sin embargo, parece decidida a romper este pacto no escrito con el que se había resignado el sector. El próximo Huawei Mate 70 Air se perfila como el ataque directo de la marca china a este segmento «ultrafino» pero con un giro clave: mantener una estructura muy delgada sin destrozar la autonomía. Es, además, un movimiento que llega justo cuando la compañía ha recuperado mucha fuerza en su mercado doméstico, volviendo a pelear de tú a tú con Apple en la gama alta china.
Según filtraciones amplificadas por medios especializados internacionales, el Mate 70 Air apostará por un chasis de aluminio y cristal con un grosor que ronda los 6 – 6,6 milímetros, metiéndose de lleno en la liga de los terminales más finos del mundo. Lo interesante es que las imágenes que circulan mantienen muy claro el ADN visual de la familia Mate, incluido el clásico módulo circular de cámaras en la parte trasera, lo que demuestra un cuidado por el diseño que va más allá de adelgazar por adelgazar.
Una batería de 6.500 mAh en un cuerpo ultrafino: el gran golpe sobre la mesa
El gran titular del Mate 70 Air no es solo su grosor, sino la cifra que más está dando que hablar: una batería de 6.500 mAh. En un móvil tan delgado, eso suena casi a ciencia ficción si lo comparamos con la competencia directa. El iPhone Air ronda los 3.149 mAh, mientras que el Galaxy S25 Edge sube hasta unos 3.900 mAh, cifras que se quedan claramente por detrás de la apuesta de Huawei.
Si se confirma esta capacidad, estaríamos ante la batería más grande jamás vista en un móvil de Huawei, y además en un modelo que presume de ser el Mate más fino de su historia. La idea es clara: demostrar que se puede tener un móvil ligero y estilizado sin convertir la autonomía en un drama diario. Tras años en los que el «ultrafino» equivalía a compromisos importantes, la compañía quiere usar este lanzamiento como escaparate de hasta dónde han llegado las nuevas tecnologías de batería.
El truco no es solo cuestión de ingeniería mecánica y de apilar componentes mejor. En la ecuación entran las baterías de silicio-carbono, un tipo de celdas que ya hemos empezado a ver en otros fabricantes chinos y que permiten elevar la capacidad sin disparar el volumen físico del paquete de batería. Marcas como Realme han presumido de llegar a 15.000 mAh en experimentos con este tipo de tecnología, y Honor ha rondado los 8.000 mAh, aunque todavía hay interrogantes sobre la durabilidad real a largo plazo.
Huawei no se va a esos extremos de laboratorio, pero los 6.500 mAh encajan perfectamente en lo que cabe esperar de una implementación conservadora pero muy avanzada. El Mate 70 Air se apoya en esta tecnología para cuadrar el círculo: un cuerpo alrededor de los 6 mm, una batería muy por encima de lo que solemos ver en móviles slim y el mensaje de que China ya está aplicando en productos reales la solución al eterno problema de la autonomía en dispositivos ultradelgados.
Diseño, cámaras y chasis: el Mate 70 Air no solo va de grosor
Reducir el grosor de un smartphone hasta la franja de los 6 milímetros sin que se convierta en un mero prototipo con concesiones por todas partes es una proeza de ingeniería pura y dura. En el caso del Mate 70 Air, los primeros detalles apuntan a un terminal que no solo se queda en el impacto visual de sacar el calibre, sino que pretende ser usable a diario sin sensación de fragilidad permanente.
El chasis combina aluminio y cristal, dos materiales muy habituales en la gama alta, pero aquí exprimidos al máximo para ganar rigidez sin aumentar el grosor. Las imágenes filtradas muestran un terminal muy estilizado que mantiene el gran módulo circular de cámaras en la trasera, un rasgo ya icónico en los Mate, de modo que cualquiera lo reconoce al primer vistazo.
En el apartado fotográfico, Huawei no parece dispuesta a relajar el nivel. Todo indica que el Mate 70 Air montará un sistema de triple cámara con un sensor principal de 50 megapíxeles (posiblemente de formato 1/1,3”), acompañado por un ultra gran angular de 13 megapíxeles y un teleobjetivo de tipo periscopio de 8 megapíxeles. En otras palabras: busca ser delgado, pero sin renunciar al tipo de conjunto fotográfico que se espera de un gama alta de la marca.
