
ATENCIÓN SPOILERS: este post contiene detalles acerca de la trama del último videojuego de Indiana Jones y de todas sus películas.
Aún cuando todavía debía superar la región de Sukhothai y el enfrentamiento final en Irak, un pensamiento no abandonaba mi mente mientras jugaba a Indiana Jones y el Gran Círculo. La aventura de MachineGames se mantiene en un tono muy cercano a la trilogía original de Harrison Ford, pero todo cambia en el momento en el que protagonista pisa el Himalaya.
A partir de ese punto, la producción de Bethesda aumenta exponencialmente la espectacularidad de su puesta en escena, llevándonos a recorrer un enorme barco nazi en mitad de la legendaria montaña. Por si fuera poco, tanto Gina como Indy terminan teletransportándose a mitad de una Shanghai que se encuentra en pie de guerra y de la que tocará huir en mitad de bombardeos constantes. Más allá del épico desenlace peleando contra Voss en una infernal tormenta, el mayor despliegue visual y mecánico se produce durante todo este tramo.
Como cualquier hijo de vecino, es inevitable no sentirse sorprendido y entusiasmado por un gigantesco acorazado en la nieve y cuyos tripulantes están congelados. Además, huir en una avioneta respondiendo sin contemplaciones a las balas que le peinan el flequillo a Indy es trepidante, sin ninguna duda. No le resto ni uno solo de los méritos a los padres de Wolfenstein por haber dado forma a un tramo muy entretenido, pero la cara de Nathan Drake se cruzó en mi cabeza entre la lluvia de balas.
Uncharted se caracterizó por tomar el legado del aventurero ideado por George Lucas y Steven Spielberg y caminar con más fuerza sobre los pasos que había marcado Tomb Raider en el medio. Se puede calificar desde muchos puntos de vista a la saga de Naughty Dog, pero un punto diferencial respecto a Indiana Jones es que su enfoque hacia una acción desmedida la marcó por completo. Nate sobreviviendo a la caída de un avión, el hundimiento de un trasatlántico o verle escalar un vagón de tren con una herida de bala se convirtió en el pan de cada día.
Indiana Jones es mucho más comedido, pues un profesor de universidad como él se juega el cuello, pero con bastantes menos riesgos. Lo más loco que le sucedió a Indy en las películas de los 80 fueron varias persecuciones entre vehículos tanto en La Última Cruzada como en En busca del Arca Perdida. Puestas en escena que deslumbraron en su día y que siguen funcionando en la actualidad, de la misma forma que la relación del personaje con eventos paranormales era muy circunstancial.
La ferviente fe del arqueólogo en que no cree en fuerzas sobrenaturales siempre ha contrastado de una forma cómica con el hecho de que él ha sido testigo directo de lo contrario. Sin embargo, ese emparejamiento siempre se producía en los instantes finales y de una forma en la que no terminaba de afectarle a él. Los espíritus que surgen del arca eran lo más llamativo visualmente y se utilizó como recurso para liquidar a los nazis de un plumazo, pero fue una excepción. En contraste, tanto El Reino de la Calavera de Cristal como El Dial del Destino decidieron subir la apuesta mucho más.

Indy se salva de una explosión nuclear metiéndose en una nevera, los alienígenas son la respuesta al misterio y consigue viajar en el tiempo en mitad de una tormenta apoteósica. Te podrá gustar más o menos el obvio cambio, pero estamos hablando de públicos diferentes que están acostumbrados a estímulos muy distintos. Lo que en 1983 podía parecer insuperable, en 2023 es una minucia y sino que se lo pregunten a la franquicia de Fast & Furious. Lo que verdaderamente chirría en todo este asunto es que un Harrison Ford con la edad de nuestros abuelos se ponga a repartir guantazos y a hacer más acrobacias que su versión más lozana.
De la misma forma, Indiana Jones y el Gran Círculo se dirige a un público en el terreno de los videojuegos que ha visto tantos mundos virtuales repletos de habilidades y poderes que tiene el listón muy alto para sorprenderse. Y es aquí cuando entra en juego el deslizamiento hacia el terreno de Uncharted por parte de MachineGames, pues en ninguna de las películas de la trilogía original se nos podría pasar por la cabeza que un buque surfeando el Himalaya sería real.
Más allá de las capacidades técnicas para recrear una escena de semejante calibre, tampoco parece muy concecible en la mitología clásica de Indiana Jones que tanto él como Gina abran un portal en el tejido de la realidad que les transporte a otro lugar del planeta. Una vez más, obviando al Indy más reciente, semejante despliegue de ruptura de las leyes de la física me ha hecho sentir que el personaje ha dado un salto enorme sin haber atravesado unas etapas previas que le den sentido a la escalada hacia la aparición de fuerzas sobrenaturales tan poderosas.
Pero mi visión no se limita al Himalaya, sino que se extiende a lo que sucede en Shanghai. El despegue en la avioneta, pilotar entre edificios con una calle de poco más del ancho del aparato y saltar hacia otro vehículo aéreo... lo firmaría el Drake más épico de todos. Y en este espacio de posibilidades existe un riesgo que he notado y es distanciarse del perfil original de Indiana Jones, ese en el que un aventurero no tan distinto al hombre de a pie se enfrenta a desafíos impresionantes.
Pero, ¿acaso existe una vara de medir que impida ir más allá? En todo momento he querido alejarme de lo que propusieron El Reino de la Calavera de Cristal y El Dial del Destino, porque quizás sea el punto débil de mi perspectiva. Indiana Jones, al igual que cualquier personaje de ficción, tiene el derecho y casi que el deber de evolucionar para seguir conquistando al público. Siempre hay que subir un peldaño más en la escalera de la acción, pues tal vez perderíamos motivos para alucinar con el profesor.

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Además, con todo lo que he dicho debería haber detestado todo lo que ha propuesto MachineGames en el Himalaya y Shanghai, pero lo cierto es que me lo he gozado como el que más. No tengo una respuesta correcta, definida y ni siquiera tengo claro si me estoy pasando de la raya sobreanalizando todo. Indiana Jones y el Gran Círculo está por encima de esa sección de gameplay, pues Giza y el Vaticano son muchísimo más representativos del resto de la partida.
Es casi que un paréntesis, un pequeño parque de atracciones lineal en el que se aparca por un par de horas los mapeados enrevesados repletos de secretos y se agarra de la mano al jugador para que no quiera despegarse de la pantalla. ¿Quién soy yo para decir que todo ello no puede ser Indiana Jones? Los tiempos cambian y tampoco es que hayan perpertrado un crimen con el personaje; sencillamente han movido sus límites en una dirección que no me esperaba y, al fin al cabo, el inmovilismo está muy mal visto.
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La noticia Indiana Jones se ha puesto a chapotear en el charco de Uncharted y no estoy seguro de si era necesario fue publicada originalmente en Vida Extra por Juan Sanmartín .
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