
Tuve la fortuna en octubre de 2024 de ser una de las primeras personas en jugar a Indiana Jones y el Gran Círculo tras un fabuloso viaje a Londres. Apenas rasqué la superficie de la aventura de MachineGames, pero quedé absolutamente prendado de lo que la desarrolladora de Bethesda se estaba trayendo entre manos. El exclusivo de Microsoft respiraba grandeza y epicidad, pero el destino pasó frente a mí.
El bueno de mi compañero FrankieMB se merecía gozarlo con Indy, así que simplemente aguardé a mi oportunidad con su ya anunciado desembarco en PS5. Y lo que me ha quedado claro es que no importa en qué plataforma suelte latigazos y recupere el sombrero del suelo, Indiana Jones es un aventurero de tomo y lomo que ha definido el género de aventuras en todos los frentes.
Jones, Indiana Jones
Estoy convencido de que el empleado de MachineGames al que se le ocurrió recrear el inicio de El Arca Perdida se ha llevado un buen ascenso. ¿Para qué inventar una introducción potente cuando las propias películas de Steven Spielberg ya las hicieron antes? Además, la excusa narrativa de que todo se trata de un sueño del profesor universitario encaja a la perfección para enlazar con la trama real, pero es que hay que detenerse con el tramo selvático. Que Alfred Molina y Harrison Ford estén recreados de una forma tan exquisita es solo la primera muestra del amor del estudio hacia la saga.
Las expresiones faciles de los personajes, de todos, son sencillamente geniales. Las luces, sombras y expresiones que se proyectan en ellos están a un altísimo nivel y les permiten sentirse muy humanos. Ver a Indy tomar el ídolo mientras Satipo se frota los dedos con asombro por detrás es fabuloso y toda la representación se encuentra a un nivel excelso, sin paliativos. Eso sí, la invasión de cierto hombre enorme en la universidad ya me la conocía.
Con todo, a partir de este punto he podido jugar con mucho más detenimiento que en mi sesión londinense, lo cual te permite admirar cada situación con una perspectiva distinta. Un detalle que aprecio enormemente de MachineGames es que pretende que te involucres al máximo en cada movimiento del protagonista, incluso en situaciones como calibrar la arena en la bolsa de cuero en el templo azteca. De la misma forma hay que resolver todos los rompecabezas a mano, no importa su tamaño, es necesario que Indy eleve las antorchas para ver mejor y puedes encender otras simplemente acercando la llama.
Son pequeñas iniciativas que te envuelven poco a poco en un mundo que está repleto de secretos por descubrir, lo cual se convierte en una recompensa en sí mismo. Explorar por explorar recogiendo documentos lo hace cualquier videojuego de tres al cuarto, pero en Indiana Jones y el Gran Círculo cumple un propósito contextual muy importante. No existen aparejos digitales (mucho menos en 1936), ni un HUD artificial que se superponga en pantalla para ayudarnos, sino que la gran información que he necesitado se encuentra en un simple diario.
Recuerdo que Nathan Drake también tenía el suyo repleto de recuerdos y, en ocasiones, había que recurrir a él para solventar ciertos problemas. El título de 2024 eleva esa apuesta todavía más, pues sin el cuaderno en mis manos estaría completamente perdido en un lugar de la magnificiencia del Vaticano.

De visita al museo
Tras huir de cualquier responsabilidad con Marion (Indy, ¿eres idiota?) y acordar con Marcus que era completamente necesario arriesgar la vida para recuperar un gato de porcelana, la Santa Sede aguardaba. También tuve la oportunidad de catar la zona en la preview, pero justo hasta los instantes anteriores a encontrarme con Antonio. Y si bien Giza ya me dio un vistazo a lo que se me avecinaba, el Vaticano me ha dejado absolutamente perplejo.
El espacio a recorrer es gigantesco y me he perdido en numerosas ocasiones intentando encontrar el camino correcto para continuar. La cantidad de espacios prohibidos al acceso para un cura, por culpa de dichosos fascistas italianos, combinado con la belleza de un lugar de culto para la Iglesia católica ha sido fascinante. Estuve presencialmente en el Vaticano hace ya más de 10 años y quedé prendado con semejante ristra de arte; una catarata interminable de historia de la humanidad en la que la representación más insignificante de nuestro pasado posee un valor incalculable.
Y sobre todas las cosas, la Capilla Sixtina, reinando el techo del Palacio Apostólico durante generaciones. Una obra de arte con mayúsculas y una de las referencias icónicas para cualquier pintor que se precie, aunque un ciudadano de a pie tiene motivos de sobra para sufrir tortícolis un buen rato. Aquella sensación ha regresado con Indiana Jones y el Gran Círculo, pues MachineGames ha dibujado con una maestría pasmosa cada detalle. No solo la Capilla Sixtina, sino que cada pasillo posee cuadros de Papas, esculturas, suelos de mármol impresionantes y elementos que evocan historia por todas partes.
No es que sustituya a al experiencia real, aunque bien vale la pena realizar un pequeño tour virtual para disfrutar un buen rato. Se nota que la tecnología ha avanzado, pues soñar con algo parecido en 2005 sería una quimera casi total. Podría quedarme pasmando sin problemas ante tal derroche de creatividad, de no ser porque hay un buen puñado de fascistas acorralando el Vaticano.

Como diría el bueno de Porco Rosso, prefiero ser un cerdo a un fascista, por lo que he aplicado una dosis contundente de democracia en sus cerebros. He intentado ser lo más variado en la técnica, pues he recurrido a matamoscas, sartenes, culatas de armas, mi látigo, palas y mis propios puños para sentir cómo les partía los dientes. El diseño de niveles del videojuego es una maravilla, pues MachineGames ha creado toda suerte de atajos, pasadizos y formas inesperadas de cubrir distancias. Que esta gente haya estado acostumbrada durante tanto tiempo a que sus proyectos consistiesen en disparar nazis y hayan pasado a una dinámica mucho más pausada, pero no exenta de ritmo emocionante, es de aplaudir.
Por no hablar de la fantasía de que existan catacumbas, reliquias perdidas y lugares que jamás han visto la luz del día y, una vez más, con toda la lógica del mundo. Llevar la trama al Vaticano es la excusa perfecta para llenarlo todo de historia críptica y apasionante, por lo que me lo he pasado fenomenal desentrañando los misterios, haciendo fotos a gatitos, robando medicinas o colándome en un club de lucha para romper mentones. He estado mis seis horas recorriendo de arriba a abajo todo el Vaticano, yendo y viniendo, siendo descubierto infinidad de veces y pasándolo como un enano.

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Y si algo necesita una aventura así es un villano a la altura y que me aspen si Emerich Voss no lo es. El SS-Sturmbannführer de la División Especial de Antigüedades del Tercer Reich tiene una cara de pirado demencial y utiliza toda suerte de tácticas psicológicas para doblegar a sus enemigos. Tengo muchísimas ganas de verle seguir haciendo de las suyas y repartiendo escenazas del calibre de la que protagoniza junto a Mussolini. Por supuesto, esto no es más que el comienzo de un viaje, pero como el ritmo no tenga otra progresión que no sea en ascendencia, tengo ya fichaje para lo mejorcito de mi 2025.
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La noticia Indiana Jones me hace dudar: no sé si seguir pasmando con la Capilla Sixtina del Vaticano o partirle la cara a fascistas fue publicada originalmente en Vida Extra por Juan Sanmartín .
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