La apuesta por la fotografía tiene mucho sentido si miramos la estrategia reciente de Huawei. Terminales como el Pura 80 Ultra han llevado de nuevo a la compañía a lo más alto de los rankings de cámara móvil, con soluciones tan curiosas como teleobjetivos duales conmutables y sistemas muy avanzados de estabilización y procesado de imagen. Con el Mate 70 Air, la idea parece clara: aunque sea su móvil «esbelto», no quiere ser una versión descafeinada en cámaras.
Otro detalle relevante es el origen de los sensores de imagen. Huawei ha ido reforzando su colaboración con fabricantes chinos como SmartSens, con sede en Shanghái, especializado en sensores CMOS y con más de 350 clientes y unas 420 patentes (de las cuales 190 son invenciones propias). Este tipo de alianzas encaja con la estrategia general de la compañía de apoyarse en una cadena de suministro cada vez más nacional para esquivar vetos y limitaciones occidentales.
Corazón Kirin y HarmonyOS: la apuesta por el ecosistema propio
Desde el veto estadounidense, Huawei se ha visto obligada a reconstruir su plataforma tecnológica prácticamente desde cero. El Mate 70 Air es otro capítulo más de este proceso. En lugar de recurrir a chips de Qualcomm o MediaTek, el terminal apostará por un SoC Kirin 5G diseñado en casa, continuando la línea marcada por los Mate 70 estándar.
Las filtraciones apuntan a dos variantes internas. El modelo con 12 GB de RAM montaría un chip Kirin 9020B, una versión con frecuencias de reloj algo recortadas; mientras que la configuración con 16 GB de RAM se apoyaría en el Kirin 9020A, un procesador ya conocido dentro de la familia Mate 70. Esta diferenciación permite a Huawei jugar con consumos, temperaturas y costes manteniendo un rendimiento alto en todo el catálogo.
Más allá del hardware, el gran pegamento de esta generación es HarmonyOS, el sistema operativo propio con el que Huawei lleva años intentando independizarse de Android y de los servicios de Google. Cada nuevo Mate es una oportunidad para consolidar esta plataforma, probando nuevas integraciones con la nube de la marca, servicios propios y compatibilidad con su ecosistema de dispositivos (relojes, tablets, portátiles, coches conectados, etc.).
Proyectos como HarmonyOS NEXT apuntan todavía más alto, intentando crear un entorno donde las aplicaciones puedan moverse entre dispositivos con más facilidad y donde el usuario no dependa de ningún actor occidental para sus servicios básicos. Es una respuesta directa a un contexto en el que la resiliencia tecnológica se ha convertido en una cuestión de supervivencia para Huawei.
Precio y posicionamiento: competir con el iPhone Air sin ir a por el mismo público
En términos de mercado, el Mate 70 Air se sitúa como competidor directo del iPhone Air dentro de China, pero lo hace con un enfoque ligeramente distinto. El dispositivo mide aproximadamente 6,6 mm de grosor y se comercializa en torno a los 4.199 yuanes, lo que al cambio son unos 590 dólares, bastante por debajo de los 999 dólares del modelo ultrafino de Apple.
Es decir, Huawei no intenta necesariamente destronar al iPhone Air en el segmento más alto por precio, sino seducir a un usuario muy sensible al diseño que quiere un terminal estilizado, pero que también mira la relación prestaciones/coste. Esta combinación de delgadez, batería de 6.500 mAh, pantalla grande (alrededor de 7 pulgadas), altavoces estéreo y HarmonyOS lo convierte en una alternativa muy interesante dentro de la gama alta accesible en China.
Además, el terminal ya se puede reservar en la tienda online de Huawei en su país, y las entregas se han fijado para mediados de noviembre, lo que indica que no estamos ante un prototipo futurista, sino ante un producto pensado para volumen. Mientras tanto, otros fabricantes chinos como Xiaomi están siguiendo estrategias parecidas, renombrando sus gamas insignia (series Xiaomi 17 y 17 Pro, por ejemplo) y ajustando precios frente a Apple con el mismo objetivo: disputar el prestigio del segmento premium sin caer en tarifas inalcanzables.
La revolución de la IA de Huawei: más rendimiento sin más hardware
Paralelamente a la ofensiva en móviles, Huawei está moviendo ficha en otro campo crucial: la infraestructura de inteligencia artificial. Aquí la novedad no es un nuevo chip físico, sino una solución de software que, según fuentes asiáticas como el South China Morning Post, podría mejorar hasta un 70 % la eficiencia de GPUs y NPUs ya existentes.
La idea es sencilla de explicar, aunque compleja de ejecutar: en lugar de competir a ver quién lanza la GPU más potente o el nodo de fabricación más pequeño, Huawei estaría trabajando en un orquestador de recursos de IA capaz de exprimir de forma mucho más eficiente los clusters de procesamiento. Hoy en día, muchas infraestructuras de IA apenas consiguen usar entre el 30 y el 40 % del potencial real de la GPU; el objetivo de esta solución sería elevar esa tasa de utilización cercana al 70 %.
Este enfoque, que recuerda a lo que hacía la empresa israelí Run:ai (adquirida por Nvidia por unos 700 millones de dólares), permitiría gestionar de forma unificada todos los recursos, incluyendo GPUs de terceros fabricantes. De un plumazo, se reduce la dependencia directa de Nvidia y se abre la puerta a centros de datos mixtos que combinen hardware local de Huawei (como sus chips Ascend) con otros procesadores.
Para una compañía vetada del acceso a buena parte del hardware occidental de gama más alta, este tipo de software es casi una cuestión estratégica. Ren Zhengfei, el fundador de Huawei, ha reiterado su confianza en el talento de sus equipos de desarrollo para compensar desventajas de hardware con innovación en algoritmos y arquitectura de clúster. Y el presupuesto acompaña: solo en 2024, la inversión en I+D de la compañía rondó los 25.000 millones de dólares.
Todo esto llega en paralelo a otras novedades: avances en sistemas informáticos de ultra gran escala, nuevos SSD de próxima generación, mejoras en HarmonyOS, interconexiones ópticas, soluciones de conducción asistida y autónoma y nuevas tecnologías para móviles plegables y fotografía. En otras palabras, Huawei no solo quiere hacer móviles finos: quiere ser un actor imprescindible en el ecosistema de IA y computación avanzada, sin depender de hardware estadounidense.
Plegables y triple pliegue: el Mate XTs y la apuesta por pantallas gigantes
Mientras el mercado mira de reojo al futuro plegable de Samsung (el rumoreado TriFold o G Fold), Huawei ya ha puesto en circulación el primer triple pliegue comercial del mundo: el Mate XT Ultimate Design. Ahora, la compañía se prepara para su sucesor, el Mate XTs, que podría llegar con un precio bastante más digerible que el original.
El Mate XT Ultimate Design salió al mercado internacional con un precio cercano a los 3.500 euros, lo que lo convertía en un dispositivo prácticamente de coleccionista. Los rumores sobre el Mate XTs hablan de un precio en torno a los 15.000 yuanes, unos 1.800 euros al cambio directo. Es cierto que, si diese el salto a mercados internacionales, habría que contar con impuestos y márgenes, pero seguiría siendo bastante más barato que su predecesor.
Con una pantalla desplegada de alrededor de 10,2 pulgadas, este tipo de terminal se mueve en un terreno muy cercano al de las tablets, pero manteniendo la posibilidad de plegarse hasta adoptar el formato de un móvil relativamente manejable. Para ponerlo en contexto, muchos plegables tipo libro actuales se quedan en las 8 pulgadas por precios similares o incluso superiores, como el Galaxy Z Fold 7 o el Pixel 10 Pro Fold.
Eso sí, estos precios más “razonables” se aplicarían principalmente en el mercado chino. Un comprador europeo o latinoamericano que decidiera importarlo tendría que asumir gastos de envío, ausencia de servicios nativos de Google y una serie de limitaciones derivadas de los vetos que arrastra Huawei. Además, la marca no tiene acceso a algunos de los chips de gama más alta como el Snapdragon 8 Elite, de modo que no podemos esperar que compita de tú a tú en bruto con los mejores modelos de Samsung, Oppo o Motorola en rendimiento puro.
A cambio, ofrece algo extremadamente diferencial: un pliegue extra que permite pasar a una diagonal de pantalla enorme y un formato único. Para muchos usuarios, la posibilidad de llevar en el bolsillo un dispositivo que se abre hasta superar las 10 pulgadas puede compensar de sobra cualquier sacrificio en servicios o potencia máxima. Eso sí, todavía se sabe poco de las diferencias concretas entre el Mate XTs y el Mate XT Ultimate Design más allá de mejoras esperadas en cámara, chipset y diseño general.
El renacer de la innovación móvil: baterías, cámaras y nuevos formatos
Durante años, una sensación de aburrimiento tecnológico se había instalado en la industria del smartphone: más megapíxeles, un nanómetro menos en el procesador, algún gramo menos de peso… pero sin cambios realmente emocionantes. Muchos usuarios aguantaban con móviles de hace cuatro o cinco años porque no veían razones de peso para renovar.
En 2025 esa percepción ha empezado a cambiar. Terminales como el Huawei Pura 80 Ultra han devuelto la sensación de estar ante algo distinto. Uno de los elementos más llamativos es su teleobjetivo dual conmutable: un sistema formado por dos lentes (de 3,7x y 9,4x) sobre un sensor de 1/1,28″ que utiliza un mecanismo simétrico para bloquear la luz y ofrecer transiciones suaves entre diferentes distancias focales, manteniendo una calidad muy alta incluso a larga distancia.
Puede que en el día a día no todo el mundo exprima un tele tan específico, pero la clave es que, de nuevo, Huawei se ha atrevido a salirse del guion tradicional y proponer algo que nadie más ofrece. Algo parecido está ocurriendo con los kits fotográficos que empiezan a popularizarse en la gama premium de otros fabricantes, como los packs del Vivo X300 Pro o el Oppo Find X9 Pro, donde se incluyen accesorios que se enroscan sobre las cámaras para multiplicar el zoom óptico. La fotografía móvil se está convirtiendo en un campo donde la experimentación y los accesorios externos vuelven a cobrar protagonismo.
En audio, algunos fabricantes también están empezando a arriesgar, incorporando altavoces firmados por marcas especializadas en lugares poco habituales, como el módulo de cámaras, con resultados sorprendentemente buenos. Incluso se están explorando pantallas secundarias integradas en esa misma zona trasera, como en el caso del Xiaomi 17 Pro Max, que monta un panel pequeño en el módulo de cámara para mostrar notificaciones, previsualizar selfies o ejecutar miniapps.
El grosor, por su parte, se ha convertido casi en una obsesión este año. Se ha llegado a ver terminales de 5,6 mm, un hito técnico que, sin embargo, implica renunciar a batería y, a menudo, a una sensación de agarre cómodo. Para muchos usuarios, un móvil tan delgado genera una extraña sensación de fragilidad. Aun así, teléfonos como el iPhone Air han supuesto un soplo de aire fresco en términos de diseño, demostrando que todavía hay margen para sorprender solo con la forma del dispositivo.
En plegables, el salto cualitativo se ha dejado notar en modelos como el Honor Magic V5, un terminal que, cerrado, parece un móvil normal, con un ancho y un grosor mucho más razonables que los primeros intentos de hace años, y que desplegado reduce bastante la típica arruga central que tanto molestaba en generaciones anteriores. Esto, combinado con baterías que ya empiezan a estandarizarse en los 6.000 mAh gracias de nuevo al silicio-carbono, ha transformado lo que antes eran rarezas caras en dispositivos cada vez más maduros.
En ese contexto más animado, Huawei juega un papel protagonista: empuja por arriba con experimentos como el triple pliegue y por abajo con ultrafinos con baterías gigantes, mientras el resto de la industria se contagia de esa necesidad de ofrecer algo más que una hoja de especificaciones incremental.
Project Mirror: hacia un móvil con cuerpo transparente y realidad aumentada integrada
Si el Mate 70 Air representa el presente inmediato de la marca, proyectos como Project Mirror enseñan hacia dónde quiere ir Huawei en los próximos años. Según filtraciones tempranas, se trataría de un dispositivo con un cuerpo completamente transparente, pensado para liderar lo que podría ser la próxima revolución del hardware móvil.
El concepto se basa en un bloque monolítico de vidrio multicapa, donde el cuerpo central del teléfono sería visualmente transparente, mientras que componentes críticos como la batería o el procesador se desplazarían hacia un borde lateral ultrafino. De este modo, al mirar a través del dispositivo, veríamos el mundo real sin obstrucciones, con el móvil actuando como una especie de cristal inteligente.
El reto más grande de una pantalla transparente es conseguir que el contenido se vea bien cuando lo necesitamos. Para resolverlo, Huawei estaría apostando por una tecnología que combina paneles OLED con material electrocrómico. Este permitiría al terminal cambiar de estado: pasar de totalmente traslúcido a un modo opaco y mate con un simple impulso eléctrico, ofreciendo así un fondo sólido sobre el que mostrar contenido multimedia con buen brillo y contraste cuando haga falta.
Project Mirror no se quedaría en una curiosidad estética. El objetivo sería que funcionara como una plataforma de realidad aumentada apoyada en algo llamado Harmony Intelligence Core, un sistema de IA diseñado para superponer capas de información digital sobre el entorno real que se ve a través del dispositivo. En otras palabras, convertir el móvil en una interfaz espacial, a medio camino entre un smartphone y unas gafas de AR, pero sin obligar al usuario a llevar nada en la cara.
Aunque todo suena tremendamente futurista, las fuentes apuntan a que este sería un producto con vocación de producción masiva, no un simple prototipo de feria. Los primeros prototipos funcionales podrían llegar tan pronto como en 2026 si se cumplen los plazos internos. Con este movimiento, Huawei aspira no solo a recuperar la etiqueta de gran innovador global, sino también a empezar a jubilar el formato de móvil clásico que llevamos más de una década usando casi sin cambios profundos.
Huawei, infraestructuras críticas y la batalla geopolítica por la tecnología
Más allá de los móviles, Huawei se ha convertido en un actor clave en la infraestructura tecnológica de muchos países, y eso ha desatado una tormenta política que va mucho más allá de las especificaciones. Un ejemplo reciente ha sido el revuelo en torno a un contrato de 12,3 millones de euros adjudicado por el Ministerio del Interior español a la compañía para suministrar servidores de almacenamiento OceanStor 6800 V5 destinados al sistema SITEL, la plataforma de interceptación legal de comunicaciones.
Conviene remarcar que, en este caso, hablamos de almacenamiento seguro y auditable, no de antenas 5G ni de equipos de comunicaciones accesibles desde el exterior. El contrato se realizó mediante licitación pública y con el aval del Centro Criptológico Nacional, que validó que la parte de Huawei era una pieza aislada, certificada y sin conexión hacia fuera. De hecho, el propio CNI ya ni siquiera utiliza esa tecnología.
Aun así, la reacción desde Estados Unidos fue inmediata: altos cargos de los comités de Inteligencia del Congreso y el Senado enviaron una carta a la directora de Inteligencia Nacional estadounidense instando a revisar los acuerdos de intercambio de información con España. Medios como Politico amplificaron el mensaje, presentando al país como un posible «eslabón débil» frente a lo que describen como «amenaza china».
Lo chocante es la asimetría del discurso. Mientras Washington presiona con la amenaza de aranceles del 15 al 20 % (e incluso del 30 %) sobre productos europeos si no se alinean con sus demandas comerciales, exige al mismo tiempo lealtad incondicional en materia de tecnología y seguridad. Todo esto en paralelo a decisiones internas como el controvertido paquete legislativo One Big Beautiful Bill Act, que recorta incentivos a las renovables, encarece la electricidad y prolonga la vida de centrales fósiles, justo cuando el cambio climático exige lo contrario.
En salud pública, el panorama tampoco ayuda a reforzar la autoridad moral de Estados Unidos: con figuras negacionistas en puestos clave, las tasas de vacunación infantil han caído, la cobertura de refuerzos COVID se ha reducido y los brotes de enfermedades como el sarampión han alcanzado máximos de varias décadas. Son datos difíciles de cuadrar con la imagen de guardián responsable de la seguridad global que se pretende proyectar.
Mientras tanto, China avanza a una velocidad impresionante en energía limpia e industria tecnológica, instalando casi cien paneles solares por segundo y batiendo récords en eólica, hasta el punto de reducir las emisiones del sector eléctrico muy por debajo de los objetivos marcados para 2030… con años de adelanto. En ese contexto, empresas como Huawei lideran el número de patentes en muchos de sus campos y ofrecen una relación precio-prestaciones que resulta muy atractiva para países emergentes y, cada vez más, también para miembros de la UE como España.
El problema de fondo no es si Huawei presenta riesgos (como cualquier gran proveedor de tecnología estratégica), sino la doble vara de medir: se demoniza a la compañía china mientras se ignora el espionaje masivo de la NSA a sus propios aliados durante años. Se exige prescindir de soluciones competitivas como las de Huawei, pero se toleran prácticas igual de cuestionables cuando provienen de empresas estadounidenses. Al final, lo que muchos analistas señalan es que confundir lealtad con vasallaje es un peligroso error geopolítico.
Entre móviles ultrafinos con baterías descomunales, plegables de triple pliegue, proyectos de hardware transparente, soluciones de IA que exprimen GPUs sin más chips y contratos de infraestructura que sacuden la diplomacia, Huawei se ha colocado en el epicentro de la nueva era tecnológica.
Sus movimientos sacuden tanto el mercado de consumo como la geopolítica, obligando a la industria a innovar de nuevo y a los gobiernos a replantearse qué significa realmente seguridad, dependencia y competencia en un mundo donde la delgadez de un teléfono puede pesar tanto como una decisión de política internacional. Comparte esta información para que otros usuarios conozcan los nuevos modelos ultrafinos de Huawei.
Continúar leyendo...